Este maravilloso corto de ayudará a realizar un ejercicio de autoamor y autocompasión
Ser amable con uno mismo no es tarea fácil en este mundo de intereses encontrados y escondidos. Se llama autoamor y autocompasión. Quererse y no abandonar las necesidades propias tampoco son propósitos a los que se acceda por un camino libre de dificultades.
La tarea de manejar nuestros intereses y priorizarlos se sitúa en la misma línea. Anteponer el amor propio no es menos difícil que autocompadecerse y realizar un trabajo interior que impida el autosabotaje diario al que en muchas ocasiones nos sometemos.
Por ello solemos dejar a un lado nuestras necesidades íntimas. Creemos que nuestros hijos, parejas, familiares, amigos o compañeros necesitan más que nosotros el vendaje que ayude a sanar sus heridas.
Nos olvidamos de hacer un ejercicio de autoamor y autocompasión, de contemplar nuestros rencores para poder eliminarlos, de ver qué partes de nuestro yo se han astillado y qué es lo que debemos permitirnos para desarrollarnos y potenciar nuestras características.
Es genuino preocuparse de uno mismo. Ser amable y tratarse bien es causa y efecto de salud mental, de bienestar emocional y de convivencia con nuestra naturaleza.
Autoamor y autocompasión, las claves del crecimiento
No se trata de reencontrarse, se trata de renovarse, de reinventarse, de crear nuevos proyectos y de comprender lo que uno siente. Es darle un toque de realidad a nuestra vida y dejar de sufrir por cosas imaginarias, por pensamientos corrosivos y comportamientos dañinos.
Porque los ejercicios de autoamor y autocompasión hablan de amor. Porque quererse es gratis y hacerlo tiene un gran valor. Porque el autoamor y la autocompasión son los pilares del autocuidado.
Dejemos de llenar nuestro mundo del autoamor de “después”. Porque el “después” nunca llega y se convierte en un infinito bucle con destino “ninguna parte”.
Somos verdaderos expertos en dedicarnos a sabotear nuestro crecimiento. Aunamos trabas, límites y complicaciones para no lograr nuestras metas. Además, esto lo hacemos de manera consciente y, aunque sorprenda, también de manera inconsciente.
El sabotaje inconsciente es más difícil de detectar y de corregir, por lo que es imprescindible que la persona esté abierta a contemplar y analizar distintas opciones que le llevan a fracasar. Si ese cambio no se realiza, la persona aún no estará en disposición de darse cuenta y puede que, incluso, se genere mayor resistencia al cambio por la necesidad de autoconvencimiento.
La necesidad de autoconvencimiento en circunstancias de autosabotaje se conforma como un mecanismo de defensa mediante el cual intentamos protegernos de fracasos a corto plazo pero, como consecuencia, limitamos nuestro éxito y mejora.
¿Cómo practicamos el autoamor?
Apreciar el rol de autocuidado supone asumir que nos necesitamos, lo cual no es para nada descabellado. Así, si observamos el vídeo que os enlazamos a continuación, nos daremos cuenta de que la clave está en elegir un momento de relajación para pensar en todos aquellos errores y problemas que tenemos presentes.
En ese momento, en vez de castigarnos, debemos “interrumpir el flujo de las autoacusaciones y los lamentos”. Es importante realizar un esfuerzo por darnos cuenta de que la talla de nuestras aspiraciones es grande y que no hay nada sencillo en aquello que deseamos lograr.
La montaña de nuestras aspiraciones es tan alta, que el simple hecho de no haber llegado aún a la cima no tiene que desalentarnos. Todo proceso requiere la inversión de tiempo y esfuerzo y, desde luego, muchas veces es difícil determinar qué nivel de inversión va a requerir.
Se trata, pues, de adquirir una actitud más amable con nosotros, de comprender que tenemos una historia y unas necesidades cambiantes; de asumir que no venimos con todas las habilidades que necesitamos incorporadas de serie. Eso es lo que nos lleva a convencernos de que, por mucho que lo deseemos, es inviable asumir todas las responsabilidades en el presente.
La vida es una escalera de logros que se convierten en satisfacciones, pero para que esta conversión se produzca, los costes también deben de producirse. Pero eso NUNCA debería ser causa de autocastigo, sino de ejercicios de autoamor y autocompasión. Será en los momentos en los que más lo necesitemos.