El cerebro ansioso y el ciclo de la preocupación ¿qué lo origina?

El cerebro ansioso y los ciclos de nuestros pensamientos negativos y rumiantes, vendrían mediados según la ciencia por una alteración en la amígdala cerebral
El cerebro ansioso y el ciclo de la preocupación ¿qué lo origina?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 01 agosto, 2022

El cerebro ansioso más que miedo experimenta angustia. Se siente agotado y con sus recursos al límite, debido al ciclo repetitivo de la preocupación y la sensación permanente de que está rodeado de amenazas y presiones. Desde la neurociencia, nos señalan que esta condición estaría originada por una hiperactividad de nuestra amígdala cerebral, esa centinela de las emociones negativas.

Decía Napoleón Bonaparte que las preocupaciones deberían ser como la ropa. Esas piezas que poder quitarnos por la noche para dormir con mayor comodidad y esas prendas que, a su vez, se nos permitiría lavar de vez en cuando para higienizarlas. Ahora bien, cabe señalar que estos procesos cognitivos como tal, son en su mayoría estados normales de la mente.

Ad Kerkhof psicólogo clínico de la Universidad Vrije de Ámsterdam, señala un matiz al respecto. Preocuparnos por ciertas cosas es, como decimos, algo perfectamente comprensible y lógico. El problema llega cuando día tras día, nos preocupamos por las “mismas cosas”. Es entonces cuando nuestra eficiencia cognitiva falla y hacemos el peor uso posible de ese don que es la imaginación.

Asimismo, hay una duda que han tenido desde siempre los expertos en el campo de la neurociencia y las emociones. ¿Qué es lo que ocurre en nuestro cerebro para caer en este tipo de derivas psicológicas? ¿Por qué magnificamos hasta el punto de no dejar de pensar en ellas?

La ansiedad es como el cincel de un habilidoso artista alterando un sinfín de enfoques mentales y procesos cerebrales. Saber qué media en este proceso, nos será sin duda de gran ayuda.

“Preocuparse es una pérdida de tiempo y un sinsentido. Es como pasearse todo el tiempo con el paraguas abierto esperando que llueva”.

-Wiz Khalifa-

figura con cerebro ansioso

El cerebro ansioso y el “secuestro” de la amígdala

Un cerebro ansioso es lo opuesto a un cerebro eficiente. Es decir, mientras el segundo optimiza recursos, hace buen uso de los procesos ejecutivos, goza de un adecuado equilibrio emocional y un nivel bajo de estrés, el primero es todo lo opuesto. En él habita la hiperactividad, el agotamiento e incluso la infelicidad.

Sabemos a qué sabe la ansiedad y cómo se vive en medio de ese ciclo de pensamientos que como una noria, no dejan de girar siempre en la misma dirección y con la misma sonata. Sin embargo ¿qué es lo que se sucede en su interior?  En un estudio publicado en el American Journal of Psychiatry del 2007 nos dan una interesante respuesta.

Emociones y dolor

  • Los doctores Stein M, Simmons A, Feinstein, de la Universidad de California, nos señalan que el origen de un cerebro ansioso está en la amígdala y en nuestra ínsula cerebral.
  • Hay un aumento de la reactividad en estas estructuras. Lo que sucede entonces es que nuestra sensibilidad emocional es más intensa. 
  • Asimismo, estas áreas tienen como finalidad anticipar amenazas de nuestro entorno e inducir después un estado emocional para que reaccionemos ante esos estímulos.
  • Sin embargo, cuando la ansiedad nos acompaña durante semanas o meses se sucede otro aspecto singular. Nuestra corteza prefrontal, encargada de favorecer el autocontrol y de racionalizar nuestro enfoque, deja de ser tan efectiva.

En otras palabras, quien toma el control es nuestra amígdala, acelerando así la intensidad de los pensamientos obsesivos. Asimismo, cabe destacar otro aspecto que han visto los neurólogos en pruebas de neuroimagen: la ansiedad genera dolor cerebral. La activación en el la corteza cingulada anterior así parece evidenciarlo.

Hay personas con mayor tendencia a la preocupación excesiva

Sabemos que la preocupación excesiva nos puede conducir a menudo a estados de ansiedad de mayor o menor gravedad. Sin embargo ¿por qué hay quien maneja mejor las preocupaciones cotidianas y en cambio otros caen en esos ciclos obsesivos y rumiantes?

  • Un estudio de la Universidad de Quebec llevado a cabo por los doctores Mark H. Freeston y Josée Rhéaume, nos señalan que hay personas hacen un uso eficiente de las preocupaciones. Saben retirar el efecto negativo, asumir el control, reducir la percepción de culpa y aplicar un enfoque proactivo donde hallar una solución a esa preocupación concreta.
  • Otros perfiles en cambio, lejos de gestionar estos procesos, se estancan y los intensifican.
  • Tal y como nos explica este trabajo, el cerebro ansioso tendría en ocasiones, un componente genético. Se sabe además que las personas altamente sensibles, también son muy tendentes a experimentar este tipo de condiciones psicológicas.

¿Cómo manejar las preocupaciones de manera eficaz?

Como es de esperar, nadie desea tener un cerebro ansioso. Queremos un cerebro eficaz, saludable y resistente. Para ello, es necesario que aprendamos a controlar las preocupaciones para mantener a raya la ansiedad en la medida de lo posible. Porque no nos olvidemos, pocas realidades psicológicas son tan agotadoras (y dolorosas) como esta condición.

Veamos algunas claves sencillas para entrenar el control de las preocupaciones.

Tiempo para vivir, tiempo para preocuparse

  • Esta estrategia es tan sencilla como eficiente. Se basa en una herramienta cognitivo-conductal que nos recomienda establecer un tiempo muy concreto para las preocupaciones: 15 minutos por la mañana y 15 minutos por la tarde.
  • Durante ese tiempo podemos y debemos pensar en aquello que nos preocupa. Intentaremos además dar respuesta a esas preocupaciones y generar posibles soluciones.
  • Más allá de este periodo de tiempo, no permitiremos su entrada. Nos diremos a nosotros mismos “ahora no es momento para pensar esto”.

Recuerdos positivos como anclajes

Las preocupaciones son como cuervos sobrevolando nuestros campos mentales. Llegarán sin que los llamemos y revolotearan sobre nosotros cuando no toca, fuera de ese tiempo establecido para ellos.

Cuando aparezca debemos estar preparados para disuadirlos, para escamparlos. Un modo de lograrlo es mediante anclajes positivos y relajantes. Podemos evocar un recuerdo, una sensación, iniciar una visualización relajante.

chica con pájaros simbolizando el cerebro ansioso

Para concluir, es necesario que tengamos en cuenta un aspecto: estas estrategias llevan tiempo y exigen voluntad, continuidad y empeño. No resulta nada sencillo domar la mente, calmar el cerebro ansioso. Cuando llevamos una buena parte de nuestra vida dejándonos llevar por ese rumor molesto que dejan las preocupaciones excesivas, resulta complicado disuadirlas.

Sin embargo puede lograrse. Solo hay que apagar la angustia, disolver las presiones, añadir ilusiones renovadas a nuestra mirada y no olvidar el ejercicio físico. Lo demás llegará poco a poco.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Shin, L. M., & Liberzon, I. (2010, January). The neurocircuitry of fear, stress, and anxiety disorders. Neuropsychopharmacology. https://doi.org/10.1038/npp.2009.83
  • Sánchez-Navarro, JP, y Román, F. (2004). Amigdala, corteza prefrontal y especializacion hemisferica en la experiencia y expresion emocional. Anales de Psicología , 20 , 223–240. https://doi.org/10.2174/138527205774913088
  • Stein, M. B., Simmons, A. N., Feinstein, J. S., & Paulus, M. P. (2007). Increased amygdala and insula activation during emotion processing in anxiety-prone subjects. American Journal of Psychiatry164(2), 318–327. https://doi.org/10.1176/ajp.2007.164.2.318

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.