Filosofía y vida cotidiana: ¿cómo puede ayudarnos?

¿Qué pinta la filosofía en nuestra historia? ¿Cómo podemos servirnos de ella? La respuesta es más sencilla de lo que quizás puedas imaginar...
Filosofía y vida cotidiana: ¿cómo puede ayudarnos?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 28 enero, 2023

Cuando pensamos en la filosofía, ¿qué es lo primero que se nos viene a la mente? Quizás pensemos que se trata de un conocimiento alejado de la realidad. Quizás su criticidad contribuya a que una parte de la sociedad la considere poco útil. En este artículo, iremos precisamente en contra de esta idea, explicando de manera simple y amigable cómo puede la filosofía ayudarnos en la vida cotidiana.

La idea detrás de esto es acercar a los lectores a la filosofía partiendo de la base de que la misma puede ser una disciplina práctica. De hecho, muchos tipos de terapias se asientan en corrientes filosóficas -detrás de ellas se articula toda una perspectiva vital-.

Hombre pensando
La filosofía nos ayuda a pensar y con ello a ver las situaciones desde varios puntos de vista.

La filosofía y las situaciones límites

Quien no ha atravesado una situación inmanejable o con la que no pudo lidiar que tire la primera piedra. Todos hemos pasado por ellas, son partes constitutivas de la vida humana. Ante la angustia o la desesperación que nos pueden provocar, buscamos encontrarle sentido o alguna solución al problema. Es aquí en donde la filosofía aparece en forma de reflexión, es decir, a través de preguntas que nos conducen a pensar. Siempre se dice que esta disciplina prioriza los interrogantes y no tanto las respuestas.

Uno podría pensar, ¿para qué quiero más preguntas si lo que busco es una salida de la situación en la que me encuentro? Como respuesta, podemos decir que la filosofía con sus preguntas nos abre nuevas miradas desde las cuales pensar el problema. Eventualmente, con un cambio de punto de vista, puedo llegar a una posible solución. Pero, ante todo, es importante resaltar que, aunque los interrogantes filosóficos no pueden darnos una respuesta, pueden ser parte de la solución.

Argumentación y conocimiento

Uno de los temas principales de la filosofía es la argumentación. Se entiende por ello a la emisión de juicios u opiniones a favor o en contra de determinadas cuestiones, siempre fundamentadas por medio de argumentos lógicos. ¿Qué tiene que ver esto con la vida cotidiana? Todo el tiempo estamos dando razones a favor o en contra, ya sea en diálogos con otras personas, sobre preferencias o creencias y también cuando queremos convencer a alguien de algo.

Por tanto, si la argumentación es una práctica cotidiana en nuestro día a día, es recomendable ejercitarse de manera tal que seamos capaces de encontrar contradicciones en lo que nos dicen o en lo que nosotros pensamos. De esta manera, podremos reflexionar sobre nosotros mismos y a los otros sobre sus opiniones, razones y creencias.

Los antiguos decían que el ejercicio, entendido como la puesta en práctica de las enseñanzas filosóficas, era una parte muy importante porque convierte la teoría en hábito. De esta manera, podremos aspirar a un modo de vida de acuerdo a nuestros pensamientos, priorizando la acción sobre el decir. Lo cual nos lleva a ser más racionales y sensatos a la hora de hablar.

Tradicionalmente, el máximo exponente (aunque no el único) de esta práctica cotidiana fue Sócrates. Sabemos que la refutación, es decir, el método de encontrar contradicciones en un conjunto de argumentos, era parte de su día a día. A través del diálogo, generaba conocimiento en su interlocutor, ya que podían aprender cosas nuevas o bien cambiar creencias u opiniones que se tenían por verdaderas.

La filosofía en la vida cotidiana

Muchas veces sentimos tristeza, dolor, enfado, turbación o miedos que pueden llegar a afectar nuestra vida cotidiana. Una posible solución u otro punto de vista desde el cual podremos modificar dichas emociones viene de la mano de los estoicos. Los representantes de esta corriente de pensamiento postulan que hay realidades que dependen de nosotros y otras que no, y que, por tanto, nos exceden.

Algunos de los elementos sobre los que no tenemos un control completo son los siguientes:

  • El cuerpo.
  • La reputación que tenemos.
  • Nuestros padres.
  • Nuestros amigos.
  • El pasado.
  • El futuro.
  • La muerte.

Por otro lado, algunos de los elementos sobre los que más control tenemos son pensamientos, creencias o convicciones. De esta manera, solemos acertar cuando empleamos nuestra energía en trabajar en nuestras emociones, interviniendo sobre lo que  pensamos, opinamos o creemos. Con el resto, que es externo, no podemos hacer nada. Una vez que comprendemos esto, los sentimientos que nos obstaculizaban la cotidianidad pueden dejar de hacerlo concentrándonos en cambiar nuestro interior.

«En realidad, la filosofía es medicina del alma, y su auxilio no se ha de buscar de fuera, como en las medicinas corporales, sino que hemos de procurar con todo esfuerzo curarnos a nosotros mismos».

-Cicerón- 

Considerando la frase de Cicerón, la filosofía tiene su cuota de utilidad porque nos permite curarnos a nosotros mismos. Analizando nuestros pensamientos y convicciones, podemos volver consciente lo que en la vida cotidiana hacíamos de manera irreflexiva. De esta manera, tenemos la capacidad de cambiar las creencias irracionales y convertir en un hábito las racionales.

Mujer pensando
La filosofía también es una vía para analizarnos y hacer cambios en nosotros y en nuestra vida.

El asombro en el día a día

La rapidez con la que se producen cambios a nuestro alrededor nos deja poco margen para pensar. Así, una de las primeras motivaciones de la filosofía es animarnos a que nos detengamos, dándonos refuerzo, en forma de resultados, cuando lo hacemos.

Ahora, ¿para qué necesitamos cuestionarnos o cuestionar lo que nos rodea? Una buena respuesta es que, sin poner en duda nuestros pensamientos cotidianos, difícilmente podríamos progresar.

Somos producto de la transformación que nosotros mismos hacemos de la humanidad. Por tanto, es necesario que tomemos a la filosofía como una forma de problematizar la realidad, para desarmar aquellas cosas que parecen ciertas y cerradas, para transformarlas en otras distintas de las que son.

Como vemos, la filosofía puede dejar de ser considerada como un saber antiguo y anticuado. Muy lejos de la realidad ha quedado esta mirada considerando lo expuesto en este artículo, ¿no te parece?


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  • Elorduy, E. (1970). El estoicismoArbor77(300), 315.

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