Florence Nightingale, la dama de la lámpara
Florence Nightingale es una de las figuras más importantes de la historia de la enfermería moderna. Sus investigaciones, completamente innovadoras en el siglo XIX, permitieron la mejora de las condiciones sanitarias en miles de hospitales de todo Reino Unido, contribuyendo así al descenso de la mortalidad.
Admirada por todos sus contemporáneos, luchó durante toda su trayectoria por conseguir su propósito: ayudar a los demás. Ella misma aseguraba que había sido Dios quien le había expresado que debía consagrar su existencia a mejorar las condiciones de vida de los enfermos.
A causa de esto, rechazó todas las proposiciones de matrimonio que le fueron ofrecidas y se enfrentó a su propia familia. El repudio a su vocación por parte de su madre y de su hermana no hizo sino alentarla a perseguir una meta que, pese a todo pronóstico, la convertiría en un referente en el mundo de la enfermería.
Florence Nightingale, nieta de un reformista
Florence nació en Florencia (Italia), en el seno de una familia muy acomodada. Su hermana mayor, Frances Parthenope, fue una de sus mayores detractoras en un principio. No obstante, años más tarde se convertiría en el principal apoyo de Florence.
La más joven de la familia Nightingale fue educada como cualquier otra chica victoriana de su edad, pero rápidamente destacó por su gran habilidad para los números. Su propio padre decidió aprovechar sus cualidades y fomentó su aprendizaje desde muy niña, llegando a mantenerla con 500 libras mensuales durante sus estudios de enfermería.
Florence tuvo que luchar fervientemente contra los condicionamientos sociales de la época, tanto por su género, como por su estatus. Nadie entendía que una joven de clase alta quisiera dedicarse a atender enfermos, pero ella afirmaba que esa vocación “se la había dado Dios”.
Y es que la búsqueda de mejorar las condiciones de vida de los demás parecía venirle de familia. Su propio abuelo, William Smith, fue un famoso abolicionista y defensor de los derechos humanos perteneciente a la rama de los “disidentes” protestantes.
“Lo importante no es lo que nos dice el destino, si no lo que nosotros hacemos con él”.
-Florence Nightingale-
La guerra de Crimea
Para llevar a cabo su formación, recorrió diferentes hospitales en Egipto, Italia, Grecia y Alemania. Aquello fue un hito en su vida personal y profesional, y adquiriría relevancia en su etapa como voluntaria durante la Guerra de Crimea. Allí, la enfermera se caracterizó por su resiliencia; su gran compasión y su enorme empatía hacia los enfermos.
Sin embargo, y pese a su preparación y la de sus compañeras, había algo que no funcionaba. Su hospital se había convertido en el centro con mayor mortandad de toda la región, un hecho dramático y frustrante para una mujer con las capacidades de Florence.
Seis meses después de su llegada al país, una comisión sanitaria fue enviada desde Gran Bretaña, y se descubrió que los soldados morían por las malas condiciones del hospital. La falta de higiene y el hacinamiento habían pasado desapercibidos para todo el equipo sanitario.
Aquel episodio marcó un antes y un después en su vida. La vergüenza y la culpabilidad del principio, sin embargo, dieron paso a la indignación. Así pues, Florence se armó con el coraje suficiente para, a su vuelta a Inglaterra, reunir pruebas para la Comisión Real para la Salud del Ejército.
Ella no lo sabía, pero estaba a punto de convertirse en una heroína que cambiaría para siempre el destino de todos los habitantes del mundo occidental.
Las mejoras de Florence Nightingale
El informe que Florence presentó ante la Comisión apoyó la teoría de las condiciones insalubres de los soldados enfermos. A partir de ese momento, su vida profesional se centró en la defensa de la mejora de las condiciones higiénicas de los hospitales y la creación de la Escuela Nightingale de Entrenamiento.
En este centro, formó a miles de enfermeras, y promovió el establecimiento y desarrollo de la enfermería como profesión. De la misma forma, Florence se convirtió en pionera en el uso de gráficos estadísticos, creando el diagrama de área polar, o diagrama de la rosa de Nightingale.
Estos permitían ilustrar los porcentajes de muertos en combate y explicar al grueso común de la población lo que estaba ocurriendo en Crimea. También le sirvió en numerosas ocasiones para presentar proyectos e informes ante el Parlamento británico.
Gracias a su trabajo y a su esfuerzo, en 1859 fue elegida como la primera mujer en formar parte de la Royal Statistical Society. De esta forma, se convirtió en ejemplo e inspiración para muchísimas personas.
Una de ellas fue Henri Dunant, el creador de la famosa organización Cruz Roja, quien llegó a afirmar que su participación en la Convención de Ginebra había estado motivada en su mayoría por el trabajo de Nightingale.
Lamentablemente, y pese a su éxito, Florence padeció una fuerte depresión los últimos años de su vida. Cuando falleció, a los 90 años, dejó tras de sí un importantísimo legado en el mundo de la enfermería, donde, gracias a su costumbre de realizar rondas nocturnas, se la recuerda como “la dama de la lámpara”.