Esteticismo: el arte de lo bello
El esteticismo fue un movimiento artístico que surgió contra las tradiciones y las rígidas normas de la época victoriana. En este marco histórico, el arte era considerado bajo el prisma de su obligación como transmisor de mensajes morales o sociopolíticos. El esteticismo rompe con toda esa idea y clama por la libertad de expresión del artista contra la conformidad restrictiva victoriana.
El corazón mismo del esteticismo es “el arte por el arte”. Es una búsqueda de la belleza, de la sensualidad, la creatividad y una exaltación del buen gusto. Se enfocó en la exploración del color, la composición y la forma para buscar ante todo la belleza. Lo que parecía un movimiento artístico era en realidad toda una revolución en el mundo de las ideas que se amplió más allá de lo considerado arte hasta entonces.
El esteticismo inundó la pintura, la escultura y la arquitectura. Pero también se trasladó en su más pura esencia al mundo cotidiano: a la moda, la cerámica, la decoración de las casas, los muebles y la literatura. Figuras relevantes del momento, como Oscar Wilde, adoptaron el esteticismo como forma de vida y vivían sus vidas de acuerdo a sus principios de libre expresión de la belleza.
Fue una rebelión contra el materialismo, la fealdad y el industrialismo victoriano. El esteticismo descartó los productos industriales, con diseños empobrecidos, creados como artículos de consumo y realizados por máquinas “sin alma”.
Rechazaba los elementos artísticos victorianos de formas delicadas, curvilíneas y su abundancia de ornamento. Apostó por una vuelta a la artesanía en la creación de toda expresión artística. Tomaron protagonismo los diseños geométricos, las formas lineales simples y los colores tenues.
Antecedentes y principios
El movimiento esteticismo comenzó en 1851 tras la Gran Exposición de artes visuales de Gran Bretaña. Este fue un evento que mostró al mundo grandes innovaciones, especialmente en fotografía. Pero fruto de la industrialización, el arte presentado en la exposición se vio deshumanizado en su diseño.
Obras predecibles y repetitivas que creaban un ambiente asfixiante para los artistas que veían reducidas sus posibilidades de expresión artística. Fue poco después cuando un grupo que se denominó a sí mismo como artistas prerrafaelitas, comenzaron a utilizar una expresión estética diferente en sus obras. La hicieron más sencilla, con inspiración en los colores intensos y los diseños intrincados del arte medieval.
De este grupo salieron los estetas. Los artistas más jóvenes, como Dante Gabriel Rossetti, William Morris y Edward Burne-Jones aunaron fuerzas para crear un “culto a la belleza” que sentaría las bases del movimiento estético. Desarrollaron una nueva idea de belleza femenina que enfrentaba las ideas morales victorianas sobre el libertinaje sexual.
El arte japonés entraba en el mercado británico con fuerza en esa época también y tuvo una gran influencia en el esteticismo. Sus patrones geométricos, los diseños circulares y los motivos orgánicos estilizados y simples contrastaban con la estética abarrotada victoriana y los esteticistas comenzaron a incorporar estos elementos a sus obras.
La expresión del esteticismo en sus diferentes ramas
La pintura fue la base desde la que comenzó el movimiento estético. Era sin duda la vía más fácil para desarrollar el adagio de “el arte por el arte”: la función de sus obras podía ser únicamente estética y sin más utilidad que la belleza. Los pavos reales, los abanicos, los jarrones, las plumas y las formas simplificadas empezaron a llenar los lienzos.
La arquitectura se desvió de la tradición clásica y compiló etilos dispares para crear los diseños estructurales. Se empezaron a combinar referencias renacentistas, orientales e italianas. Característico del movimiento estético arquitectónico fue la sustitución del tradicional vestíbulo británico por lo que llamaron el “Arab hall”. Una sala en forma de bóveda que acogía diferentes estilos de diseño de Oriente medio.
Dentro del movimiento estético, la figura del diseñador empezó a tener relevancia. Artistas que diseñaban muebles, textiles o cerámicas empezaron a ser conocidos por su trabajo. El esteticismo defendía que el interior de una casa debía ser lo más bello posible a fin de proporcionar inspiración continua a sus habitantes.
La moda se vio también muy influenciada por este movimiento. Lo apreciamos en el paulatino abandono de los corsés, el uso de telas más ligeras y diseños más bohemios y desestructurados. Los hombres incorporaron el elemento característico del esteticismo, el pavo real, en su estética personal.
La literatura tuvo a Oscar Wilde y Algernon Charles Swinburne como máximos representantes de la expresión estética. Sus obras se alejaron de los mensajes morales y sociales para crear poemas y prosa cargados de sensualidad. La literatura se deshacía de las declaraciones abiertas y optaba por lo sugerente.
El goce estético
Supuso toda una revolución de las ideas contra la fealdad y el materialismo. Este movimiento postulaba el aislamiento del individuo de la sociedad para encontrar la inspiración en sí mismo mediante la búsqueda personal de la belleza y las emociones que procura.
Este movimiento artístico se ha estudiado desde la filosofía y la psicología. Aunque el concepto parezca algo abstracto, lo cierto es que supuso el comienzo lento de la validez de la idea de la introspección y la belleza como vías de inspiración. Una de las premisas más importantes del movimiento esteticista fue la de vivir la vida intensamente, teniendo por único ideal la belleza y como si toda la vida fuera una inmensa obra de arte.
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