El deseo minimiza lo que ya hemos conseguido
El deseo está directamente ligado con los logros, ya sea desde la posesión o la realización de los mismos. De ahí que tengamos que tener cuidado, ya que muchos deseos pueden llegar a ser muy cegadores y provocar que abandonemos o despreciemos lo que ya tenemos. Decía Arturo Graf, escritor y poeta italiano, que para sentirnos seguros, animados y tranquilos a lo largo de la vida, hay que desear poco y esperar todavía menos.
Tanto la negación a cumplir todos nuestros deseos como llegar a cumplir todos tienen su parte negativa. Puede parecer que la segunda opción no es mala, pero dejarnos llevar por aquello que deseamos puede arrastrarnos a un callejón sin salida, a una especie de círculo viciosos en el que nunca estaremos satisfechos.
Ahora bien, ¿los deseos deben obedecer a la razón? No tiene por qué, pero lo que está claro es que pueden llegar a ser anhelos ingenuos y desmedidos que nos cieguen nuestras riquezas, y nos enfoquen en las ajenas. No desear sino lo que se puede tener es necesario para vivir esta parte de nuestra existencia de forma razonable.
“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”.
-Antoine de Saint-Exupéry-
El deseo nos fuerza a querer lo que no tenemos
¿Por qué es tan sumamente fácil desear, siendo tan difícil querer? La respuesta puede estar en que en el deseo habla la impotencia y en el querer la fuerza.
Antes de desear ardientemente una cosa, debemos cerciorarnos cuidadosamente de la felicidad que proporciona al que la posee. Se decía en la Antigua Grecia que cuantos más deseos se siembran, menos felicidad se cosecha. Parece como si, cuando disminuyen los deseos, aumentaran nuestras fuerzas.
Horacio, unos de los principales poetas líricos y satíricos en lengua latina, aborda el deseo desde una perspectiva limitante y a la vez enriquecedora. Para resolver el problema, acabó concluyendo que el que obtiene lo que es suficiente no debe desear más.
Esperar lo que deseamos es humano y necesario, pero soportar lo que acontezca es la clave de la felicidad. Creemos que solo consiguiendo lo que queremos seremos felices, pero muchas veces al conseguirlo es cuando empieza nuestro vacío. Según George Bernard Shaw, dos tragedias hay en la vida: una es no lograr aquello que ansía el corazón; la otra es lograrlo. En esta misma línea encontramos a Heráclito, filósofo griego, el cual expone que no es mejor para los hombres que suceda lo que desean.
“Solo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos”.
-Voltaire-
Si no queremos ver frustrados nuestros deseos, debemos desear aquello que dependa de nosotros
Ahora bien, no todos los deseos son malos por naturaleza. Algunos de ellos también pueden hacernos mejores. Tener fe ciega en lo que queremos nos abre una puerta hacia la autorrealización y el autoconocimiento, la cima más alta de las necesidades humanas. A un alma se la mide por la amplitud de sus deseos, del mismo modo que se juzga de antemano una catedral por la altura de sus torres.
Algunos pensadores creen, incluso, que solo hay una fuerza motriz: el deseo. Por eso, es tan importarte resaltar la parte positiva de la necesidad de las personas por conseguir sus objetivos. Sin esta poderosa fuerza, no hubiéramos asistido a los grandes avances de la humanidad. En el fondo, estos se deben a las ganas irracionales y al deseo desmedido por conseguir logros, riquezas y mejoras.
Los deseos de nuestra vida forman una cadena, cuyos eslabones son las esperanzas por conseguirlos. Quizás lo que más nos fascina de nuestros anhelos es que son lo únicos que nos permite vencer a nuestros miedos. Y es que el problema de desear no se encuentra en hacerlo en sí, sino en la manera en la que se expresan estas necesidades. Querer algo inalcanzable de forma desmedida nos va a llevar a ser muy infelices.
Sin embargo, sentir una gran pasión por conseguir un objetivo realista es una de los aspectos más beneficiosas que podemos tener en nuestra vida. Como en casi todos los aspectos de la existencia, la clave está en desear con moderación y de forma razonable.
“No pretendas que las cosas ocurran como tu quieres. Desea, más bien, que se produzcan tal como se producen, y serás feliz”.
-Epicteto de Frigia-