Escopolamina o burundanga, la droga que anula tu voluntad
La escopolamina o burundanga es una poderoso sustancia que casi siempre está asociado a la delincuencia y al crimen. A diferencia de otras sustancias similares, no existen referencias de adictos a ella y solo muy pocas personas en el mundo la consumen con fines recreativos. En este caso se trata de una peligrosa sustancia que se emplea fundamentalmente para hacer daño a los demás.
Es cierto que también tiene algunas aplicaciones médicas. Clínicamente se utiliza para tratar la enfermedad cinética, que es un temblor incontrolable derivado de la esclerosis múltiple. Además de ser utilizada como antiespasmódico, antiparkinsoniano y analgésico local.
“Las drogas son las enemigas del futuro y de la esperanza, y cuando luchamos contra ellas luchamos por el futuro”.
-Bob Riley-
El nombre de burundanga tiene origen caribeño y colombiano. Actualmente denota a un brebaje que se emplea con fines delictivos. Sin embargo, se sabe que este vocablo es un derivado de la palabra “morondanga”, que a su vez viene de “morondo”, palabra que significa “calvo o pelado”. Este a su vez, proviene de la raíz latina “mundus”, que significa “limpio” y del sufijo “anga”, el cual es despectivo. Así, etimológicamente, burundanga es algo así como “lo que deja la mente limpia o en blanco”.
El origen de la burundanga o escopolamina
La escopolamina o burundanga se extrae en realidad de varias plantas, casi todas solanáceas. Hay referencias sobre el uso de este psicoactivo, incluso desde la Edad Media. Se sabe que era utilizada como filtro amoroso y en interrogatorios. Se le asociaba a la “mandrágora” una planta que era de uso común entre los hechiceros.
También hay referencias de que en América era utilizada en tiempos prehispánicos, tanto en ceremonias como en rituales de curación. De igual modo hay indicios de que la burundanga es frecuentemente empleada en ceremonias y bebedizos del vudú.
La utilización de esta droga fue marginal por mucho tiempo. Sin embargo, en Colombia comenzaron a aparecer cada vez más casos criminales, en los que se había utilizado la burundanga para cometer algún ilícito. Esto comenzó a ocurrir en los años 70 del siglo XX. Lamentablemente esta práctica se ha extendido a otros países.
¿Qué es y cómo actúa este alucinógeno?
Además de llamarla burundanga, a la escopolamina también se le conoce con otros nombres. En algunos lugares se le denomina “droga del diablo”, “droga robot” “droga zombi” o “aliento del diablo colombiano”. Esas connotaciones negativas se derivan tanto de los atroces usos que se le da, como de sus terribles efectos y sus no menos nocivas secuelas.
La burundanga es un alcaloide tropánico, una sustancia que actúa como depresora del sistema nervioso central. En América se extrae de una planta conocida popularmente como “borrachero”. A su fruto se le llama “cacao sabanero” y cada uno contiene alrededor de 30 semillas. Con una sola semilla es suficiente para intoxicar a un adulto.
Actualmente es poco común que la burundanga se extraiga de la planta. Ahora es posible sintetizar la sustancia en un laboratorio. Esto quiere decir que las moléculas se fabrican químicamente y tienen el mismo efecto de las naturales. Así mismo, lo usual es que en el mercado negro se combine con todo tipo de sustancias, de forma indiscriminada. Incluso, a veces le añaden benzodiacepinas para potenciar su efecto.
La principal característica de la escopolamina es que inhibe la voluntad de una persona, afectando a la función mnésica y a su comportamiento. Esto quiere decir que bloquea algunos de los neurotransmisores y hace que el afectado siga mecánicamente las órdenes que se le den. Debido precisamente a ello, terminó siendo utilizada para facilitar robos, secuestros y abusos sexuales.
La acción de la burundanga
La escopolamina provoca multitud de reacciones en el organismo. Las personas a quienes se les ha suministrado esta sustancia se muestran confundidas y adormecidas. Otros posibles efectos son boca seca, dilatación de la pupila, hipertensión, taquicardia, visión borrosa, fotofobia y retención urinaria, entre otros.
Los efectos y las consecuencias de ingerir esta sustancia dependen de la cantidad de escopolamina absorbida y del estado de salud de la persona. También influye el hecho de que se consuma en su forma pura o combinada. En general, se estima que hay sobredosis cuando se ingieren más de 10 miligramos, en el caso de los niños, y más de 100 en el caso de los adultos.
Una sobredosis de escopolamina podría conducir a tener convulsiones, entrar en coma o incluso morir. En todos los casos, la víctima de esta terrible droga se vuelve altamente sugestionable. Así mismo, sufre de amnesia. Nunca son capaces de recordar lo que ocurrió mientras estaban bajo el influjo de la sustancia. Por eso, es una droga ideal para la delincuencia. La víctima nunca podrá dar detalles que conduzcan a la captura de los culpables.
Un aspecto muy preocupante es que la escopolamina llega a tener diversos efectos, incluso después de producirse la intoxicación. Dentro de las principales secuelas están: síndrome de demencia escopolamínica, psicosis, alteraciones cognitivas y de memoria y síndrome de stress post-traumático. Es muy pequeño el margen que separa una dosis de una sobredosis de burundanga. Cuando se cruza la línea, fácilmente se da lugar a un coma o a la muerte.
La principal vía de administración de la escopolamina
La escopolamina se administra y se absorbe en el organismo de diferentes maneras. Una de las más usuales es por vía oral. En su presentación típica, la burundanga es un polvo fino y cristalino, de color blanco. No expide ningún olor y tiene un sabor amargo. Frecuentemente este polvo se diluye en una bebida que se le da a la víctima.
En Colombia, los casos más recurrentes son los de mujeres jóvenes que entablan conversación con hombres en bares de alta gama. Logran que les inviten una copa y ante el más mínimo descuido de la víctima, vierten el polvo dentro de la bebida. Así logran que esta les entregue sus tarjetas bancarias y les revele las claves y contraseñas para desocupar sus cuentas.
También se han dado casos en los que la sustancia es inyectada, en su forma líquida, dentro de refrescos o jugos de venta comercial. El mecanismo es igual: el delincuente se gana la confianza de la víctima y la induce a beber.
Otras vías de intoxicación
Actualmente está creciendo el número de casos de intoxicación por vía de inhalación. En esos casos lo que se busca es que la persona aspire algún elemento que contenga la escopolamina. En estos casos, el efecto de la droga es más rápido y también más peligroso.
Uno de los métodos es introducir una dosis de escopolamina en un cigarrillo y lograr que la víctima lo fume. Al inhalar, todos los efectos comienzan a aparecer. Así mismo, se sabe de varios casos en los que simplemente alguien se acerca a la víctima con el polvo sobre un papel y lo sopla en dirección a su nariz. Esto basta para que lo inhale y se intoxique.
La escopolamina también se puede administrar por vía cutánea. En esta modalidad se buscan pretextos y ardides para lograr aplicar la sustancia sobre la piel, en forma de crema. Se ha dado el caso de que esto se logra con supuestas promociones callejeras de cosméticos. Esta vía de administración no produce efectos inmediatos, pero sí igual de poderosos tan pronto como la víctima absorba la sustancia.
Las autoridades y el personal médico recomiendan tomar las medidas de precaución necesarias para evitar ser víctima de este tipo de intoxicaciones. En primer lugar, no recibir comidas o bebidas de extraños. En segundo lugar, no descuidar el vaso de la bebida personal en un sitio público. En tercer lugar, no adquirir en la calle productos comestibles, ni cigarrillos. Lo aconsejable es comprar esos elementos en tiendas conocidas.
Un flagelo en crecimiento
Todo parece indicar que están creciendo los delitos relacionados con la intoxicación por escopolamina. Se sabe que el sub-registro es muy alto, ya que muchas víctimas no denuncian, pues se sienten avergonzadas de haber sido engañadas, a veces de una forma muy infantil. Pese a esto, no son infrecuentes los crímenes asociados a esta modalidad.
Lo más preocupante es que cada vez hay más casos de abuso sexual ligados a la administración de escopolamina. Más grave aún, cierto incremento en las víctimas que son menores de edad.
Los delincuentes se valen de la sustancia para lograr que los niños accedan a tener relaciones sexuales, pero también para que graben videos pornográficos o permitan que les tomen fotografías sin ropa. Así mismo hay registros que indican que las trabajadoras sexuales se valen de la escopolamina para robar a sus clientes.
Este tipo de delitos tienen un gran impacto en la seguridad urbana. Cuando no puedes confiar en ningún extraño, el tejido social se ve lesionado. Crímenes como estos llevan a pensar que nuestras culturas viven una crisis de valores tan fuerte, que nos está conduciendo a la decadencia. Más allá de tomar medidas legales y de seguridad, lo que debe suscitarse es una honda reflexión que lleve al diseño de soluciones de fondo.