Familias rígidas y flexibles: ¿en qué se diferencian?
No existe una familia igual a otra. Cada núcleo familiar posee sus propias reglas, particularidades y dinámicas de relación. Pero, en cualquier caso, para ser consideradas sanas y funcionales en ellas se deben cumplir ciertos parámetros. Diferenciar entre familias rígidas y adaptables es un primer paso para percibir lo saludable de los vínculos que en ellas se establecen.
En primer lugar, hemos de recordar que las familias están compuestas por varios subsistemas. El conyugal (la relación de pareja o matrimonio), el fraternal (la interacción entre los hermanos) y el paterno-filial (las acciones educativas y encaminadas a la crianza de los hijos).
La adaptabilidad (o rigidez) se refiere, precisamente, a lo claros o difusos que están los límites entre los distintos subsistemas. Y también lo rígidos o flexibles que estos son en función del grado de adaptabilidad podemos distinguir cuatro tipos de familias.
Las diferencias entre familias rígidas y adaptables: una clasificación
Familias rígidas
Estas se encuentran en una posición extrema de rigidez y falta de adaptabilidad. Las funciones de cada subsistema están claramente definidas y los límites firmemente establecidos.
Las fronteras internas son muy rígidas, de modo que existe poca interacción e implicación emocional entre los miembros de la familia. Cada uno presenta un elevado sentido de independencia y un marcado sentimiento de pertenencia familiar.
Recurrir a los demás en busca de ayuda no suele ser una opción, por lo que hay un bajo nivel de apoyo mutuo. El estrés o las preocupaciones de uno de los miembros son vividos individualmente y no perturban a los demás. El tiempo que se comparte es muy escaso y hay pocos intereses comunes.
Familias estructuradas
Se colocan en una posición intermedia, más saludable y flexible. Existen funciones definidas y diferenciadas para padres e hijos, siendo los primeros quienes ostentan la autoridad.
A pesar de ello, estas familias son más proclives a realizar modificaciones y adaptaciones en sus dinámicas que la anterior. La interacción e implicación entre los miembros es mayor, pero aún prima la individualidad.
Familias flexibles
Las familias flexibles ocupan también un punto intermedio del continuo. En ellas los roles son claros y los límites también, pero estos son fácilmente modificables en caso necesario. Se da una mayor cercanía emocional entre los integrantes de la familia. Se comparten tiempo, espacios e intereses y se prima la ayuda mutua y la lealtad.
Familias caóticas
Por último, las familias caóticas se posicionan en el otro extremo del continuo, siendo también poco funcionales. En este tipo de familias no se conocen claramente los roles y funciones de cada uno y los límites son completamente difusos. Prácticamente no hay diferencias en el rol de sus miembros: nada separa a padres e hijos.
Suelen presentar una elevada dependencia entre los familiares. Se espera y se exige la cercanía, la lealtad, el apoyo y la consideración hacia la familia en cada decisión. No existe un desarrollo individual de cada miembro debido al exagerado sentido de pertenencia familiar.
Consecuencias de vivir en familias más o menos rígidas
Como en muchos aspectos de la vida, en cuanto a la adaptabilidad familiar, en el centro está la virtud. Las familias estructuradas y flexibles son las opciones más saludables y funcionales. Y lo son porque permiten el desarrollo individual a la vez que proporcionan afecto y apoyo.
Por su lado, las familias rígidas impiden la cercanía emocional y pueden generar sentimientos de soledad y falta de soporte. Además, pueden enfrentar serias dificultades si sus circunstancias cambian (por ejemplo, uno de los familiares enferma) al no estar dispuestos a modificar su dinámica ni las funciones de cada uno.
Por otro lado, las familias caóticas fallan en una de las funciones más importantes: proporcionar estructura. Los niños que crecen en este tipo de entornos pueden verse seriamente afectados. Pues, para un correcto desarrollo es necesaria la claridad y estabilidad que los límites proporcionan.
Los pequeños pueden tener problemas para desarrollar su identidad y su autonomía. Y generalmente suelen crecer siendo indecisos, inseguros y excesivamente dependientes de su clan familiar.
Una familia sana y funcional es aquella que encuentra un equilibrio entre rigidez y caos. Los papeles de cada uno deben estar claros y los subsistemas diferenciados, pero igualmente es necesario que el sistema esté abierto a adaptarse a las circunstancias cambiantes que pueden ir sucediendo.
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