El extraordinario testimonio de Primo Levi
Primo Levi fue un químico italiano, de origen judío, que no es conocido por sus aportes en el campo científico pero sí por sus testimonios recogidos en varios libros. En ellos, relata toda la barbarie de la que fue objeto en los campos de concentración nazi, al igual que millones de personas más, a mediados del siglo pasado, durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1944, Levi había sido confinado en un campo de concentración italiano, por formar parte de la resistencia a los nazis. Se había declarado ciudadano italiano de origen judío, lo que lo liberaba de su fusilamiento inmediato, pero lo condenaba a un campo de concentración alemán. Después de un viaje de cuatro días, en un vagón para ganado, junto con 49 personas más y sus equipajes, Levi llegó a Auschwitz.
“Nosotros, los que sobrevivimos a los campos de concentración no somos testigos verdaderos. Nosotros somos los que, a través de la prevaricación, la habilidad o la suerte, nunca tocamos fondo. Los que estuvieron y vieron el rostro de la Gorgona, no regresaron, o regresaron sin palabras”.
-Primo Levi-
En la estación de salida, las SS se apresuran a despojar de sus pertenencias a todos los viajeros que descienden de los vagones. Luego, formaban dos grupos: uno de personas jóvenes y saludables y otro compuesto por ancianos, enfermos, mujeres embarazadas y bebés. Este último grupo era asesinado, en un tiempo que no superaba los 30 minutos. Mientras tanto, los demás eran transportados al campo de concentración.
Destino de Primo Levi: Auschwitz IV
Al llegar a su destino, Auschwitz IV, los prisioneros eran desnudados, rasurados y tatuados con un número que los identificaba. Luego les daban un uniforme a rayas, con el distintivo judío cosido en el hombro izquierdo y en el pantalón. Eran dos triángulos opuestos y superpuestos entre sí, de colores rojo y amarillo, que conformaban la emblemática Estrella de David.
El crematorio estaba diseñado para transformar en cenizas mil cadáveres en una hora. Con estos residuos se fertilizaban los campos cultivados en las cercanías. Los prisioneros eran llevados por 6 kilómetros, y a paso ligero, a las fábricas de derivados del carbón. De ida y vuelta los formaban bajo la lluvia, por horas, para el conteo.
Vestían andrajosos, dormían dos por litera, en camarotes de tres niveles. Por barracón había 250 judíos, que eran devorados permanentemente por miles de chinches y pulgas. Estaban infestados de sarampión, difteria, escarlatina, tifus y erisipela. Sin embargo, la diarrea era lo más intolerable, ya que doblegaba incluso a los hombres más recios.
Una luz de esperanza
En Auschwitz IV permanecían en promedio 15.000 judíos esclavizados, trabajando en jornadas que iban de las 5:00 a.m. a las 6:00 p.m. Levi se encontraba en el bloque 30, construido a partir de madera alquitranada, junto a 59 convictos más, con características idénticas y alineados con precisión milimétrica.
Las labores eran agotadoras, diseñadas para ser realizadas por bestias de carga. Querían mantenerlos en todo momento ocupados y así evitar insurrecciones.
La mayor parte de los compañeros de Primo Levi murieron durante la primera semana en las cámaras de gas, de agotamiento o por las repetidas palizas. La violencia parecía ser el único vehículo de comunicación. Había grupos de judíos delincuentes que trabajaban para las SS y tenían la función de establecer el orden. Estos eran los más odiados por el resto de la población judía.
Con el desembarco de Normandía, por parte de Los Aliados, se alteró aún más la vida en Auschwitz IV. Se desató un mayor nivel de violencia por parte de las SS. Aún así, continuaban llegando más judíos. Los hornos crematorios, funcionaban al tope, al punto de que los ladrillos de los que estaban construidos se resquebrajaban. Mientras tanto, los bombardeos constantes de Los Aliados sobre Auschwitz abrían el camino para el Ejército Rojo.
La liberación
En diciembre de 1944 el avance soviético estaba por llegar a su meta. Los nazis empezaron a desmantelar Auschwitz, pues no podían dejar rastro alguno de la barbarie. En enero evacuaron a los prisioneros, en las llamadas Marchas de Muerte. Las SS asesinaban a todo el que retrasara dicha caminata y por eso pocos sobrevivieron. Levi contrajo escarlatina, por lo cual fue abandonado.
Los nazis huyeron, abandonando a los supervivientes, menos de 900, a su suerte. Los primeros en morir fueron los judíos que trabajaban para la SS. No había lumbre, ni comida. En la búsqueda de alimento, Levi encontró un pabellón con británicos presos, en donde había comida.
Había cadáveres por todas partes, mientras la mayoría de los supervivientes se encontraban en literas, paralizados por el frío y el hambre.
Al llegar los soviéticos, se petrificaron, contemplando asqueados y horrorizados, el panorama de Auschwitz. Los rusos los trataron con benevolencia y luego los alimentaron. Varios compañeros de Levi murieron porque sus cuerpos, muy debilitados, fueron incapaces de digerir los alimentos.
La despersonalización a la que habían sometido a los judíos se sentía en un silencio absoluto. Los soviéticos marcharon con los supervivientes, recorriendo varios países europeos. Pasados varios meses desde la liberación, sin ninguna explicación, los rusos les permitieron ir a casa. Levi terminó suicidándose en abril 11 de 1987, pero antes dejó un testimonio desgarrador de todo lo acontecido, en su famosa obra “Si esto es un hombre”.