El riesgo de dar las cosas por sentado
Suele decirse que un error común de las personas es dar las cosas por sentado. Pensar que por ejemplo nuestra familia va a darlo todo por nosotros en cada momento, que podremos contar con nuestros amigos siempre que queramos, o que nuestras parejas van a querernos siempre, hagamos lo que hagamos, es sin duda un error del que debemos ser conscientes.
No se trata en absoluto de ser fatalistas o negativos, asumir que lo que tenemos ahora no es eternamente seguro, nos permitirá poner el ojo en ese agujero de la aguja para ver qué fino y frágil puede llegar a ser ese hilo que enhebra nuestra actual felicidad. Pensar que nuestro presente va a continuar tal y nosotros queremos, es un error muy común entre muchas personas.
Dar las cosas por sentado puede ser un terrible error
Y es que, cuando las cosas empiezan a darse por sentado es el momento en que dejamos de ver la auténtica importancia de lo que nos rodea. Un instante en que, sencillamente, volvemos el rostro y el corazón a la verdadera esencia de nuestra vida. Dejamos de esforzarnos por aquello que realmente queremos.
Reconocer, apreciar y valorar
Seguro que te ha pasado alguna vez. Que una mañana te llame ese familiar para pedirte un favor, un favor que no puedes cumplir con tanta celeridad como la otra persona espera. O que ese amigo te pida otro favor que va en contra de tus principios… ambos se enfadan y te echan por cara tu falsedad o que no los quieres tanto como ellos a ti. ¿Por qué ocurren estas cosas?
Sencillamente porque existen tipos de personalidad de acusada inflexibilidad, incapaces de comprender y de ponerse en el lugar de los otros. Personas que, sencillamente, dan por sentado que vamos a estar ahí a cada instante y en todo tipo de situaciones.
Otro caso a tener en cuenta son las relaciones de pareja. Esos momentos en que nuestros cónyuges, dejan de esforzarse en el día a día, dejando escapar detalles, pasando por alto muchos aspectos porque piensan, que también el amor y el cariño “puede darse por sentado”. Que no requiere esfuerzo y dedicación.
De algún modo algo que todos solemos dar por sentado es nuestra cotidianidad. Que mañana será igual que hoy, que los imprevistos no surgen, que nuestra tranquilidad no puede romperse de pronto con la fatalidad
Nos dejamos llevar por la rutina sin detenernos a pensar que tal vez, la auténtica felicidad esté en esa sencillez del día a día, en dar un paseo, en compartir un café, una conversación, un abrazo o una risa espontánea. Nos preocupamos a veces por cosas que no son realmente importantes, dando por sentado otras que, en realidad, son los pilares de nuestra vida. La auténtica felicidad.
No dar las cosas por sentado nos ayuda a ver la realidad
El NO dar las cosas por sentado nos ayuda a ver lo que nos rodea en su auténtica trascendencia. No pienses que ese amigo va a decirte siempre que sí simplemente porque os conocéis desde la infancia y conoce todos tus secretos. Que tu familia está siempre dispuesta a darlo todo por ti sin limitaciones, o que tu pareja, va a sentir lo mismo por ti cada día y en cada momento hagas lo que hagas.
El no dar las cosas por sentado nos va a obligar a esforzarnos. A envestir nuestra voluntad y nuestras emociones para trabajar cada día nuestras relaciones sociales.Haz lo mismo con tu familia, vive cada momento con ellos con la mayor armonía y sinceridad posible, disfruta de este presente en común y de las pequeñas cosas que podéis construir entre todos.
Vivir de las pequeñas cosas al máximo disfrutando del presente en toda su intensidad, es el mayor pilar que puede sustentar nuestra verdadera felicidad
El dar por sentado las cosas nos va a poner una venda en los ojos que nos provocará alguna que otra caída. Pregúntate sobre todo lo que te rodea y sobre quienes te rodean: ¿Qué puedes hacer hoy para que tu pareja sonría? ¿Qué puedes idear para que tus hijos disfruten de esta tarde en tu compañía? ¿Qué puedes hacer para ayudar a tus padres?
Es una regla sencilla: dar para recibir. Reconoce todo lo que tienes, aprecia lo que eres y a quienes te rodean.