El sesgo de negatividad según la ciencia
Los seres humanos tenemos cierta tendencia a pensar sobre aquello que no fue tan bien, en lugar de reflexionar sobre los aspectos que sí lo fueron. De ahí que nuestros recuerdos agradables y positivos puedan quedar empañados por simples encuentros desagradables. A esto es a lo que se refiere el sesgo de negatividad, al valor que le damos a lo negativo.
Este es, además, el sesgo que explica las razones por las que los eventos traumáticos y las experiencias negativas permanecen más tiempo y parecen afectarnos más que las positivas. Parece que estas experiencias más o menos desagradables tienden a volverse más intensas en nuestros pensamientos. Profundicemos.
Las bases evolutivas
En muchas ocasiones, una mala noticia nos produce mucho más impacto que una buena o incluso puede que las críticas nos afecten mucho más que los cumplidos.
En el libro El Cerebro de Buda, el neurocientífico Rick Hanson aventura una explicación, que ha sido avalada por muchos otros investigadores, sobre el origen del carácter evolutivo de este sesgo de negatividad.
Según Hanson, este sesgo de negatividad es una consecuencia de la evolución por la que nuestros antepasados aprendieron a tomar decisiones inteligentes en situaciones de alto riesgo. Este tipo de decisiones fueron las que les hicieron sobrevivir el tiempo suficiente para garantizar la siguiente generación. Eran cuestión de vida o muerte.
Así, los individuos que vivían en sintonía con los posibles sucesos peligrosos tenían más probabilidades de sobrevivir. Con el tiempo, la estructura cerebral se adaptó de forma muy lenta para prestar más atención a la información negativa que a la positiva.
Las diferentes investigaciones parecen estar de acuerdo en que este sesgo de negatividad se desarrolla en la primera infancia. Alrededor del primer año, la atención de los bebés cambia de las expresiones faciales positivas a enfocarse más hacia los estímulos negativos.
Las bases biológicas
En los estudios realizados por el psicólogo John Cacioppo sobre sobre el procesamiento neuronal del sesgo de negatividad, se ha podido comprobar que la respuesta del cerebro a estímulos sensoriales, cognitivos y motores negativos provocan una activación mucho mayor que los sucesos positivos. Especialmente en la corteza cerebral.
Como resultado de lo anterior, hoy en día, este sesgo de negatividad favorece e influye en que nos centremos en lo negativo que nos rodea, incluso a la hora de tomar una decisión.
También parece influir mucho en la motivación con la que se completa una tarea. Es curioso que nos motiva mucho más una tarea que suponga evitar una experiencia negativa que la motivación que le ponemos a una tarea cuando el premio es un incentivo positivo.
Por su parte, el enfoque evolucionista nos sugiere que esta es tan solo una tendencia que poseemos dirigida a evitar el daño producido por situaciones negativas y que es, simplemente, una forma a través de la que nuestro cerebro intenta mantenernos seguros y protegidos.
¿Cuáles son los efectos del sesgo de negatividad en nuestra vida?
Aunque parece que este sesgo de negatividad nos ha ayudado a sobrevivir como especie, lo cierto es que en nuestro día a día produce unos efectos bastante indeseables que conviene al menos conocer.
Además de afectar a nuestra toma de decisiones y a los riesgos que estamos dispuestos a asumir, este sesgo parece tener también un gran impacto en la forma en que percibimos a otras personas. En las relaciones cercanas, puede llevarnos a pensar y esperar lo peor de los demás.
Nos creemos antes las noticias falsas si son negativas
El sesgo de negatividad tiene consecuencias tan dispares como las que nos hacen más proclives a dar más credibilidad a las noticias negativas que a las positivas. Este tipo de noticias no solo atraen mucho más nuestra atención sobre ellas, sino que les damos mayor validez, aunque puedan ser falsas.
Afecta también a nuestros valores e ideologías y parecen tener mucho que ver con la tendencia a aferrarse a la tradición y la seguridad ante estímulos ambiguos y los cambios que se puedan considerar amenazantes.
Como vemos, más nos vale reflexionar sobre cuál es nuestra tendencia en la mayoría de las situaciones y tener en cuenta la presencia del sesgo de negatividad, sobre todo si deseamos que nuestras decisiones sean las más adecuadas posibles.
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