El mito de Dioniso, el dios alegre y fatal
El mito de Dioniso, que es el mismo de Baco en la mitología romana, nos habla de un semidios vital, alegre y siempre dispuesto a la celebración. Se le consideraba el dios de la fertilidad y del vino, y también el inspirador de la locura ritual y del éxtasis. Hay dos versiones básicas de su origen y ambas son muy bellas.
La primera versión del origen del mito de Dioniso señala que era hijo de Zeus, dios de dioses, y de Perséfone, la reina del Mundo de los muertos.
Hera, la celosa esposa de Zeus, solo quería matar al niño. Para lograrlo se valió de los titanes, quienes atrajeron al pequeño mostrándole algunos juguetes. Este fue tras ellos y luego los Titanes lo mataron, lo descuartizaron, lo cocieron y lo engulleron.
Zeus, que amaba entrañablemente a este hijo, lanzó su rayo fulminante contra los Titanes. Notó que el corazón de Dioniso no había sido devorado y entonces lo revivió a partir de ese órgano.
De las cenizas de los Titanes nació el hombre. Como ellos habían devorado a Dioniso en parte, los humanos llevan dentro de sí lo dionisíaco y lo titánico.
“El vino es el amigo del sabio y el enemigo del borracho. Es amargo y útil como el consejo del filósofo, está permitido a la gente y prohibido a los imbéciles. Empuja al estúpido hacia las tinieblas y guía al sabio hacia Dios”.
-Avicena-
Otra versión del mito de Dioniso
La segunda versión del mito de Dioniso, quizás la más popular, señala que había una princesa muy bella llamada Sémele.
Zeus se enamoró de ella en cuanto la vio y tomó la forma humana para poder frecuentarla. Así la conquistó y luego la sedujo. Después ella quedó encinta y Zeus le confesó quien era él en realidad.
Nuevamente aquí aparecen los celos de Hera, la esposa de Zeus. Cuando supo de la infidelidad de su esposo, también adoptó la forma humana y se presentó ante Sémele en forma de nodriza. Valiéndose de artimañas logró que la princesa le confesara quién era el verdadero padre del niño. Hera, entonces, le insinuó que Zeus quizás no era quien decía que era. De este modo, sembró una cizaña.
Para salir de dudas, Sémele pidió a Zeus que se presentara ante ella como dios, no como mortal. El dios del Olimpo le había prometido que siempre complacería todos sus deseos y, por lo mismo, no podía negarse a la petición. De este modo, se convirtió en rayo y en trueno, por lo cual la princesa murió carbonizada. Dioniso, que estaba en su vientre, se salvó. Zeus lo puso en su pierna y tras un tiempo, Dioniso nació.
Un dios alegre
El mito de Dioniso señala que Zeus encomendó a su hijo al cuidado de Ino, quien era hermana de la princesa muerta, y a su esposo. Sin embargo, Hera, que seguía celosa, se valió de astucias para tratar de enloquecer a estos padres adoptivos. Zeus decidió entonces convertir a Dioniso en un cabrito y se lo encomendó a Hermes, quien, a su vez, lo entregó a las ninfas para que lo educaran.
Dioniso creció gracias a los cuidados de las ninfas y de Sileno, un anciano bondadoso que pasaba mucho tiempo borracho, pero tenía el don de la profecía. Junto a él, a las ninfas, a los sátiros y a las ménades, Dioniso se hizo hombre.
Era un joven hermoso, muy alegre y dinámico. Fue él quien descubrió el cultivo de la vid y el vino. Luego recorrió muchos lugares enseñando los secretos del arte del vino.
Durante sus viajes, Dioniso vivió grandes aventuras. La más conocida se produjo cuando estaba en la costa y unos piratas lo raptaron, pues pensaron que se trataba de un príncipe. Querían pedir un rescate por él. Sin embargo, no imaginaban lo que iba a sucederles.
Dioniso y el culto a la diversión
Cuando los piratas intentaron atar a Dioniso, ninguna cuerda funcionaba. El dios se convirtió en un león y luego imitó el sonido de muchas flautas. Esto enloqueció a sus captores, quienes presas del pánico se lanzaron al mar. Luego Dioniso los convirtió en delfines. Estos animales son en realidad piratas arrepentidos y por eso ayudan a los náufragos.
Dioniso se casó con Ariadna, luego de que ella fuera abandonada por Teseo en una isla. El dios se compadeció y la desposó. También aparece en infinidad de historias de la mitología y entre los griegos fue un dios muy apreciado. Cuando terminó su labor de enseñarle a los hombres el proceso del vino, pidió ir al Olimpo.
El deseo le fue concedido, pero antes de ir a reunirse con los demás dioses, cuenta el mito de Dioniso que este bajó al inframundo para sacar de allí a su madre, Sémele, quien terminó convertida en una constelación del firmamento. A Dioniso se le asocia con las fiestas, la diversión, los estados de éxtasis, el teatro y los placeres.
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- Detienne, M. (2009). Dioniso a cielo abierto. Un itinerario antropológico en los rostros y las moradas del dios del vino. Lingua, 16, 00.