El cuidado de las personas dependientes
El cuidado de las personas dependientes es un reto importante a muchos niveles: a nivel social, familiar o individual. En concreto, hablamos de las personas que se dedican a cuidar de quienes más lo necesitan.
En este sentido, ¿qué significa cuidar? ¿Qué tipos de cuidadores existen? Se entiende por cuidar “proporcionar ayuda a personas dependientes de manera que sientan que sus necesidades físicas, sociales y afectivas están cubiertas” (IMSERSO, 2009).
Cabe mencionar que existen dos tipos de cuidadores principales: el cuidador formal y el informal. El cuidador formal hace referencia a los profesionales que dedican su actividad laboral a este ámbito, principalmente los técnicos en atención sociosanitaria y los auxiliares de enfermería. Los cuidadores informales son los mismos familiares, amigos o vecinos en algunos casos.
Rogero define el cuidado informal como el “cuidado y atención fundamentalmente por familiares y allegados, pero también por otros agentes de atención que se dispensa de manera altruista a las personas que presentan algún grado de discapacidad o dependencia”.
Según la Organización Mundial de la Salud (1999), los cuidados de larga duración son llevados a cabo mayoritariamente por cuidadores informales (familiares, amigos o vecinos), profesionales sanitarios o por ambos, con el objetivo de que la persona mayor dependiente pueda tener la mejor calidad de vida posible, atendiendo siempre a sus preferencias individuales, a la autonomía y por último aunque no menos importante, a la dignidad humana.
“Con frecuencia el cuidado es invisible, porque cuidar es preocuparse de alguien, creer en alguien, reforzar sus capacidades, permitirle recobrar la esperanza, acompañarle en su experiencia de salud y enfermedad, estando presente”.
-Collière-
¿Por qué es tan importante la figura del cuidador?
Fomenta las actividades básicas de la vida diaria
Cuando pensamos en el concepto de cuidador, quizás es la idea principal que se nos viene a la mente. El cuidado de las personas dependientes dirigido a ayudarles a realizar las tareas básicas tales como comer, ir al baño, ducharse, vestirse.
En este sentido, el cuidador crea un plan personalizado de atención y cuidado en función de las necesidades particulares, puesto que el grado de dependencia y las circunstancias personales pueden variar de una persona a otra.
Crea un clima de confianza
La confianza es la seguridad que alguien tiene hacia otra persona, sobre cómo va a actuar en determinadas situaciones. Consiste en tener la certeza en cómo va a actuar el otro. De esta manera, percibir un clima donde “me siento confiado, tranquilo, me cuidan”, lo cual es un factor fundamental para quien recibe la ayuda y para sus familiares.
En definitiva, el cuidador genera en su entorno una sensación confianza y seguridad, tanto a la persona que recibe los cuidados, que se siente segura y protegida, como a los familiares o al resto de familiares en el caso del cuidador informal. Por consiguiente, “sé que mi familiar está en buenas manos”, “si le pasa algo lo van a detectar rápidamente y van a actuar en consecuencia”.
“Cada lugar donde nos sentimos seguros es un tesoro”.
-Jan Jansen-
Ofrece cariño y apoyo
El cuidador proporciona compañía y apoyo emocional a la persona cuidada. En un mundo donde el trabajo ocupa gran parte de nuestro día, las personas que se encuentran acompañadas por alguien que les cuida no sienten esa soledad por la ausencia de las personas queridas. Por consiguiente, los cuidadores les ofrecen ese acompañamiento que su familia quizás no pueda darle.
“La confianza, la profesionalidad, el cariño, la empatía y la vocación para cuidar, son factores indispensables para las personas que cuidan”.
Favorece el mantenimiento de la autonomía
Aunque exista un grado de dependencia en la salud de la persona, es importante la labor del cuidador a la hora de favorecer actividades que mantengan su autonomía.
Para ello, el cuidador anima y motiva a la persona para que haga eso que sí puede hacer, entendiendo que para lograrlo la persona tiene que hacer en ocasiones un gran esfuerzo.
Mantiene el vínculo con el entorno
Dependiendo del grado de dependencia, el cuidador ayuda a que la persona mantenga, disfrute y cuide de sus relaciones sociales, puesto que es imprescindible evitar el aislamiento.
Con la ayuda de las nuevas tecnologías, los cuidadores pueden mantenerles activos en su entorno, ayudarles a participar en determinados actos y a relacionarse con su grupo familiar, sus amistades o vecinos de su localidad.
Mejora la calidad de vida
Para concluir, es necesario destacar que el cuidado de las personas dependientes respeta la integridad y la dignidad de las personas fomentando su autonomía. Los cuidadores día tras día llevan a cabo una labor fundamental como soporte de nuestra sociedad; hace una función que, desgraciadamente, no siempre es reconocida.
Por esta razón, en estas líneas hemos querido ensalzar la importancia de los cuidadores, tanto en el ámbito profesional como familiar. En cierto modo, se convierten en pilares de quienes necesitan su ayuda, mejorando su calidad de vida.
“A todas esas personas que cuidan, ayudan y ponen todo su cariño y respeto a esta labor, gracias”.
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