El discurso del rey y los trastornos de la comunicación
El discurso del rey es una película británica del año 2010, dirigida por Tom Hooper y protagonizada por Colin Firth, Óscar al mejor actor por su interpretación de Jorge VI, Geoffrey Rush y Helena Bonham Carter. La película contó con el aplauso del público y de la crítica, que alabaron la calidad interpretativa de sus actores. Pero además del brillante trabajo interpretativo, debemos destacar la importancia de los decorados, del vestuario… que dibujan escenas que nos trasladan a la época del propio Jorge VI.
El discurso del rey nos acerca a lo más íntimo de un personaje histórico: el rey Jorge VI del Reino Unido, y lo hace de forma magistral. Su impecable guion y su gran calidad artística y cinematográfica le valieron a la película el Óscar al mejor guión y a la mejor película, entre otros galardones. En definitiva, un excelente trabajo que nos acerca a un problema bastante olvidado por el cine: la tartamudez.
A través de un personaje histórico, nos adentramos en la inseguridad y la ansiedad que acompañan a las personas que sufren este trastorno de la comunicación. El miedo a hablar en público, la ansiedad que conlleva y las rudimentarias técnicas de la época harán de Jorge VI un hombre inseguro, lleno de temores. Unos fantasmas que harán que se sienta incapaz de dar un discurso a la altura de su condición de duque y, posteriormente, de rey.
Con la ayuda de un peculiar logopeda, Lionel Logue, Jorge VI comenzará una terapia que, más allá de ayudarle con su problema comunicativo, le hará entablar una fuerte amistad con Logue y le permitirá sacar a la luz sus temores más profundos. Al mismo tiempo, los espectadores asistimos a un lado más humano de la realeza y disfrutamos con los desafíos que propone Logue, adentrándonos no solo en los problemas derivados de la tartamudez, sino también en la historia del siglo XX. Sin sobresaltos, elegante y amena, así es El discurso del rey; una película que, nunca mejor dicho, nos dejará sin palabras.
Jorge VI y Lionel Logue
Jorge VI, conocido como Bertie en el entorno familiar, fue un rey no previsto, pues era el segundo hijo del rey Jorge V y, por tanto, quien debía ascender al trono era su hermano mayor Eduardo VIII, que reinó, pero durante un periodo muy breve de tiempo. Su educación fue estricta y digna de la realeza británica, pero siempre supo que no reinaría y, por tanto, la mayor parte de la presión y de la responsabilidad recaían siempre sobre su hermano mayor.
Sus primeros problemas para comunicarse aparecieron ya en la infancia, como en la mayoría de los niños, alrededor de los 4 o 5 años de edad. Su condición de duque de York, hijo del rey y miembro de la familia real británica hizo que se viera obligado a pronunciar algunos discursos en actos públicos, algo que agravó su situación: la ansiedad hacía que su tartamudez fuera todavía más marcada. Experimentó miedo a hablar en público e infinidad de inseguridades, probó suerte con un gran número de médicos y métodos que prometían curar su tartamudez, pero ninguno tuvo éxito.
Lionel Logue, por su parte, no tenía formación en medicina, pero, durante su juventud en Australia, se formó en oratoria y artes escénicas y, tras la Primera Guerra Mundial, se dedicó por completo a su labor como logopeda. Abrió su consulta en Londres, lugar al que acudiría el entonces duque de York.
Logue le diagnosticó a “Bertie” una coordinación deficiente entre la laringe y el diafragma y le ayudó a vencer su tartamudez gracias a ejercicios de relajación, trabalenguas y otras prácticas poco frecuentes para la época. Posteriormente y gracias a su reconocimiento, se convirtió en uno de los miembros fundadores del Colegio de Logopedas en 1944.
En la película, seguimos la terapia llevada a cabo por Logue y los logros del futuro rey. Esta terapia termina desembocando en una gran amistad que durará el resto de sus vidas, “Bertie” encuentra en Logue a un aliado, a alguien en quien confiar y a quien contarle sus mayores temores. La terapia no se basa únicamente en gárgaras o en introducirse piedras en la boca como proponían otros médicos de la época, sino que trata de profundizar en el motivo que llevó a Bertie a “perder su voz”.
Al principio, el duque se muestra reacio a los métodos de Logue, no está dispuesto a ser tratado como uno más y quiere que se refiera a él como “Su Alteza Real”, sin embargo, Logue lo llama Bertie, igual que sus familiares más íntimos, negándose a darle un trato especial.
Finalmente, Logue se irá ganando su confianza y descubriremos en Bertie un triste pasado, una infancia en la que fue sometido a burlas, en la que sufrió la trágica muerte de uno de sus hermanos y en la que no pudo ser él mismo. Su estricta educación y las duras exigencias de la realeza hicieron que Jorge VI fuera un hombre inseguro y acomplejado, incapaz de dar un discurso y, además, obligado a utilizar su mano derecha, aunque en realidad era zurdo.
El discurso del rey, además de profundizar en este trastorno de la comunicación, nos muestra la faceta más dura de la realeza y de ser una personalidad pública desde el nacimiento. Al mismo tiempo, la amistad entre ambos personajes hace que Jorge VI se acerque, un poco más, a la realidad de su pueblo, a la vida de las personas a las que lidera. Como él mismo indica en una de sus primeras sesiones, su desconocimiento del mundo es total, únicamente, conoce la vida en palacio.
El discurso del rey, la voz del pueblo
David Seidler, autor del guion, sufrió de tartamudez en su infancia y encontró en Jorge VI una figura en la que inspirarse, en la que verse reflejado. Por ello, decidió investigar cómo venció su trastorno y hablar con el hijo de Logue, que le prestaría algunos de los cuadernos de su padre. Además, uno de sus nietos, Mark Logue, escribió un libro titulado The King’s speech: How one man saved the British Monarchy, que inspiró el título de la película. El proyecto se retrasó durante varios años hasta que, en 2010, pudimos disfrutar del brillante resultado final.
Gracias a la gran calidad del filme y de sus intérpretes, tenemos la oportunidad de acercarnos más a esta figura de la realeza, un hombre tartamudo que se convirtió en la voz de un imperio en un momento muy delicado, justo cuando estaba a punto de estallar la II Guerra Mundial. Un momento en el que era crucial que los líderes de las diversas naciones tuvieran el carisma necesario para transmitir tranquilidad a sus ciudadanos, un momento en el que Jorge VI debió enfrentarse a sus mayores temores y asumir el control de una situación que no esperaba: convertirse en rey del Imperio Británico.
¿Puede un tartamudo convertirse en un gran orador? Demóstenes, a quien se menciona en la cinta, ya lo logró con mucho esfuerzo en la Antigua Grecia. Por su parte, Jorge VI, gracias a la incansable ayuda de Logue y al apoyo de su esposa, consiguió transmitir esa calma que tanto necesitaban los británicos en ese momento. En un momento de la película, se ve a Jorge VI visualizando un discurso de Hitler y, aunque no entiende el idioma, se hace palpable su inseguridad al ver la soltura y el carisma de Hitler al hablar en público.
Las escenas de los discursos son tan reales que casi podemos sentir en nuestra propia piel la ansiedad y la agonía del rey ante un micrófono, ante las miradas críticas de su público. El discurso del rey es un trabajo magnífico que nos envuelve en un viaje al pasado y nos invita a conocer uno de los miedos más comunes.
“Es fácil cuando sabes cómo”.
-El discurso del rey-