El "susto": cuando el alma abandona el cuerpo
Si preguntamos a alguien en qué consiste el susto lo más probable es que nos diga que se trata de una reacción de sobresalto. Así, cuando algo nos da miedo puede llegar a asustarnos. Hablamos de una sensación que nace de la percepción/intuición de amenaza.
Si consultamos la Wikipedia, encontraremos la siguiente definición: “el susto, sobresalto o reacción de alarma es una respuesta de la mente y del cuerpo a un estímulo repentino e inesperado, como puede ser la luz de un flash, un sonido ruidoso o un movimiento rápido cerca de la cara. En el caso de los humanos, la reacción incluye un movimiento físico al margen del estímulo, una contracción de los músculos de los brazos y piernas y a menudo un parpadeo”.
Sin embargo, no es de este “susto” de lo que vamos a hablar en este artículo. Existen trastornos o conceptos culturales de malestar que son propios de determinadas culturas o sociedades. Este es el caso del “susto” al que nos referimos.
El susto como concepto cultural de malestar
Los síndromes dependientes de la cultura hablan de “patrones de comportamiento aberrante y experiencias perturbadoras, recurrentes y específicas de un lugar determinado“. Algunos de estos patrones son considerados por los nativos como “enfermedades” o, por lo menos, como causas de sufrimiento y la mayoría se conocen por nombres locales.
Estos síndromes se limitan a sociedades específicas o a áreas culturales y son categorías diagnósticas populares localizadas. Otorgan un significado coherente a ciertos conjuntos de experiencias y observaciones.
De esta forma, el susto es una explicación cultural del malestar y el infortunio prevalente entre algunos latinos de Estados Unidos. También se da en personas de México, Centroamérica y Sudamérica. En la región andina, el susto se conoce como espanto.
Este concepto no se reconoce como categoría de enfermedad entre los latinos caribeños. Pero entonces ¿qué es el susto? El susto es una enfermedad atribuida a un suceso que asusta y que hace que el alma abandone el cuerpo.
Esta escisión se da como resultado de la infelicidad y enfermedad, además de porque aparecen dificultades para desempeñar los papeles sociales clave. Los síntomas pueden aparecer en cualquier momento, desde días hasta años después de sufrir el suceso que le asustó. En los casos extremos, puede producir la muerte.
El espanto o susto puede definirse como un ‘impacto psicológico’ de intensidad variada que se padece a consecuencia de factores diversos. Entre ellos encontramos los de índole sobrenatural, fenómenos naturales y circunscritos en experiencias personales que emergen como eventualidades fortuitas del todo inesperadas.
Como vemos, el susto es una entidad nosológica de filiación tradicional extendida prácticamente en todo el territorio latinoamericano. No obstante, las formas en que se le conoce, la propensión a adquirirlo y las prácticas terapéuticas o los rituales preventivos, poseen connotaciones particulares relacionadas con las diferentes regiones geográficas.
¿Cómo se manifiesta el susto?
No hay síntomas específicos que lo definan. Sin embargo, lo síntomas que suelen referir las personas con susto son alteraciones del apetito, sueño inadecuado o excesivo, sueño turbado o sueños, sentimientos de tristeza, baja autoestima o suciedad, sensibilidad interpersonal y apatía .
Los síntomas corporales que acompañan al susto pueden ser molestias y dolores musculares, frío en las extremidades, palidez, cefalea, dolor abdominal y diarrea. Los acontecimientos que lo provocan son diversos. Estos acontecimientos incluyen fenómenos naturales, animales, situaciones interpersonales y entes sobrenaturales, entre otros.
“El espanto o susto puede definirse como un “impacto psicológico” de intensidad variada que se padece a consecuencia de factores diversos. Entre ellos encontramos los de índole sobrenatural, fenómenos naturales y circunscritos en experiencias personales que emergen como eventualidades fortuitas del todo inesperadas”.
Los padecimientos somáticos suelen ser crónicos y muy diversos. Son atribuidos a “pérdida del ánimo” inducidos, como decíamos, por un miedo intenso, a menudo sobrenatural. En algunos casos, los acontecimientos traumatizantes no se sufren de manera personal.
Los pacientes se ven afectados cuando otros (generalmente familiares) se asustan. Otros síntomas incluyen agitación, anorexia, insomnio, fiebre, diarrea, confusión mental o apatía. Diferentes estudios atribuyen algunos casos a hipoglucemia y enfermedades orgánicas no especificadas. También se ha atribuido a trastornos de ansiedad generalizada o estrés producidos por conflictos sociales o baja autoestima.
Tipos de susto
Se han identificado tres tipos de susto (denominado cibih en la lengua zapoteca local). Cada uno de ellos tiene relaciones diferentes con los diagnósticos psiquiátricos.
El susto interpersonal se caracteriza por sentimientos de pérdida, abandono y no ser querido por la familia. Los síntomas que lo acompañan son la tristeza, mala imagen de sí mismo e ideación suicida. Este tipo de susto parece estar estrechamente relacionado con el trastorno de depresión mayor.
Otra posibilidad es que el susto sea el resultado de un acontecimiento traumático que jugó un papel fundamental en la configuración de los síntomas y en el procesamiento emocional de la experiencia. En este caso, parece más apropiado el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático.
Por otra parte, existe también el susto caracterizado por varios síntomas somáticos recurrentes, para los que la persona ha buscado la asistencia sanitaria de varios médicos. Entonces, se considera similar a un trastorno de síntomas somáticos.
Como hemos visto, el susto se clasifica y trata como una totalidad en la que pueden reconocerse elementos específicos. Si bien no existe el equivalente exacto de esta enfermedad popular, se trata de un padecimiento que en ocasiones es confundido con otros, debido a lo complicado del diagnóstico diferencial. Así, incluso podría llegar a ocultar distintas patologías orgánicas.