El fanatismo del terror ha vuelto: mujeres y niñas desaparecen en Afganistán
«Las mujeres musulmanas podrán estudiar, se respetarán sus derechos y serán felices al vivir bajo el marco de la Sharia» dijo hace unos días Zabihullah Mujahid, portavoz de los talibanes en una comparecencia ante los medios con el fin de ganarse la confianza de los medios internacionales. Ahora bien, lo cierto es que las mujeres y niñas desaparecen en Afganistán como ya ocurrió entre 1996 y 2001.
Nadie se cree sus falsas proclamas ni su actitud repentinamente conciliadora. Porque mientras tanto, las figuras femeninas se difuminan de los carteles publicitarios, se arrancan de los comercios por miedo a lo que pueda pasar. Sus presencias ya crean grandes vacíos en las calles para esconderse en la soledad de las casas o bien, para buscar a la desesperada una huida en el aeropuerto de Kabul.
La esperanza se desangra de nuevo en un país siempre en ruinas, en un escenario donde ser mujer casi siempre ha sido difícil. Sin embargo, si en estos últimos veinte años las mujeres afganas habían empezado a recuperar voz y presencia en la esfera pública, el rápido e inesperado avance de los talibanes las condena nuevamente a habitar en la oscuridad de sus burkas y en un nuevo reino del terror.
En la ley de la Sharia las mujeres y las niñas no pueden trabajar ni estudiar. Aún menos salir a la calle si no es con la compañía de un familiar masculino.
Mujeres y niñas desaparecen en Afganistán bajo el Emirato Islámico
Cuando las tropas internacionales se estaban retirando de Afganistan en el 2011, Intermon Oxfam lanzó un llamamiento que ha resultado ser profético: todos los avances logrados podrían perderse de un día para otro. Si se había conseguido escolarizar a más de la mitad de las niñas y el 28% de los miembros del parlamento en el país eran mujeres, todos estos logros están amenazados.
Un ejemplo, esta misma semana Beheshta Arghand, presentadora del canal Tolo News en Afganistan, entrevistaba a un funcionario talibán. Este le aseguraba que no habría violencia alguna contra las mujeres y que se asegurarían sus derechos. No obstante, una vez finalizado ese encuentro, la propia presentadora explicaba entre lágrimas en el chat Clubhouse que los talibanes la habían suspendido de empleo y sueldo a ella, y a todas las compañeras femeninas de la cadena por tiempo indefinido.
Porque lo cierto, es que los talibanes respetan los derechos de las mujeres, pero siempre y cuando —eso sí— se ajusten a los preceptos de la Sharia. Y esto, era algo que nadie esperaba. Pocos auguraban un avance tan rápido de los talibanes ni todavía menos, la huida del presidente Ashraf Ghani y la retirada de un ejército afgano que no ha puesto resistencia alguna ante la bandera del Emirato Islámico.
Las prohibiciones de los talibanes para niñas y mujeres
Mientras miles de afganos buscan escapar del país en el aeropuerto de Kabul, una parte de la población asume que esa huida no será posible para todos. Las mujeres y las niñas son las más amenazadas por este nuevo régimen y es muy posible que se repitan las mismas violaciones a sus derechos que ya denunció en su día la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA).
Son las siguientes:
- Las mujeres y niñas desaparecen de Afganistan al prohibirles el derecho a escolarizarse y también a trabajar fuera de sus hogares.
- No pueden salir de casa si no están acompañadas de un familiar masculino.
- No pueden hacer tratos comerciales con hombres.
- Prohibición de ser atendidas por médicos masculinos.
- Deben usar burka. No puede quedar expuesta ninguna parte de su cuerpo.
- Serán azotadas e insultadas si no siguen las reglas de los talibanes.
- Se les azotará públicamente si enseñan sus tobillos.
- Se les lapidará si tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio.
- No pueden usar cosméticos. Si se pintan las uñas les cortarán los dedos.
- Prohibición de usar zapatos de tacón.
- Las niñas y mujeres desaparecen en Afganistán porque sus voces ya no serán escuchadas. Tienen prohibido reírse públicamente.
- No pueden hablar con ningún hombre en público y sin permiso.
- Queda prohibido subir a taxis y sacarse el carnet de conducir.
- Les está vetado trabajar o expresarse en medios públicos como televisión, radio e Internet.
- Nadie puede fotografiar ni grabar a las niñas y mujeres.
- No se puede exponer de manera pública imágenes de mujeres.
“Aseguramos que no habrá violencia contra las mujeres”, afirmó el portavoz de los Talibanes Zabihullah Mujahid. “No se permitirá ningún prejuicio contra las mujeres, pero los valores islámicos son nuestro marco y deben cumplirse”.
La historia se repite: nadie cree en los “nuevos talibanes”
Estos días recorren imágenes en los medios de cómo era Afganistán en los años 70. Nos llama la atención la foto realizada por Laurence Brun en 1972. En ella, las mujeres no se diferenciaban demasiado de las que cualquiera podría encontrarse por los países occidentales: jóvenes con minifalda, riendo, con el cabello suelto, tacones y acudiendo a sus trabajos y centros de estudios.
Lo cierto es que a principios del siglo XX, el Rey Amanullah, promovió la libertad femenina prohibiendo los matrimonios forzados e impulsando la igualdad de género. En los años 70 se logró el sufragio universal y el país brillaba con el progreso propio de cualquier país avanzado. Sin embargo, a raíz de varios golpes de estado y con la ocupación soviética, todo cambió.
En 1996 se integró el Estado Islámico de Afganistán y llegó el reino del terror. Las mujeres fueron sometidas a la ley de los talibanes y a la Sharia. Esa oscuridad duró hasta el 2001. Ahora, veinte años después, el horizonte vuelve a traer la misma oscuridad, mujeres y niñas desaparecen en Afganistán para ser recluidas en sus hogares, arrancadas de la vida pública ante un occidente que mira impasible cómo la historia vuelve a repetirse…