El interesante concepto de infancia en Walter Kohan
Walter Kohan es un filósofo especializado en temas de educación. Ha abordado como pocos el concepto de infancia, aportando una serie de ideas interesantes e innovadoras. Hoy por hoy, este pensador se desempeña como «educador de niños» de 6 a 7 años en la ciudad de Río de Janeiro (Brasil).
Para Kohan, la infancia no es una etapa de la vida, sino una forma de conciencia. Piensa que, si bien es el primer momento que toda persona experimenta, también constituye un estado que puede y debe seguirse cultivando. Está convencido que solo de esta manera la vida se torna interesante. También de que a todo ser humano debe estimulársele para que filosofe.
Este especialista también destaca las bondades del método de enseñanza socrático. En particular, considera que el maestro no debe imponerle su visión del mundo a los niños (de cualquier edad), sino acompañarlos en la búsqueda de sus propios saberes y verdades. Enseguida veremos más en detalle el concepto de infancia en Kohan y sus implicaciones en la educación.
«Creo tal vez, que la cosa más importante es que la filosofía me ha permitido recordar que soy niño, recordar mi infancia y ver mi infancia, no como algo pasado y que hay que superar para ser adulto, por el contrario, como una posibilidad de ser más un adulto como quiero ser de lo que era».
-Walter Kohan-
Walter Kohan y la infancia
Walter Kohan piensa que la infancia es, ante todo, un estado. Se trata de una condición de libertad , abierta a lo sorprendente y curiosa ante lo desconocido. Está muy asociada a la plenitud del ser, y puede mantenerse viva a lo largo del tiempo. Kohan señala que el concepto de infancia comprende por lo menos las siguientes tres connotaciones:
- Chronos. Hace referencia a la temporalidad de la infancia y está asociada al concepto clásico de la misma. De ella se ocupa la ciencia. Aborda, esencialmente, el desarrollo biológico y psicosocial que tiene lugar en los primeros años de vida.
- Aión. Tiene que ver con el paso del tiempo, con el devenir. Más exactamente, con todas aquellas experiencias que irrumpen sobre lo establecido y lo alteran. El tiempo de la creación, del descubrimiento, de la innovación. Es una forma en que se expresa la infancia a lo largo de toda la vida.
- Kairós. Es un lapso indeterminado, en el cual ocurre algo trascendente. Ese «algo» no tiene utilidad o provecho inmediato, sino que crea cierto desorden o desmesura que lleva a la plenitud. Dicho de otra manera, esos momentos en los que la emoción nos secuestra, las mariposas en el estómago vuelan o sentimos el pulso del universo en las venas. La dicha en toda su expresión.
La infancia y la escuela
Kohan asegura que la escuela tradicional no está hecha para transformar, sino para reproducir lo aceptado en una sociedad. Se parte de la idea de que la infancia no tiene voz o no tiene nada que decir. Quienes tienen el uso de la palabra, básicamente, son los maestros y la institución. Pareciera que su función fuera la de «sacar de la ignorancia» o del «error» a los niños.
En esa concepción la escucha queda relegada, excepto para lo que pueda entorpecer ese proceso de transmisión. Sin embargo, para alguien que preste atención, el infante sí da señales de algo nuevo, incluso proporciona nuevas formas de hablar y de nombrar las cosas. Hay una lucidez infantil que debe ser comprendida y no tanto controlada.
Lo anterior no solo aplica para el niño como tal. Como lo hemos visto, para Kohan la infancia no termina cuando se cumple determinada edad, sino que está presente siempre. Particularmente, en los instantes de plenitud emocional, de creación y de invención. También en esos casos debe ser escuchada, antes que controlada.
La sensibilidad para la infancia
Más allá de señalar un método o de implantar una nueva concepción, lo que pretende Kohan es promover una sensibilidad hacia la infancia. Esta, por supuesto, debe comenzar por padres y maestros, con los niños pequeños. Su función está más en dejarlos ser y acompañarlos que en condicionarlos.
La sensibilidad para la infancia también debe aplicarse a los adultos. Hay que acoger y celebrar la expresión de lo infantil genuino en una persona adulta. Lo infantil no es el capricho, ni las manifestaciones de egocentrismo, sino lo espontáneo, la aproximación al juego, la exploración de lo posible y la vivencia profunda de las emociones.
La infancia, dice Walter Kohan, es, ante todo, una fuente de alegría y de libertad. En el niño pequeño hay que protegerla y en el adulto, reivindicarla. Tal vez así disfrutaríamos más la aventura de vivir.
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