Biografía de Sócrates, el padre de la filosofía

Sócrates es para muchos el filósofo más importante de todos los tiempos, principalmente porque le dio forma al método dialéctico y con él al pensamiento inductivo. Si quieres saber más sobre él, ¡sigue leyendo!
Biografía de Sócrates, el padre de la filosofía
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 18 octubre, 2023

Sócrates ha sido uno de los hombres más célebres que ha dado la humanidad. Muchos piensan que fue quien le dio unidad a la actividad filosófica y que el pensamiento occidental comenzó a tomar cuerpo gracias a él. De hecho, se le considera el padre de la filosofía y el más grande de los pensadores griegos.

Era, sobre todo, un hombre al que le gustaba cuestionar y debatir de manera inteligente. No daba por cierto nada y eso lo convirtió en objeto de críticas y persecuciones. Muy pocos toleraban sus cuestionamientos, que siempre dejaban al desnudo la fragilidad de los conocimientos y argumentos de sus contemporáneos.

En este artículo, te sumergirás en la vida de un hombre que dejó una profunda huella en diversos campos del conocimiento. A través de su revolucionario método de análisis, la dialéctica, y su estrategia educativa, la mayéutica, este pensador no buscaba establecer verdades, sino explorar los cimientos del pensamiento.

Sócrates: sus primeros años

Sócrates nació en Atenas, en el año 470 a. C. Su padre fue Sofronisco, cantero que participó en la construcción del Partenón. Se dice que cuando nació su hijo consultó al oráculo de Delfos y este le aconsejó dejarlo crecer a su aire, sin oponerse a su voluntad ni reprimirle sus impulsos. La madre fue Fenáreta, una comadrona a la que el filósofo consideraba su mentora.

Se cree que Sócrates pertenecía a una familia con cierta riqueza. De joven, trabajó por poco tiempo como escultor, siguiendo los pasos de su padre. Además, sirvió en el ejército como hoplita, un tipo de soldado de infantería que llevaba armadura pesada. En esta etapa combatió con gran valor durante la Guerra de Peloponeso.

Por lo general, solo las personas de clases más altas podían costear el equipo necesario para ser hoplita.

Como escultor, se sabe que elaboró varias estatuas en la entrada de la Acrópolis. Recibió una instrucción normal para alguien de su condición en aquella época, que era la más floreciente de la Grecia Antigua.

Muy joven se casó con Xantipa, una mujer que se hizo célebre por su mal carácter. En varias oportunidades se habló acerca de los conflictos maritales de la pareja, aunque no hay evidencias suficientes de que hayan tenido una relación tan difícil como a veces se piensa.

La formación de Sócrates

La información sobre la educación temprana de Sócrates es limitada, así lo afirma Beatrice Collina en su libro sobre este filósofo. Sin embargo―sostiene ella― en el siglo VI a. C., en Atenas, era común que los jóvenes recibieran educación básica, como lectura y escritura. Es probable que Sócrates también haya tenido esta formación inicial y que luego haya ampliado su aprendizaje debido al ambiente cultural floreciente de la ciudad en ese momento.

Durante esa época, varios filósofos destacados visitaron Atenas y se unieron al grupo de Pericles. Por lo que es probable que Sócrates hubiera interactuado con algunos de ellos, siendo influenciado por sus ideas. Por ejemplo, Anaxágoras, que enseñó en Atenas durante tres décadas, y su estudiante, Arquelao, quien fue el maestro que lo introdujo en la filosofía.

También es posible que Sócrates hubiera tenido encuentros con otros filósofos destacados, como Parménides y el sofista Protágoras. Platón, en sus escritos, menciona debates entre su mentor y estos pensadores. Por lo tanto, Sócrates creció en un ambiente culturalmente rico, lo que lo inspiró a dedicarse a la filosofía.



Un hombre brillante y humilde

Gracias a la biografía de Sócrates, hoy sabemos que su aspecto era motivo de burlas, ya que no era agraciado. Además, era muy austero, pues siempre llevaba la misma capa y su mesa era muy exigua. Mantenía una vida sencilla pero notable debido a su gran inteligencia. En particular, se volvieron célebres sus preguntas, siempre incisivas.

Sócrates resaltó por sus razonamientos y por la facilidad con que usaba las palabras en sus conversaciones. Filósofos como Jenofonte, Aristófanes y Platón lo describieron como un sabio apasionado por el diálogo.

Uno de sus principales aportes fueron el método del diálogo y la ética. Su filosofía enseña que la verdad está dentro de uno mismo. Por lo tanto, no hay que buscarla en el mundo, sino darle a luz a través del pensamiento, del cuestionamiento, de la filosofía.

Las largas caminatas de Sócrates

Durante mucho tiempo, Sócrates solía caminar por Atenas, charlando con jóvenes y adultos, ya fueran ricos o trabajadores. Estas charlas eran parte de su forma especial de enseñar, llamada «mayéutica».

Sócrates decía que su técnica era como la labor de una comadrona, como lo fue su madre. Su objetivo era ayudar a la gente a «dar a luz» sus propias ideas y descubrir verdades que ya estaban en su mente. Lo hacía mediante preguntas y cuestionando las respuestas que le daban, para ver si lo que decían era real o solo una idea errónea.

En los escritos de Platón, vemos que Sócrates tenía un estilo particular al hablar. Empezaba elogiando a la persona con la que hablaba y se mostraba como alguien que no sabía nada. Luego, hacía preguntas hasta que la persona se diera cuenta de que en realidad no sabía mucho sobre el tema.

Para Sócrates, era importante que la gente se diera cuenta de su ignorancia. Decía que no puedes aprender si crees que ya lo sabes todo. El primer paso para ser sabio es admitir que no se sabe. Una vez que la persona admitía esto, Sócrates usaba la mayéutica. Con más diálogo y preguntas, ayudaba a la persona a encontrar una respuesta clara.

El método Socrático

Como ya hemos esbozado un poco, su método, la mayéutica, consistía en formular una pregunta tras otra, de modo que a través de las respuestas se fuera estableciendo un hilo discursivo coherente. Su capacidad para ahondar en cualquier tema con gran ingenio comenzó a darle fama y pronto se hizo célebre en Atenas, y llegaron a su lado muchos discípulos.

Lo que este filósofo hacía era cuestionar «las certezas». Sus seguidores lo amaban porque su método los hacía partícipes en la construcción del conocimiento y de las ideas. Su alumno más brillante fue Platón. De hecho, gracias a este último se recuperó buena parte del pensamiento socrático, ya que el padre de la filosofía nunca escribió.

Estructura dialógica del método

El método socrático se puede dividir en dos grandes partes: la ironía socrática y la mayéutica como procedimiento. El primero, a su vez, se divide en dos:

  1. La ironía: Sócrates actuaba como si no supiera nada sobre el tema a discutir y preguntaba sobre ello con ironía. La ironía era una actitud que le permitía suspender sus saberes para escuchar y ayudar al interlocutor a ver sus propias verdades.
  2. La refutación: mediante este recurso, Sócrates demostraba la ignorancia de la persona. Para ello exponía las contradicciones de las ideas y argumentos.

Después de la ironía y la refutación venía la mayéutica. Sócrates buscaba ayudar a la persona a dar a luz un nuevo conocimiento, luego de que ella se hubiera despojado de lo que sabía. Destruir para luego construir con base en una nueva verdad, esa era su ruta.


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La filosofía de Sócrates

Este pensador rompió con la tradición filosófica que, hasta ese momento, solo se enfocaba en el cosmos y su origen. Por tanto, inauguró un giro en la historia de la filosofía griega —llamado período antropológico— al reflexionar sobre el ser humano y la ética.

Según Sócrates, nadie obra mal a sabiendas. Es decir, defendía que el hombre no puede hacer el bien si no lo conoce. Por ejemplo, aquel que engaña al prójimo ignora que los beneficios de la honestidad (confianza, honorabilidad, estima, etc.) son muy superiores a los que puede proporcionar el engaño (riquezas, poder, entre otros).

Asimismo, afirmaba que el ser humano aspira a la felicidad y que solo la conducta virtuosa es la que lo conduce a ella. Cabe destacar que, para este pensador, la virtud no es una cualidad innata, o que surge de manera espontánea en ciertos hombres. Al contrario, esta puede aprenderse mediante el razonamiento.

De esta forma, la sabiduría, la virtud y la felicidad son nociones inseparables en la filosofía socrática. Como vemos, el conocimiento está en el centro de las reflexiones éticas de Sócrates, y el primer paso para alcanzarlo es la aceptación de la propia ignorancia.

Sócrates y los sofistas

En su tiempo, muchas personas lo confundían con los sofistas; no obstante, se diferenciaba de ellos en varios sentidos. Veamos algunas distinciones relevantes:

  • Métodos de enseñanza: los sofistas se dedicaban a impartir enseñanzas concretas que tenían una utilidad práctica para los alumnos, como el arte de la oratoria. Sócrates, en cambio, buscaba estimular el espíritu de sus discípulos. No actuaba como un maestro tradicional, sino que utilizaba un método llamado mayéutica, que se basaba en ayudar al discípulo a sacar a la luz las ideas que ya tenía en su interior y analizarlas.
  • Economía de la enseñanza: los sofistas cobraban por sus enseñanzas y, en algunos casos, obtenían grandes sumas de dinero. Sócrates, por otro lado, no ponía precio a sus enseñanzas. Sin embargo, no cualquiera podía asistir a sus clases; se reservaba el derecho de admitir o rechazar a los candidatos.
  • Enfoque en el diálogo: a diferencia de los sofistas, que daban conferencias o discursos a grandes audiencias, Sócrates prefería el diálogo en pequeños grupos. Su especialidad era el discurso breve de preguntas y respuestas.
  • Perspectiva política y moral: Sócrates coincidía con los sofistas en su interés por las cuestiones políticas y morales, pero adoptó un punto de vista opuesto en estas áreas. Sócrates creía que las cuestiones políticas y morales debían ser resueltas por expertos en la materia y criticaba el sistema democrático de Atenas, considerándolo injusto.

En resumen, aunque Sócrates y los sofistas compartían ciertos intereses, tenían diferencias fundamentales en sus métodos de enseñanza, su enfoque económico y sus perspectivas políticas y morales.

La moral socrática

Para Sócrates la verdad es el bien moral. Cuando la verdad se llega a conocer, no se puede obrar de otra manera que no sea haciendo el bien. El saber y la virtud se entrelazan, por eso, quien conoce el respeto actuará con respeto.

Sócrates se interesó mucho en el conocimiento de la virtud con la finalidad de aplicarla en beneficio de la polis. Así pues, se pueden delimitar tres aspectos claves de su ética:

  • Felicidad: es el bien último de todo hombre y se alcanza solo a través del ejercicio de una vida virtuosa. No proviene de los placeres, sino de la contemplación de la verdad y de la práctica de la virtud.
  • Virtud: consiste en ser aquello que el alma es: buena y perfecta. Es vivir en armonía con el alma, con la verdadera naturaleza.
  • Ciencia: es saber obrar bien. Es llevar a cabo lo que se sabe, es el conocimiento de la virtud.


La amistad

Sócrates valoraba mucho la amistad y fue uno de los primeros filósofos en reflexionar sobre su importancia. Después de él, otros filósofos, como Aristóteles, también exploraron el tema.

Para Sócrates, la amistad estaba estrechamente ligada a la moralidad. Creía que solo las personas con virtud podían tener amistades genuinas, mientras que las personas con intenciones maliciosas solo buscaban relaciones por interés. Así, según Sócrates, una verdadera amistad no podía existir entre personas sin virtud o entre una persona virtuosa y otra que no lo fuera.

Beatrice Collina destaca que Sócrates daba consejos prácticos sobre cómo elegir a las personas con las que relacionarse. Según él, deberíamos confiar en aquellos que no se dejan dominar por deseos materiales, como el placer o el dinero, y que son independientes en sus vidas.

Aquellos que no pueden controlar sus deseos suelen anteponer sus necesidades a las de sus amigos. Y los que no son autónomos, ya sea económica o emocionalmente, ven a otros solo como un medio para sus propios fines. Para Sócrates, una persona con autocontrol y autosuficiencia es alguien virtuoso, y esas son las características de un verdadero amigo.

El amor

En Sócrates: maestro de filosofía y de vida, la autora afirma que para Sócrates el amor surge del deseo de las personas por aquello que les falta, en especial el bien y la belleza. Por lo tanto, el amor no reside en la persona que es objeto de afecto, sino en quien siente el amor, ya que es quien tiene la necesidad y busca en el otro llenar ese vacío.

Así, el amor es algo que no está completo y no se puede ver como un dios. Es más como un ser intermedio entre lo humano y lo divino. Además, este sentimiento va más allá de la atracción física; es un deseo del alma por conectarse en profundidad con otra «alma bella».

«Solo sé que nada sé»

Sócrates cuestionaba todo, incluso a los considerados expertos de su tiempo. Cuenta la leyenda que un amigo suyo, Querefonte, fue al famoso oráculo de Delfos para preguntar si había alguien más sabio que Sócrates. La respuesta fue que no había nadie más sabio en Atenas. Sin embargo, Sócrates no estaba tan seguro de esa afirmación.

Lo que distinguía a Sócrates de otros pensadores era que, mientras muchos se veían a sí mismos como poseedores de todo el conocimiento, Sócrates reconocía sus limitaciones. De ahí viene la conocida expresión «solo sé que nada sé», aunque es una interpretación de sus palabras originales.

En uno de los escritos de Platón, Sócrates expresa algo similar, diciendo que, a diferencia de otros que creen saber, pero no saben, él es consciente de su falta de conocimiento. Esta conciencia de su ignorancia es lo que, paradójicamente, lo hacía un verdadero sabio.

Obras

Sócrates no escribió ninguna obra porque defendía que «cada uno debía desarrollar sus propias ideas». Sus reflexiones las conocemos gracias a los testimonios escritos que dejaron sus discípulos, entre los que destacan: Platón, Jenofonte, Aristipo y Antístenes.

Tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Lo que conocemos de sus enseñanzas se extrae de la obra de Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro, mencionando su gran ingenio y agudeza mental para hacerle ver a los demás su propia ignorancia.

Un crimen histórico

El filósofo que hacía dudar a todos no era bien visto por quienes pretendían instalar verdades absolutas. Por tanto, Sócrates fue criticado por los poderosos.

Se cuenta que un ateniense adinerado quiso contratarlo para que educara a su hijo; el filósofo le pidió un pago de 500 dracmas, lo cual le pareció excesivo al contratante, quien dijo que con ese dinero podía comprarse un asno. Sócrates le aconsejó que lo comprara y así tendría dos asnos en la casa.

Cuando ya era muy famoso, se le empezó a mirar con recelo. Fue acusado de ser una mala influencia para la juventud, y, para sorpresa de todos, no se defendió con su gran capacidad dialéctica. Pensaba que las leyes y los dictámenes de los jueces debían ser cumplidos, se estuviera de acuerdo o no con ellos.

Sócrates fue condenado a morir por envenenamiento con cicuta. Se dice que Xantipa, su esposa, fue a visitarlo y se echó a llorar. El filósofo le preguntó por qué se lamentaba y ella respondió que era muy triste verlo morir por una condena injusta. Él le respondió: «¿Te sentirías mejor si muriera por una condena justa?» Su muerte causó gran conmoción entre sus seguidores.

La muerte del gran filósofo

Antes de que Sócrates fuera ejecutado, sus amigos intentaron ayudarlo a escapar sobornando a los guardias. Sin embargo, Sócrates rechazó la oferta. Decía que no temía morir y que, como ciudadano fiel de Atenas, respetaría sus leyes, incluso si eso significaba su muerte.

Platón relató este momento en su obra Fedón. Según él, Sócrates tomó el veneno de cicuta con determinación. Poco a poco, el veneno hizo efecto en su cuerpo. En sus últimos momentos, Sócrates expresó que veía la muerte como una forma de liberar el espíritu del cuerpo.

Sócrates, un auténtico filósofo

La biografía de Sócrates nos enseña que, en lugar de estar corriendo detrás de las verdades del mundo, debemos hacer un alto para encontrarnos a nosotros mismos y para entrar en contacto con la sabiduría interior.

Este brillante filósofo nos recuerda que para acercarnos a la verdad tenemos que cuestionar nuestros fundamentos, creencias y pensamientos. Hay que despojarnos de los conocimientos que los demás nos han impuesto para escuchar nuestra propia voz.


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