Emociones tras la maternidad

La maternidad es una motaña rusa emocional y más aún cuando internamente se tiene una revolución hormonal. Naturalmente, todo vuelve a su eje, sólo debes ser paciente y tomar los consejos que te dejamos a continuación.
Emociones tras la maternidad
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 13 enero, 2017

La maternidad trae consigo de forma inherente un torrente enorme de emociones. En el momento en el que ves por primera vez la cara de tu bebé, puedes sentir a la vez alegría, miedo, nostalgia… Acabas de conocer a la persona que probablemente, a partir de este momento, sea el centro de tu vida y aún no sabes muy bien qué sientes por él o ella.

A nivel endocrino, las hormonas se encargan de hacer su trabajo y es posible que las primeras semanas tras dar a la luz entremos en lo que se conoce como “baby blues” o leve depresión posparto.

Aumenta la liberación de la hormona del amor, la oxitocina. Ella es la responsable del amor que tenemos hacia nuestros hijos, así como del sentimiento de responsabilidad y protección que nos inunda cada vez que los miramos.

Hay que tener en cuenta también que, a nivel psicológico, el gran cambio que supone para nuestras vidas la llegada de un miembro más a la familia puede hacer que el puerperio -periodo también conocido como cuarentena- no cumpla las expectativas que teníamos depositadas en el hecho de ser madre.

Parece que se nos obliga a estar felices y radiantes cuando damos a luz y ciertamente, es una experiencia de la vida maravillosa, pero es posible que algunas madres no nos demos cuenta de ello hasta pasado un tiempo.

Ese tiempo es esencial para adaptarnos a la nueva situación y no por ello debemos sentirnos culpables ni tacharnos a nosotras mismas de “malas madres”, mucho menos permitir que alguien lo haga. El apoyo de la pareja, familiar y social es, en este sentido, fundamental.

La mente después del parto

Como hemos comentado en la introducción, las futuras madres -sobre todo si son primerizas- suelen albergar en su mente expectativas irrealistas sobre lo que supone la maternidad. Nuestras madres, abuelas, tías o vecinas han estado nueve meses encargándose de contarnos lo maravilloso que es ser madre y lo bien que se desenvolvieron, por lo tanto esperas con ansias ese momento en el que vas a ser la persona más feliz sobre la Tierra.

De repente, tienes a la bebé y notas que ese sentimiento de euforia no se produce en ti, te sientes triste, confundida, extraña…¿por que yo? ¿no se supone que debería ser la mujer más feliz del mundo?

¡Cuidado! El sentimiento maternal no llega por arte de magia. Todas las que te contaron que aquel momento en sus vidas fue maravilloso no te mentían, pero tampoco se acordaban ya de que todos necesitamos un periodo de adaptación ante situaciones nuevas importantes y que esto es absolutamente normal.

mujer pensando en quitarse la vida

En este sentido pueden surgir sentimientos intensos de culpabilidad debidos a pensamientos automáticos negativos, como por ejemplo: no sirvo para ser madre, mi hijo va a tener traumas porque no lo estoy haciendo bien, mi vida se ha esfumado para siempre, etc…

Es importante detectar esos pensamientos negativos para pasar a combatirlos y modificarlos por otros más realistas y positivos. De no ser así, el sentimiento de culpabilidad puede convertirse en tristeza profunda o depresión; la entrada a un círculo vicioso en el que no nos apetezca llevar a cabo las tareas del bebé o incluso en el que descuidemos nuestra propia vida, aumentando así la intensidad de los sentimientos iniciales y cerrándo el círculo.

Si esto sucede, acabaremos confirmando nuestros pensamientos negativos: “Ni siquiera soy capaz de darle el pecho, ¿ves como soy una mala madre?” y es entonces cuando habremos cerrado el círculo de la depresión posparto.

Además de los cambios hormonales y psicológicos que se producen en el puerperio, se unen también los cambios vitales que obligatoriamente vamos a padecer: falta de sueño, de tiempo para nosotras mismas, de intimidad con la pareja, visitas y más visitas, etc. Lo que añade aún más alimento a esas emociones no tan positivas que podemos llegar a sentir las primeras semanas.

Vivir la maternidad en positivo

La buena noticia es que todo al final acaba pasando. Aunque al principio ser madre te parezca un mundo y llegues a sentirte realmente mal, tu sistema hormonal y tu capacidad de adaptación se encargarán de que lo que parecía un infierno se convierta en el paraíso. Sin mebargo, por mucho que la naturaleza nos ayude, es necesario que pongas de tu parte.

Para empezar, debes aceptar el momento que estas viviendo así como las emociones que inevitablemente van asociadas. Los cambios que han llegado a tu vida son muy grandes y es normal y tolerable tener sentimientos contradictorios, que se pueden alternar o dar a la vez.

Abraza esas emociones y déjalas estar, no luches contra ellas ni intentes estar feliz “por imperativo”. Puedes soportar sentirte ansiosa, triste, confundida e incluso enfadada con el mundo. No te preocupes, eres humana y tienes emociones. Acéptalas sin más.

Una vez hayas aceptado tus sentimientos, empieza a analizar qué es lo que está pasando por tu mente cada vez que te levantas y te das cuenta de que ahora eres madre y tienes ciertas responsabilidades que antes no existían. Anota esos pensamientos en un papel y como si de otro idioma se tratase, empieza a traducirlos en positivo.

Niña con madre

Por ejemplo, si has pensado: “Con lo joven que soy y un hijo en el mundo, mi vida se ha arruinado”, tradúcelo a “Al ser tan joven tengo mucha más energía para jugar con mi hijo y toda la vida por delante para emprender multitud de proyectos”.

Poco a poco, te irás dando cuenta de que tus pensamientos quizás eran exagerados y de que te has machacado demasiado a ti misma cuando en realidad, seguro que estás siendo la mejor madre que tu hijo podría haber tenido y su sonrisa te lo demostrará antes de que imagines que es capaz de sonreír.

Por último, huye de los consejos que no has pedido. A mucha gente le gusta entrometerse en temas de maternidad: que des el pecho, que no lo des, que el hijo debe dormir en su habitación, que si debe dormir con los padres, que si chupete si, chupete no…

Estos consejos, basados casi siempre en la experiencia propia, casi nunca ayudan y más bien lo que hacen es volver a crear inseguridad en la madre que no sabe a ciencia cierta qué es lo mejor para su bebé. Por ello, fíate únicamente de los profesionales, pediatras, matronas o psicólogos infantiles, pues son los que están capacitados para asesorarte adecuadamente sobre tu crianza.

Imágenes principal cortesía de Pascal Campion


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.