El síndrome del saldo en rojo
El síndrome del saldo en rojo tiene que ver con esa imposibilidad de guardar el dinero para gastos futuros. Es como si los billetes quemaran. En cuanto la persona cuenta con algo de dinero, comienza a pensar en qué gastarlo. Es como si necesitara deshacerse de tus ingresos cuanto antes para quedarte a cero.
Se le llama síndrome de saldo en rojo precisamente porque desde fuera puede dar la sensación de que su propósito es vivir siempre al límite. En este caso, hablamos de una incapacidad para ahorrar crónica. Quien padece este síndrome no soporta la idea de tener dinero guardado y por eso lo gasta muchas veces en cosas innecesarias o irrelevantes.
Por otro lado, los expertos dicen que el ahorro es un factor crítico para mejorar la calidad de vida, sobre todo para aquellos que no cuentan con ingresos altos. En otras palabras, cuando se cuenta con pocos ingresos el ahorro en cuanto a calidad de vida marca más la diferencia. Parece contradictorio, pero es cierto. El ahorro, por lo que significa, es una forma de control sobre nuestras vidas, sobre todo, de cara al futuro. El síndrome del saldo en rojo redunda en todo lo contrario.
“Cuida de los pequeños gastos; un pequeño agujero hunde un barco”.
-Benjamin Franklin-
El dinero y el síndrome del saldo en rojo
Una relación saludable con el dinero es aquella en la cual existe un equilibrio entre lo que se obtiene, se invierte y se gasta. Esto también incluye claridad en torno a las prioridades de gasto y una visión del estado financiero a mediano y largo plazo. Cuando todas esas variables se conjugan de forma razonable, se puede hablar de una conciencia sana en relación con el dinero.
En el síndrome de saldo en rojo, en cambio, hay una perspectiva confusa. Los rasgos o síntomas que definen esta condición son, entre otros, los siguientes:
- Se hacen compras de regalos frecuentemente. Autorregalos para premiarse por algo, o regalos para otros sin un motivo específico.
- Se tiene la sensación de que hay muchas deudas, pero se opta por no pensar en el tema para no inquietarse.
- A menudo se piensa en que tal vez sería mejor no gastar tanto dinero, pero no se hace nada por cambiar esto.
- Ante cualquier ingreso extra, la primera idea que viene a la mente es la de gastarlo.
- Se tiene la idea de que el dinero nunca llega para cubrir todo lo que la persona pretende. La persona tiene la sensación de que nunca dejará de acumular deudas.
- Antes de comprar hay una cierta inquietud y después de hacerlo una cierta culpa, pero se prefiere no pensar en ello.
Cuando están presentes más de dos de estos rasgos, se puede hablar del síndrome del saldo en rojo. En este caso, hay una relación un tanto neurótica con el dinero. Quizás este se ha convertido en una especie de velo que encubre otras problemáticas.
La perspectiva de futuro
El dilema que hay es si consumir hoy o ahorrar para el mañana. La conciencia de ahorro solo existe en quien se plantea una perspectiva de futuro. La acumulación de dinero a través del ahorro busca acopiar recursos para proyectos venideros o contar con un respaldo frente a posibles eventualidades que pongan en riesgo las finanzas. Implica causar una frustración en el hoy (no gastar el dinero) en función de un bien futuro (la ejecución de proyectos mayores o la minimización del riesgo).
Para quienes tienen el síndrome del saldo en rojo, el futuro es un asunto impreciso sobre el cual no creen que puedan tener control. O no quieren tenerlo. Pensar en el mañana es también pensar en un proyecto de vida y no todo el mundo desea o puede hacer esto. Finalmente, esto nos arroja un interrogante fuerte cuya respuesta tiene consecuencias importantes.
Acumular dinero a través del ahorro también es una forma de “establecerse”. Significa echar raíces, optar por un punto de referencia para crecer y evolucionar. Supone un deseo de edificar que no todo el mundo tiene ni quiere tener. El problema es que queriéndolo o no, nuestras acciones económicas condicionan los recursos con los que contaremos en un futuro. Aunque no queramos ver ese mañana, de todos modos está ahí.
El síndrome de saldo en rojo, o ese manejo de las finanzas sin enfoque ni perspectiva, es también una forma de huir. Quizás vivimos un presente en el que nos sentimos privados de momentos de dicha y lo compensamos con los pequeños y fugaces placeres que dan las compras. O es posible que simplemente no tengamos la menor idea de hacia dónde va nuestra vida y gastar el dinero nos ayuda a enmascarar esa inquietud. Sea como fuere, este tipo de conductas tienen consecuencias y suelen pagarse con ansiedad, deudas y, por tanto, menor control sobre nuestra vida.
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- Verdugo, V. C. (2010). Psicología de la sustentabilidad. Editorial Trillas Sa De C.