El perfil psicológico del Joker, más allá de la máscara
Es solo un personaje, pero, aun así, nos fascina. Y que nos fascine alguien que comete actos violentos, un sociópata con aires de grandeza guiado básicamente por el deseo de venganza, es algo que al mismo tiempo nos inquieta y que contradice incluso muchos de nuestros principios morales. Ahora bien, el perfil psicológico del Joker va mucho más allá del mero icono cultural.
El universo conceptual que se inscribe detrás del villano más polifacético del mundo del cómic trasciende incluso los límites de su propia personalidad. En esta nueva producción cinematográfica, su director, Todd Phillips, indaga por primera vez en el origen del célebre payaso del crimen. Para ello, nos presenta a Arthur Fleck, un comediante fallido, un paria solitario víctima de una sociedad tan oscura como cruel.
El recorrido que ha hecho el personaje del Joker en el mundo del cine es bastante extenso. Desde que Tim Burton nos lo presentó por primera vez allá por 1989, no ha hecho más que madurar una idea, trazar con aplomo y contundencia los trazos de un perfil muy claro. Ya en el Caballero Oscuro, y con la interpretación de Heath Ledger, vimos a un payaso que se alzó como algo más que un mero agente del caos.
El Joker es lo que Thomas Hobbes definió en su Leviatán . Es el resultado de una humanidad claramente defectuosa e inherentemente corrupta. En medio de ese escenario de bajeza moral y oscuridad, el célebre antagonista de Batman buscaba intensificar aún más esa destructividad casi innata de nuestra sociedad.
Ahora bien, en esta última película estrenada hace pocas semanas, entendemos el porqué de ese deseo de destrucción e impulsividad hacia la violencia. Como nos señala Peter Vronsky, escritor y especialista en psicología criminal, la mayoría de los «monstruos» no nacen, los crea la sociedad.
El perfil psicológico del Joker
La primera pregunta que, sin duda, nos viene a la mente cuando vemos la última producción sobre el Joker es por qué empatizamos de un modo tan intenso con él. Posiblemente, nunca habíamos visto a un villano tan humano y, a su vez, tan vulnerable. Es imposible no meterse en sus zapatos de payaso al ver su enfermedad y la carencia de una sociedad incapaz de asistir y dar una respuesta efectiva a quien lo necesita.
El mundo de Gotham puede extrapolarse perfectamente a nuestra sociedad actual. Ahora bien, algo que, por contra, no debemos relacionar es el vínculo entre las enfermedades mentales y la violencia. El perfil psicológico del Joker es complejo, pero ningún trastorno justifica los actos poco éticos que vemos en la película. Es más, la mayoría de personas con una personalidad psicopática o con un trastorno de la personalidad antisocial, no son homicidas.
La incontinencia afectiva
Una de las características más llamativas del Joker es su risa incontrolable, escandalosa y, a menudo, hasta poco oportuna. Lejos de ser una invención de la industria DC, es interesante saber que se trata de una enfermedad real.
La incontinencia afectiva o afección pseudobulbar tiene como origen un daño neurológico, bien a causa de un impacto, un accidente o debido a una enfermedad neurodegenerativa.
Un pasado traumático
Gran parte de los asesinos en serie de nuestra historia y de personas que cometen actos de gran violencia son sobrevivientes de algún tipo de trauma en la primera infancia. Realidades tan dramáticas como el abuso físico o sexual, la disfunción familiar o incluso progenitores emocionalmente distantes o ausentes genera en el cerebro infantil serias secuelas.
Este es el caso precisamente de Arthur Fleck, quien más tarde da paso al personaje del Joker.
Como curiosidad, cabe señalar que el trauma es el único elemento recurrente en gran parte de las biografías de la mayoría de los asesinos de nuestra historia. Una curiosa excepción sería la de Ted Bundy, quien entraría en ese componente biológico de la maldad, tal y como nos señalarían autores como la doctora Art Beaudet, del departamento de Genética Molecular y Humana de la Universidad de Medicina en Houston, Texas.
Perfil psicológico del Joker: el trastorno de la personalidad antisocial
Si hay una realidad que define por completo al Joker es el trastorno de la personalidad antisocial. En este trastorno de conducta, el sociópata se caracteriza básicamente por no ajustarse a las normas sociales y por cometer actos violentos y delictivos.
Asimismo, lleva a cabo un patrón repetitivo y persistente donde violar derechos básicos sobre las personas y la sociedad en general. Aparece la agresión, los hurtos y el desafío a las leyes y normas sociales.
Los delirios
Los pensamientos que son, a todas luces, irreales para el espectador, se presentan como irrefutables para el Joker (como el romance con la vecina), reciben el nombre de delirios. En esta película, quien está detrás de la pantalla puede experimentar el rol de acompañante de una persona con delirios, magistralmente plasmados.
¿Qué dicen los expertos?
El psicólogo forense y experto en criminología, Gustavo Álvarez, señala que para determinar el perfil psicológico del Joker hay que entender la película como un proceso.
Según este especialista, existe un factor predisponente en Arthur: un trastorno psicológico que pendula entre la psicosis y la esquizofrenia. Ahora bien, a lo largo del film el protagonista intenta manejar y reprimir esta condición con los pocos recursos que posee. Pero, el abandono por parte del sistema de salud y el hostigamiento de la sociedad no lo ayudan con su cometido.
En este sentido, el entorno hostil y las experiencias traumáticas fungen como “factores detonantes” de su propia condición. Entre los más notorios: cuando Arthur descubre que su madre lo engañó toda su vida, o cuando el comediante de televisión que él admira lo ridiculiza.
Por su parte, El psicoanalista Jorge Bafico afirma que, en la transición de Arthur hasta el Joker, se observa cómo este identifica el propósito de su vida en la violencia. Con respecto a esto, Bafico explica: “es terrible, pero, para él, asesinar es terapéutico. Le encuentra un sentido a la vida y mata para no matarse”.
Con respecto a esto, Álvarez afirma que el Joker terminó encontrando su lugar en el delito y hasta él se sorprende cuando descubre que se encuentra a sí mismo cuando mata. Asimismo, destaca que en el mundo real se pueden evidenciar la misma situación de la película:
“Muchachos que tenían un vacío existencial muy fuerte, que no tienen proyectos de vida y encuentran pertenencia y pertinencia en la subcultura criminal”.
El Joker y nuestro deseo silencioso por romper las normas
El Joker gusta y destila a su vez un controvertido encanto para la población en general. Y esto se debe básicamente a dos cosas, la primera es que por primera vez hemos logrado empatizar con el ser humano y no solo con el personaje. En esta última producción, y debido sobre todo a la sublime y hasta sobrenatural actuación de Joaquin Phoenix, se nos presenta el renacer de un Joker como consecuencia de una serie de eventos tan dramáticos como cercanos a su vez.
En segundo lugar, hay algo evidente: sus crímenes no están alimentados por el deseo de dinero u otros fines materiales. Sus motivaciones son ideológicas y filosóficas. Es la oscuridad rebelada tras un trauma, la sombra que emerge tras el impacto de una sociedad que agrede, que ignora al débil, que se autoalimenta de su propia corrupción.
La Sombra que hay en nosotros
Estas ideas nos recuerdan, sin duda, al concepto de Sombra del que nos habló Carl Jung. En nuestro interior habitan unos impulsos adversos que debemos aceptar y sacar a la luz para sanarlos y proceder a la sanación. El perfil psicológico del Joker nos muestra que el personaje no solo deja escapar su Sombra, sino que lejos de sanarla sale a bailar con ella y la deja libre.
Joker representa quizá esa parte de nosotros que ansía romper las reglas y reaccionar. De ese modo, si el Joker de Nicholson nos trajo a un gánster, el de Heath Ledger a un agente del caos, el Jared Leto a un sociópata, con Joaquin Phoenix vemos ante todo una clara señal de advertencia y una invitación directa a reflexionar como sociedad.
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- Hobbes, T., & Missner, M. (2016). Thomas Hobbes: Leviathan (Longman Library of Primary Sources in Philosophy). Routledge.
- Ward, B. V., Maidment, B. J., Oliver, B. M., Warrington, B. J., Nanu, B. M., & Woods, B. B. (2013, 10 abril). Studying Adam Lanza: is evil in our genes? The Telegraph. Recuperado 9 de junio de 2022, de https://www.telegraph.co.uk/news/science/science-news/9968753/Studying-Adam-Lanza-is-evil-in-our-genes.html