El último en soñar que apague la luna

Los sueños son el motor de la motivación de nuestras vidas. El hecho de crearlos y seguirlos es algo vital para garantizar el éxito. Hacemos algunas reflexiones al respecto.
El último en soñar que apague la luna
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 28 agosto, 2021

“Soñar no es solo cosa de niños.

Pocas cosas definen tanto al ser humano como es la capacidad de soñar, de ir más allá de su realidad más cercana para fijar sus aspiraciones, sus anhelos.

Soñar es tocar la luna teniendo cada día los pies en el suelo”

Y tú… ¿Has dejado de soñar? Sabemos que no. Que no hay momento en que tu mirada se pierda en ese más allá donde la mente guía tus aspiraciones personales, tus deseos callados pero siempre soñados.

Los niños sueñan y escenifican sus ideas y fantasías en cada uno de sus juegos. Nosotros, por nuestra parte, obligados a mantener la entereza y la discreción, soñamos en silencio y con la mirada abierta.

Compartirás sin duda con nosotros la idea de que el ser humano está hecho de sueños. Es más, podríamos decir con tranquilidad que nuestro día a día está habitado casi a cada instante por recuerdos y por anhelos.

¿Qué significa esto? Que nuestra mente, siempre inquieta y voraz, suele hacernos bailar entre los hechos vividos del pasado para enfrentarlos a esos deseos del futuro en el cual, se encierra también parte de nuestra felicidad.

De algún modo, siempre aspiramos a conseguir determinadas cosas, a experimentar más emociones positivas, esas que alojamos en nuestros sueños, a veces, por qué no decirlo, de forma idealizada.

¿Es malo soñar? En absoluto, todos hemos nacido con alas, con esos miembros invisibles que nos guían hacia nuestros proyectos, hacia nuestros castillos en el aire donde debemos construir los cimientos. Hablemos hoy sobre ello.

 

¿Soñar para escapar de la realidad?

 

¿Soñar para escapar de la realidad?...Todos lo hemos hecho alguna vez, y no por ello hemos de definirlo como un comportamiento inmaduro y aún menos patológico.

 

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En esos momentos de nuestro ciclo vital en que por ejemplo, nos vemos envueltos, incluso asediados por determinados problemas, los sueños actúan como vías catárticas. Como canales de escape.

El vivir una infancia difícil, ahí donde el vínculo con nuestra familia no es muy estrecho y donde aparece el sufrimiento, los sueños actúan muchas veces como islas de paz en las cuales sobrevivir.

No obstante, si hay algo positivo en el sencillo acto de soñar, es que deben ayudarnos a comprender que en ocasiones, la realidad que estamos viviendo no nos hace feliz.

Si soñamos para refugiarnos significa que escapamos de algo, y por tanto, debemos concienciarnos para “reaccionar”.

Toda criatura que haya vivido una infancia traumática habrá soñado con un futuro mejor, con un contexto más cálido y afectuoso. Con la felicidad.

Llegado el momento, esos sueños deben servir como “motores vitales”, como poderosos engranajes para reaccionar y construir su propio camino de acuerdo a esos anhelos, a esos sueños…

Los sueños son refugios cotidianos, a la vez que maravillosas puertas de escape. Ahora bien, no debemos ser inquilinos eternos de estas islas de paz, de estos paraísos perfectos. Deben ser como ventanas a las cuales asomarnos para ahondar en nosotros mismos. Una vez comprendamos qué es lo que necesitamos, el motor de cambio debe ejecutarse en nuestra realidad.

 

Sueños, aspiraciones que merece la pena alcanzar

La vida es un sueño continuo que hay que ir construyendo en el día a día con felicidad, optimismo y energía. En el momento en que “quedamos encallados” por el sufrimiento, o por esos problemas que en ocasiones nos trae la vida, la realidad se torna gris y la vida deja de ser sueño para convertirse en pesadilla.

¿Qué podemos hacer?, ¿recurrimos a los fármacos, a las pastillas para el dolor de la vida?

Lo sabemos, encontrar una solución única que nos sirva a todos por igual es imposible, puesto que todos somos únicos en nuestras tristezas, en nuestros sufrimientos personales.

No obstante, debes tenerlo claro: nunca debes dejar de soñar. Es en tus sueños donde se esconden tus aspiraciones personales, ésas que pueden construir tu auténtica felicidad, así que… ¿Por qué avergonzarnos? ¿Por qué decir que los sueños son castillos de humo que solo les pertenecen a los niños?

Toma nota de estos sencillos consejos:

– Hay que soñar con las alas bien abiertas, con la mente despierta y los pies en el suelo. ¿Qué significa esto? Que nuestros sueños deben ser factibles. No se trata de anhelar lo inalcanzable: tener una relación con ese actor o actriz de cine o vivir en un castillo junto a un lago.

Se trata de soñar y aspirar a cosas que encajen con lo que necesitamos realmente y con lo que nos puede ayudar a crecer interiormente, a ser feliz.

¿Sueñas con un trabajo mejor? Alcánzalo poniendo todos los medios. ¿Sueñas con una pareja que te haga feliz? Empieza siendo feliz tú mismo, después busca a la persona adecuada.

– Nunca pierdas tu inocencia, tus ganas por ilusionarte por la vida: quien deja de soñar, quien cierra el torrente de sus sueños y anhelos, da paso a que aparezcan los miedos. Soñar es ilusionarse por el día a día, aguardando que ocurra lo mejor, que la felicidad se esconda en cualquier rincón.

No pierdas a ese niño interior que te permite ver siempre el lado positivo, la luz del día, las sonrisas de las personas. Ilusiónate, ábrete al mundo y deja que éste te lleve de la mano mostrándote lo mejor de la vida.

Porque la luna nunca se apagará

mientras existan personas que sigan soñando…

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“Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de ellos”

(George Bernard Shaw)

Cortesía imagen: Amanda Clark, Karen Jones Lee


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.