Fibromialgia y depresión, ¿cuál es la relación?
La fibromialgia es un síndrome caracterizado por la presencia de dolor musculoesquelético crónico generalizado. Además del dolor, aparecen asociados otros síntomas, como fatiga, alteraciones del sueño, parestesias en las extremidades, sensación de tumefacción en las manos o rigidez matutina.
Hasta el momento no existe ninguna terapia/intervención que cure la fibromialgia, por lo que los tratamientos existentes se centran exclusivamente en atenuar o amortiguar el impacto de diferentes síntomas, como el dolor, los problemas de sueño o el malestar emocional.
Con respecto a la psicopatología, se ha observado que la prevalencia de depresión es mayor en el grupo de pacientes con fibromialgia que en el resto de pacientes. Así, en este artículo profundizaremos un poco más en esta relación.
¿Qué ocurre antes, la fibromialgia o la depresión?
Existen líneas de investigación que describen una posible relación entre dolor y determinadas variables de personalidad, encontrándose evidencias que apoyan la teoría según la cual existe una alta relación entre algunos rasgos de personalidad y el dolor crónico.
Por otro lado, se observa también una elevada incidencia del estado de ánimo deprimido entre los pacientes con dolor, asumiéndose con frecuencia que es el estado de ánimo el causante de éste.
Entre los trastornos relacionados con el dolor, nos vamos a centrar en la fibromialgia. Un síndrome reumatológico caracterizado por dolor generalizado, que se considera crónico y cuyo síntoma principal es la sensibilización central que se manifiesta con un dolor difuso que afecta a todo el cuerpo.
Entre las causas de este síndrome se han propuesto, entre otros, factores de naturaleza emocional. En este sentido, se reconoce la implicación de variables emocionales, como la ansiedad o la depresión, encontrándose que el 30% de pacientes con fibromialgia presentan depresión en el momento que acuden a consulta y un 60% la padecen en algún momento de su historia clínica. Aun así, no queda clara la repercusión de estos trastornos emocionales ni en la etiología ni en el mantenimiento de la fibromialgia.
¿Qué dicen las investigaciones acerca de la relación entre fibromialgia y depresión?
En el año 2004, se puso en marcha una investigación en la Universidad de las Islas Baleares cuyo objetivo era corroborar la relación entre fibromialgia y depresión. Los autores pretendían verificar si los pacientes que sufren de fibromialgia presentan un perfil específico en la manifestación de este trastorno de ánimo.
En relación a la depresión, se observó que no existían diferencias significativas entre pacientes que padecían de fibromialgia y pacientes sanos. Esto podría ser una señal de que la depresión puede preceder o acompañar a la fibromialgia, aunque no constituye un factor implicado en la etiología (causa) del síndrome.
Lo que sí parece ser cierto es que la existencia de relación entre fibromialgia y depresión es más bien una cuestión de comorbilidad (ambos trastornos aparecen al mismo tiempo), o bien que el estado de ánimo deprimido puede ser una consecuencia del padecimiento de fibromialgia. En este sentido, el estado de ánimo deprimido en pacientes con fibromialgia sería consecuencia de las interferencias del dolor y de otros síntomas en la vida cotidiana.
La relación entre fibromialgia y depresión es más bien una cuestión de comorbilidad.
Los síntomas del síndrome (por ejemplo, la fatiga) impedirían realizar las actividades que hasta el momento habían sido habituales, así como llevarían a la persona a inhibirse de participar en determinados proyectos por la anticipación del dolor. Esto conduciría a una pérdida de reforzadores o estímulos motivadores en la vida diaria del paciente, que acabarían desencadenando el trastorno depresivo.
¿Qué implicaciones tiene en la práctica profesional dicha relación?
Para llevar a cabo la prevención en depresión podemos acudir a diversas herramientas como las siguientes:
- Reflexionar sobre nuestra forma de vida. La clave está en incorporar actividades gratificantes y mejorar la vida social. Teniendo en cuenta que estos pacientes tienen unas dificultades específicas, habría que elegir actividades acorde a sus capacidades.
- Identificar cómo es nuestra forma de pensar e intentar cambiar los pensamientos que nos hacen sentir mal, sustituyéndolos por otros menos dañinos.
- Recurrir a talleres o grupos terapéuticos. Conocer a otras personas que están pasando por lo mismo que tú ayuda a que te sientas comprendido y adquieras unas herramientas realmente útiles para tu problema en cuestión.
- Acudir al psicólogo siempre es una opción.
Así, los resultados obtenidos pueden tener importantes implicaciones para la práctica profesional. Si la depresión no es una causa, sino una consecuencia de la fibromialgia, esto podría dar lugar a la elaboración de programas de prevención específicos -basados en las herramientas que hemos descrito- para esta población.