¿Existe la envidia sana?
¿Te has planteado alguna vez la pregunta del título de este artículo? ¿Realmente la envidia puede ser sana? Decía Quevedo que “la envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come”. Atendiendo a una definición tan dura, parece difícil aunar dos palabras, envidia sana, cuando podrían parecer incluso antagónicas según nuestro afamado literato.
No obstante, seguro que en muchas ocasiones escuchaste hablar de la envidia pura. En este caso sí que nos podríamos referir a una verdadera hostilidad hacia otra persona. Sin embargo, la envidia sana parece más benévola, casi positiva. Pero ¿esto es así en realidad? Vamos a intentar desentrañar el misterio.
¿A qué nos referimos con envidia?
Una definición bastante consensuada sobre la envidia la equipara a una forma de codicia. Se podría hablar de un sentimiento que provoca en nosotros el deseo de tener algo que no poseemos, pero que otros sí tienen. Así pues, consideramos abiertamente que ese algo debiera ser nuestro sí o sí. Al no ser así, aparecen en nuestro interior sentimientos de dolor, incluso de rabia e ira.
En términos psicológicos, este malestar que se crea se conoce con el nombre de disonancia cognitiva. En nuestro interior experimentamos una incongruencia entre cómo creemos deberían ser las cosas, según nuestras creencias y esquemas, y cómo son en realidad.
Consideramos que otras personas tienen algo que no deberían atesorar, pero no es así. Esto genera una situación de incomodidad. Creemos que somos víctimas de la injusticia y hemos de esforzarnos por “reclamar” lo que legítimamente nos pertenece.
En este sentido, merece la pena recordar cómo definen la palabra envidia J.A. Marina y M.L. Pernas en su Diccionario de los sentimientos. Según los autores, la percepción de un bien de otra persona provoca sentimiento de rabia y malestar. Y así, a esta otra persona se la considera culpable de dicho malestar, causando incluso humillación y desdicha.
“¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta”
-Víctor Hugo-
Entonces, ¿qué es la envidia sana?
Teniendo en cuenta este panorama, ¿qué es entonces la envidia sana? ¿Realmente tiene sentido tal término? ¿De verdad puede existir un fenómeno de envidia que no produzca dolor, o produzca menos, o incluso pueda parecer positivo? Un estudio muy específico sobre el tema defiende que en realidad sí hay diferencias específicas que nos permiten establecer una distinción entre envidia benigna y maligna.
En este caso específico, cuando la envidia es maligna, aparece la codicia de por medio. Son perfiles que suelen mostrar una tendencia a la alegría cuando imaginan que a la persona objeto de su envida les sucede algo negativo.
Sin embargo, quienes sienten realmente una envidia sana no muestran este patrón. Es decir, no sienten maldad hacia la otra persona, aunque ello no signifique que lo que tiene no lo desee para sí misma. Por eso se considera que el punto de vista es más constructivo desde el prisma del envidioso.
Así pues, ¿la envidia sana es buena?
En realidad, si hay que tener envidia, mejor que sea sana, pero eso no significa que sea buena. Es decir, es cierto que es menos desagradable que la pura o maligna, pero no la convierte en positiva, a menos que sirva como un elemento de motivación o para identificar un deseo que hasta ahora no habíamos considerado.
La envidia sana se centra algo que deseamos o añoramos. Así pues, se podría relacionar con una cierta incapacidad que para analizar el contexto global. Es decir, de alguna manera la envidia podría secuestrar nuestra atención fijándola en aquello que nos falta en vez de en aquello con lo que sí contamos. Igual razones por las que otros nos envidian o por las que envidiaríamos a otros en caso de no tenerlas.
Así pues, según los expertos, debemos contextualizar en su justa medida cada situación. Es decir, puede ser que sintamos envidia de otra persona que ha llegado a grandes logros, pero también hay que analizar que tal vez tuvo muchas más facilidades para alcanzar esas metas. Eso no significa que nosotros seamos peores o no podamos estar ahí algún día. También puede ser que se esforzara más.
“La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual”
-Miguel de Unamuno-
En fin, ya ves que como suele suceder, todo depende del prisma desde el que se mire. ¿La envidia sana es buena? Al menos es mejor que la envidia pura. Por otro lado, no deja de tener una parte motivadora, como toda emoción, que bien encaminada puede darnos la energía suficiente como para conseguir nuestras metas.