El lado más oscuro de Caravaggio
Michelangelo Merisi da Caravaggio es uno de esos artistas malditos que sigue fascinando y aterrando por igual. Su vida, como su propio estilo, se movía entre esos trazos claroscuros llenando cada rincón de su existencia, de su carácter y sus obras. Su personalidad era tan poco convencional y provocativa como esos cuadros que aún hoy nos siguen sobrecogiendo por su expresividad, por esa fuerza que trasciende al lienzo.
Dicen de él que asentó las bases mismas del Barroco y que cambió el rumbo de la pintura. Cuando el Renacimiento ya bordeaba el ocaso, este artista italiano empezó a introducir en su arte las pinceladas de ese tenebrismo que más tarde asentaría escuela y tendencia. Sin embargo, ese estilo pictórico en el que jugar con los contrastes de las luces y las sombras, era en realidad, el reflejo mismo de la mente que le dio forma.
Caravaggio era el prototipo perfecto de las películas de Martin Scorsese. Habitaba en los bajos fondos de la Roma del siglo XVI. Lo suyo eran las peleas, los excesos, el comportamiento pendenciero… Sin embargo, había en él algo más que un carácter tendente a las trifulcas callejeras.
Por más que se le describa a menudo como “el chico malo del Barroco” en su persona, en su mente, se contenía algo más oscuro. Hay estudios que hablan de esquizofrenia, algo que justificaría quizá sus tendencias violentas.
Caravaggio y el realismo que fue considerado como “blasfemo”
Caravaggio era muy joven cuando llegó a Roma lleno de ilusiones y proyectos. La ciudad vivía en aquella época bajo el contexto de la contrarreforma, de manera que su estilo casi revolucionario fue bien recibido frente a la clásica sobriedad del velo protestante. Su forma de pintar alzaba expectación y repulsa por igual. En su estilo, caía el idealismo para dar paso a un realismo crudo, altamente expresivo y a menudo dramático.
Caravaggio elegía personas de la calle para sus obras. De pronto, las vírgenes, los apóstoles y los santos tenían el rostro de esos borrachos, de esos ladronzuelos, ancianos o esas prostitutas que poblaban los barrios romanos. En esos rostros había un potencial expresivo que solo él podía ver y transmitir. En sus obras se entremezclaba lo religioso, con la sombra de la miseria, el reflejo de lo sagrado con el abismo de la violencia contenida o la locura.
Sus trabajos despertaron la admiración y también la ira de muchos puristas que llegaron a calificarlo como blasfemo. Los personajes bíblicos eran de pronto representados a través de rostros marginales en los que ya no había rastro de idealización alguna.
El artista con un pincel en una mano y la espada en la otra
El escritor flamenco Karel van Mander escribió la que se considera una de las biografías de Caravaggio más acertadas. En este trabajo explica que la vida del maestro del Barroco se dividía de dos modos muy concretos.
Pasaba unos 15 días trabajando con intensidad para después desaparecer durante meses. El propio cardenal Francesco María del Monte, quien le pidió decorar una de las capillas de la iglesia de san Luis de los Franceses, fue testigo de esto mismo.
Dejaba los pinceles para coger la espada y perderse por las calles romanas. ¿La razón? Era un hombre con una clara predilección hacia la violencia, promovido en muchos casos por la bebida. Atacaba a personas llevado por ataques de ira, se batía en peleas por mero placer y en muchos casos, esos enfrentamientos terminaban mal.
Karel van Mander señala que su llegada Roma desde Milán pudo estar motivada por una huída, por un asesinato cometido en su ciudad natal. Aunque este, no sería el único crimen que cometería.
Bisexualidad, esquizofrenia y conductas violentas
Algo por lo que era conocido Caravaggio entre sus compañeros de profesión era por sus “limpiapinceles”. Solía rodearse de jóvenes (a menudo niños) a los que iniciaba en el mundo del arte y también en el de las relaciones sexuales. De ahí también, que se hable a menudo de sus tendencias pederastas. Solía usar a muchos de ellos como modelos de sus obras, como por ejemplo, en la obra Niño con una canasta de frutas.
Por su parte, el biógrafo Graham-Dixon explica en su libro Caravaggio: Una vida sagrada y profana que en realidad que es mejor verlo como omnisexual. Iba con hombres, niños, prostitutas… Nunca amó nadie, porque en su personalidad no había espacio para algo llamado amor o ternura.
Él solo entendía el mundo a través del claroscuro, de esa pasión que roza la violencia, de ese mundo descarnado en el que asomaba por igual la belleza y las más oscuras tinieblas. Sus biógrafos coinciden en todos esos actos que lo llevaron a juicio en 11 ocasiones a lo largo de su vida. Fue alguien que conoció la cárcel durante varios periodos.
En 1603, por ejemplo, fue denunciado por difundir poemas difamatorios contra Giovanni Baglioni. En mayo de 1605, el pintor fue arrestado por portar un arma ilegal (la espada) y por herir con ella a un notario, Mariano Pasqualone.
Más tarde, en 1606, la vida de Caravaggio cambiaría para siempre: debe huir de Roma tras matar en un duelo a Ranuccio Tomassoni, un mafioso romano con el que solía tener constantes reyertas. Tras ese hecho se va a Nápoles, entrando en un nuevo ciclo de agresiones e intentos de asesinato hacia su persona, de depresiones y alcohol. A los A los 36 años intenta volver a su querida Roma, buscando el perdón Papal.
No lo logró, nunca llegó a ver ni a pisar esta ciudad. Fallecería dos años después víctima de las fiebres en Porto Ércole, cerca de la Toscana.
Caravaggio y la esquizofrenia
El carácter tempestuoso y violento de Caravaggio ha hecho sospechar a los expertos durante décadas en la posibilidad de que sufriera o bien un trastorno límite de la personalidad o una esquizofrenia paranoide. La sospecha de esta última condición es la que más consenso obtiene a día de hoy.
No solo su comportamiento homicida reflejaría muchas de esas características definitorias. Llama la atención, sobre todo, sus obras, el reflejo del sufrimiento en muchos de los rostros que pintó así como en esa fascinación por las decapitaciones.
Su obsesión por reflejar a menudo lo más abyecto del ser humano podría atisbar (junto a sus actos cometidos) la sombra de alguna enfermedad mental.
No obstante, somos conscientes de que todo ello no son más que meras conjeturas. Caravaggio fue un hombre violento que vivió en una época violenta; es cierto. Y de ahí, la dualidad que nos sigue generando, su obra, su dramatismo y furor pictórico nos sigue admirando y fascinando. La persona detrás de la obra, continúa inquietándonos 400 años después.
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- Fried, M (1997) "Reflexiones sobre Caravaggio" Consulta crítica 24 13-56
- Friedlander, W (1955) Caravaggio Studies New Jersey: Princeton University Press
- Graham-Dixon. A (2011) Caravaggio.: Una vida sagrada y profana. Taurus