Encanto: en esta casa hacemos magia
Encanto es la última y colorida producción de la factoría Disney. Para muchos, esta película dirigida por Byron Howard y Jared Bush carece de la fuerza de títulos como Vaiana o Coco. Sin embargo, es inevitable rendirse a su efervescencia visual, a la vorágine de sus músicas y a ese remolino mágico que impregna el pequeño pueblo colombiano y una casita dotada de vida propia.
De momento, la cinta ha obtenido el premio a la mejor película animada en la 79ª edición de los Globos de Oro y ahora mismo sus canciones están en lo más alto de Billboard. Es decir, su banda sonora es una de las más escuchadas en las listas americanas; algo que solo logró Frozen en el 2019.
Maravillosa para la mayoría y con falta de profundidad para otros. La hilarante, pero luminosa historia de la familia Madrigal, cala pronto en el corazón de niños y adultos. Pocas creaciones están dotadas de tanta energía, olvidando una vez más la figura de las princesas que necesitan ser salvadas para optar por la diversidad, por lo cultural y lo familiar.
“En nuestro momento más oscuro se nos dio un milagro”.
-Abuela Alma-
Encanto, un viaje al realismo mágico colombiano
Podríamos decir que los Madrigal son el reverso de la familia Addams. Mientras estos últimos se definen por habilidades sobrenaturales y personalidades algo oscuras y hasta macabras, los protagonistas de la última película de Disney son luminosos, vitales y chispeantes. Sin embargo, las raíces de su origen trascienden eso sí, en el universo del trauma psicológico.
La familia protagonista de esta historia es descendiente de la abuela Alma. La matriarca de este pequeño pueblo colombiano huyó de la violencia que asolaba su aldea junto a su esposo Pedro y sus tres pequeños trillizos. Sin embargo, la fatalidad les encuentra justo cuando cruzan un río (símbolo sin duda del drama de tantos inmigrantes que pierden la vida en río Bravo).
Tras la muerte de su marido, la joven Alma pide ayuda para ella y su pueblo. Instantes después, una vela mágica levanta unas montañas protectoras, una aldea esplendorosa (Encanto) rodeando una casita encantada; esa donde ella criará a su familia desde entonces. Es aquí donde se inicia una mágica historia llena de particularidades…
Mirabel, la niña sin dones mágicos
Cada Madrigal recibe un don mágico cuando cumple los 5 años. La casita, que tiene voluntad propia, que acomoda y hace la vida fácil a cada integrante de esta familia, otorga a cada miembro un poder particular. Unos curan con sus alimentos, otros dominan el tiempo, hacen florecer la naturaleza o tienen una fuerza extraordinaria.
Los Madrigal traen con sus poderes el progreso y el bienestar a todos los habitantes de la aldea. Es una retroalimentación necesaria y mágica con la que todos ganan y, por ello, resulta crucial que cada miembro de dicha familia sea bendecido con una capacidad fantástica. Así ha sucedido siempre, hasta que surge la excepción a la regla: Mirabel es la primera en no recibir su don.
Esta chica con gafas y de rostro vivaz es esa figura discordante que siempre intenta encontrar su lugar en esa extraordinaria familia. Sin embargo, ya desde el inicio de la película descubrimos sus maravillosas facultades: es empática, sabe escuchar, es dulce e inteligente.
Encanto y la familia atrapada por el perfeccionismo
En Encanto, este pueblo colombiano surgido de un milagro, no todo es tan ideal como parece a simple vista. Justo en el día en que el pequeño Antonio recibe su don (hablar con los animales), Mirabel tiene una visión: la casita Madrigal cae en pedazos. Nadie la cree cuando avisa del peligro y la abuela le recrimina su actitud.
Es entonces cuando la protagonista indaga en su propia familia para intentar comprender el significado de su visión. Mirabel no tarda en descubrir que todos los suyos están atrapados en la trampa de la perfección. La mayoría se ven instados a ser lo que los demás esperan de ellos, pero ninguno se atreve a ser como desea de verdad (como sus dos hermanas).
Asimismo, también resuelve el misterio de la desaparición de su tío Bruno. Ese familiar cuyo nombre no debe pronunciarse y que era capaz de ver el futuro, fue desterrado del hogar familiar. En la casa Madrigal, los dones deben usarse como los demás quieren y en especial, como la matriarca (la abuela Alma) espera. El hecho de que uno de sus hijos tuviera visiones negativas del destino nunca fue bien aceptado.
El malestar y la fragmentación familiar son las causas por la que la casita mágica se está tambaleando y sus integrantes están perdiendo sus dones…
“Incluso en nuestros momentos más oscuros, hay luz donde menos lo esperas”.
-Mirabel-
La llama de la vela y la armonía familiar
Quizá, uno de los personajes más interesantes de Encanto sea precisamente la matriarca. La abuela Alma lidia con el trauma no resuelto de la pérdida de su esposo. Fue ella quien recibió el milagro de esa vela mágica que creo su aldea perfecta y esa casita extraordinaria en la que reina la armonía y la felicidad.
De algún modo, en su afán por mantener dicho equilibrio, ha conducido a su propia familia hacia caminos vitales que no son siempre satisfactorios, tampoco lícitos. Su hijo Bruno habita tras las paredes de la casita, en soledad y añorando el amor de los suyos. Ella es quien está provocando esas grietas entre las paredes, el temblor de los suelos y la inminente destrucción de ese hogar preciado.
A veces, cuanto más tememos perder un don que nos fue dado, más lo destruimos. Esto es lo que le demuestra Mirabel, quien en su bondad y carisma absoluto no dejará que la vela se apague del todo… Ella será la luz que trae la esperanza.
Encanto es una producción refrescante, con un buen mensaje y digna de ser disfrutada en familia. En ella se rompe el estereotipo de la clásica princesa rubia de ojos azules. Aquí reluce la diversidad: hay personas mestizas, indígenas, blancas… Atrapa por su dinamismo, por su colorido, por su flora y su fauna… También por esos valores, que como toda película de Disney, van dirigidos a los más pequeños…