El insomnio: una señal de alarma
“Apreciamos la fina música, los bellos cuadros, mil delicadezas, pero no sabemos lo que de ellas han costado a quienes las inventaron, de insomnios, de llanto, de risas espasmódicas, de una angustia de morir que es peor que todo eso”.
-Marcel Proust-
Dar vueltas en la cama como un condenado sin poder dormir es una de las experiencias más desagradables que podamos tener. Por desgracia, son cada vez menos personas las que pueden dormir “el sueño de los justos”: ese que pasa de largo hasta la mañana siguiente y es plácido, como el de un bebé.
Actualmente, puedes encontrar varias alternativas para solucionar el insomnio. Van desde la clásica “agua de manzana” hasta los sofisticados somníferos producidos por la industria farmacéutica.
Sin embargo, la cosa no es como para tomártela a la ligera. Si bien el insomnio es relativamente común, esto no quiere decir que sea “normal”. Y si bien, en principio, no se trata de un problema grave, sí puede convertirse en una dificultad considerable.
El insomnio es un síntoma, no una enfermedad
El insomnio es básicamente el síntoma, por excelencia, de todas las enfermedades mentales y emocionales que podamos padecer. Sin embargo, sufrir de insomnio no es un factor que por sí solo indique un problema grave o que requiera tratamiento.
Vayamos por partes. El insomnio es un síntoma. Esto quiere decir que en sí mismo no es un problema, sino que remite a otro problema que está más allá de él.
El elemento que lo define es una dificultad para alcanzar el estado de relajación necesario para conducir al sueño profundo. Esa dificultad puede estar relacionada con varios factores que van desde problemas físicos, hasta enfermedades mentales graves.
La dificultad para dormir a veces, proviene de una simple cena. Si comes muy tarde o ingieres alimentos de difícil digestión, lo más probable es que tu organismo se resista a entrar en un sueño profundo. Está enfocado a evitarte una indigestión grave, antes que a facilitarte el descanso.
En este caso el insomnio es incidental, es decir que ocurre excepcionalmente y por eso no hay motivo de preocupación.
En cambio, cuando la dificultad para dormir se convierte en un hecho frecuente y no logras atribuirle una causa exacta, hay razones para tomar el asunto muy en serio. En ese caso, ya no estamos hablando de un simple síntoma, sino de la punta del iceberg de un problema más complejo.
Analizando el insomnio
Aclaremos primero que la palabra insomnio se aplica a varias situaciones:
- Cuando, definitivamente, no puedes dormir y pasas prácticamente toda la noche en claro.
- Cuando duermes, pero te despiertas súbitamente y no puedes volver a conciliar el sueño, aunque te sientas mortalmente cansado.
- Cuando te duermes de manera intermitente, es decir, que concilias el sueño, pero no dura mucho; te despiertas y, con cierta dificultad vuelves a dormir, pero se repite la situación.
Lo que hay en común en todas esas situaciones es una resistencia a dormir, en el sentido estricto del término. Desde el punto de vista psicoanalítico, podría decirse que se trata de un miedo a soñar.
En el sueño, desaparece en gran medida la censura impuesta por la razón. Pueden ocurrir eventos que consideramos “ilógicos” y, sin embargo, sometidos a una interpretación, revelan grandes verdades ocultas en el ser humano.
Al soñar, perdemos el control sobre lo que hay en nuestra mente y pueden emerger realidades que experimentamos como incómodas o atemorizantes.
El insomnio es un indicador de que hay una verdad oculta de la que no queremos saber. Tememos que aparezca durante el sueño y por eso reprimimos el acto de dormir.
El insomnio puro no necesita de motivos. Aparece sin más, en cualquier momento y sin ninguna razón. La verdad que oculta es tanto la semilla de una revelación sobre algo que necesitas saber o el núcleo de un estado emocional o mental más difícil de dilucidar.
Sea cual sea el caso, cuando el insomnio se vuelve crónico es necesario consultar a un especialista. Se debe tomar como un síntoma de alarma, que anuncia la presencia de algo que es urgente resolver.
Imagen cortesía de Germán Álvarez de Cienfuegos Gálvez