Activando nuestros filtros: la percepción selectiva

Activando nuestros filtros: la percepción selectiva
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Sonia Budner

Última actualización: 03 septiembre, 2019

La percepción selectiva es una distorsión cognitiva muy común. Afecta al proceso de percepción y nos hace ver, escuchar o enfocar nuestra atención en un estímulo en función de nuestras expectativas sin atender al resto de la información. Un ejemplo se produce cuando decidimos hacernos con un determinado bien, como un coche, y empezamos a fijarnos más en los diferentes modelos. Otro ejemplo se produciría cuando esperamos a alguien y sabemos en qué dirección aparecerá.

Se relaciona con las ideas preconcebidas, nuestros intereses y con las ganas o miedos que tenemos a qué algo suceda. Es una interpretación sesgada y parcial de la realidad. La función de la percepción selectiva es optimizar la inversión de nuestros recursos cognitivos, aglutinándolos, por ejemplo, allí donde esperamos que ocurra algo.

Además, nuestras emociones tienen mucho que ver con este proceso. Generamos un escenario paralelo con el que trabajamos y que se puede parecer más o menos a lo que en realidad ocurre. Así, en la configuración de esa, nuestra realidad, la percepción selectiva juega un papel importante.

“La percepción está parcial o totalmente determinada por la rutina en la que se fijan estímulos con necesidades”.

-Joseph Thomas Klapper-

¿Cómo se crean los filtros en la percepción selectiva?

Hay dos modelos que intentan explicar este proceso:

  • El modelo Posner que diferencia la percepción del mensaje en tres etapas: cambios en la atención, enganche y desenganche atencional. Es decir, el mensaje capta nuestra atención, empezamos a procesar la nueva información, y fin de la percepción para dirigir la atención hacia otros estímulos.
  • El modelo La Bergue, complementario al modelo de Posner y también en tres etapas: selección, preparación y mantenimiento, está ultima es el tiempo que dedicamos a percibir el mensaje.

En ambos modelos se identifica un proceso por el cual se realiza la percepción selectiva y no sobre una sola acción.

Mente con forma de puzzle

¿Qué nos influye?

Principalmente dos tipos de fenómenos: la naturaleza del estímulo y los aspectos internos de cada uno. La naturaleza de los estímulos se refiere a aspectos sensoriales por los que percibimos más intensamente unos estímulos que otros. Pueden ser característicos del estímulo, como el tamaño, el color, la forma, el movimiento, el emplazamiento o el efecto sorpresa.

Entre los aspectos internos del individuo, como más importantes, tenemos a las expectativas y la motivación. Tendemos a percibir más intensamente lo que esperamos ver o lo que nos interesa. Esto puede activar la atención involuntaria, esa que captura nuestra atención de manera instintiva, como puede ser el llanto de un bebé. La misma que conocen bien los publicistas para hacer que dirijamos nuestra atención a las características más notables de lo que nos quieren vender.

Este fenómeno origina distorsiones perceptivas como:

  • La exposición selectiva, solo vemos y escuchamos lo que nos agrada.
  • La atención selectiva, hace que nos enfoquemos en lo que nos interesa descartando el resto de la información.
  • La defensa perceptual mediante la cual borramos de nuestro campo perceptivo aquellos elementos que nos amenazan.

La percepción selectiva: un arma de doble filo

A pesar de ser un mecanismo que permite al individuo filtrar las informaciones relevantes y evitar así una sobrecarga de estímulos, la percepción selectiva nos hace perder información muy valiosa en muchas situaciones. La cantidad de estímulos que somos susceptibles de percibir es enorme. Solamente, como receptores de mensajes publicitarios, somos objetivo de cientos de mensajes que tendrán gran influencia en nuestro comportamiento.

Se da también en las relaciones sentimentales, donde a priori se puede ignorar información importante porque se tiende a percibir lo que resulta interesante o cumple con las expectativas del individuo. Incluso ocurre a la hora de formar el autoconcepto porque dificulta la objetividad.

Nube en la mente para representar el fenómeno de la percepción selectiva

Dearborn y Simon estudiaron el efecto de la percepción selectiva en los ejecutivos de grandes empresas y concluyeron que la comprensión de estímulos complejos es más profunda cuando estos no son novedosos.

Estudiaron también el caso de la relación dentro de las empresas entre jefes y empleados y encontraron que la imagen positiva o negativa que los jefes tengan de sus empleados condiciona la manera en la que evalúan el rendimiento de sus trabajadores. Otro ejemplo de que percibimos lo que estamos preparados para percibir. Así, de lo expuesto, podemos deducir que nuestra percepción participa de la configuración del mundo con la que trabajamos.


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