Las 5 etapas en una relación de rebote y sus efectos emocionales

Las relaciones de rebote son un método de compensación que puede causar mucho dolor. Conozcamos más a fondo las implicaciones de estos vínculos.
Las 5 etapas en una relación de rebote y sus efectos emocionales
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 02 septiembre, 2023

Nadie lo pasa bien tras una ruptura: ni quien corta, ni a quien rechazan. Es normal, por tanto, buscar formas de aliviar ese dolor; muchas personas encuentran alivio en comenzar algo con otra persona. Esto se conoce como relación de rebote y, en tal escenario, conocer las etapas que se suceden, más sus efectos sobre nuestra emocionalidad, es clave para llevarlo de una forma sana.

Y es que sí, hay quienes sanan comenzando otra relación. Sin embargo, cuando esta decisión se toma desde el miedo o la necesidad de aceptación social, no lleva más que a empeorar la situación de la ruptura. Vamos, por tanto, a conocer más a fondo las relaciones de rebote y sus efectos emocionales.

¿Qué es una relación de rebote?

Una relación de rebote es aquella que se inicia al poco tiempo (casi inmediatamente) después de una ruptura. Es importante matizar que esa decisión se toma de manera precipitada, sin pasar el duelo de la relación anterior.

Además, las relaciones rebote tienen un componente compensatorio que no se puede ignorar. Pueden surgir del miedo a la soledad, para tratar de aparentar que la ruptura no tuvo un efecto emocional negativo e incluso hacer daño a la expareja. En otras ocasiones, se trata de apaciguar el dolor al empezar una nueva relación.

La relación de rebote suele ser intensa, conflictiva y de corta duración. Esto sucede porque las dinámicas que se establecen aún están teñidas del vínculo anterior, con hábitos que todavía no se abandonan y reacciones emocionales no desactivadas.



¿Cuáles son las etapas en una relación de rebote?

Dentro de las particularidades de cada caso, es posible diferenciar 5 etapas de una relación de rebote. Se suceden de forma cronológica y suelen reunir características significativas que permiten identificarlas sin problemas. Enseguida las presentamos.

1. Atracción

Nada más termina la relación y la persona se verá atraída hacia otra. En ocasiones, este otro individuo es alguien de los círculos de amigos y conocidos con quien compartió en algún momento atracción, aunque no llegase a nada más. También es común recurrir a plataformas de búsqueda de pareja.

En esta etapa, todo funciona bien, pues predomina la pasión, una sensación que se creía perdida. Esto ayuda a compensar los sentimientos negativos propios del duelo relacional y a reafirmar pensamientos polarizados del tipo «el problema no lo tenía yo, sino la otra persona».

2. Intimidad

En estas relaciones predomina el vínculo físico sobre el emocional y rara vez se fusionan. El ritmo de la relación toma un cariz rápido e intenso, que trata de superar la enorme presencia que el duelo tiene en la vida de quien acaba de romper.

3. Exhibición

En esta fase apasionada de la relación se tiene la sensación de que va viento en popa; es frecuente encontrar que muchas personas exhiben esta felicidad. Tanto en redes como boca a boca, se manifiesta lo bien que funciona la nueva relación, sin olvidar mencionar la anterior y, a menudo, comparando a la expareja con la actual.

4. Comparación

Es común también que esta comparación se convierta en la base de la relación. Aquí es donde inicia el desgaste, pues, en lugar de crear nuevas dinámicas y aprender de los errores, se configura la interacción con base en la que se tenía antes. En este escenario es fácil caer en la toxicidad.

5. Desilusión

Todos los factores vistos se suman y desembocan en la quinta de las etapas en una relación de rebote: la desilusión. Puesto que el vínculo emocional no se ha fortalecido y se empiezan a detectar las dinámicas tóxicas, el conflicto toma protagonismo y se llega al final.



Efectos emocionales de las relaciones de rebote

Dentro de estas etapas de la relación de rebote se ponen en marcha varios procesos, como compensación, dependencia emocional, exhibición, mecanismos de defensa y un largo etcétera. Por tanto, el primer efecto claro es el daño emocional que sufren las 3 personas: la expareja, la nueva compañía y quien inicia la relación sin transitar su duelo.

Es decir, la responsabilidad emocional y la aceptación brillan por su ausencia. Ese nuevo duelo, sumado al anterior, puede exacerbar procesos depresivos y ansiosos, abriendo la puerta a la patología. Hay que tener en cuenta que en esta precipitada búsqueda se prioriza la capacidad de emparejamiento, no el establecimiento de vínculos a largo plazo.

Por otro lado, según el estudio llevado a cabo para la revista Sage Journals, las personas con un apego ansioso son más propensas a caer en relaciones de rebote. No obstante, estas no harían sino empeorar las sensaciones de abandono e incapacidad para estar en una relación propia de este problema.

Un clavo puede sacar a otro clavo, pero con cautela

El objetivo de este artículo no es demonizar a aquellas personas que comienzan una relación al poco tiempo de terminar otra. No se trata de establecer un periodo de duelo obligatorio, sino de transitar por él de una manera sana. Algunas personas encuentran el apoyo necesario en una nueva pareja y ello no significa que no hagan el ejercicio de la responsabilidad emocional.

Lo más importante es aceptar y respetar las propias emociones y las de los otros, tanto positivas como negativas. En este sentido, la terapia de aceptación y compromiso ha dado buenos resultados a la hora de superar rupturas problemáticas; así que siempre es bueno plantearse acudir a un profesional.


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