Fuga disociativa: la amnesia de la lejanía
¿Te imaginas cómo sería perder todos o una buena parte de tus recuerdos? ¿Y si a esta amnesia retrógrada le añadimos la desaparición de los lugares que una persona suele frecuentar y el abandono de su familia y de su trabajo? Todos estos aspectos componen el cuadro sintomatológico de la conocida como fuga disociativa o psicógena.
Fuga deriva del latín fugare (‘huir’). Por eso, este tipo de pérdida de memoria provoca una fuga tanto física como personal. La persona se va lejos de la que era su vida y olvida su pasado; puesto que afecta a la información personal más relevante y autobiográfica. ¿Quién soy? ¿Dónde me dirijo? ¿Qué he pensado? ¿Con quién voy? Como veis, la sensación de indefensión puede llegar a ser muy grande.
Es un tipo de amnesia disociativa
La fuga disociativa es una forma de amnesia disociativa. Frente a las neurológicas u orgánicas, que son causadas por lesión o deficiencia metabólica cerebral, en la amnesia disociativa el sujeto es incapaz de recordar un suceso debido al alto estrés que la situación origina. Es decir, su inicio se remonta a algún tipo de trauma psicológico.
Por eso, a veces esta pérdida de memoria surge como la única manera de escapar a un sentimiento de profunda angustia o de vergüenza. De ahí que, en ocasiones, se confunda con un fingimiento de otra enfermedad; ya que, en última instancia, ambas hacen que la persona eluda sus responsabilidades.
Por ejemplo, pongamos el caso de una persona que ha cometido un error muy importante en su trabajo que puede ser causa de despido inmediato. Se inventa que padece amnesia y que no recuerda haber hecho nada erróneo. Éste sería un ejemplo de fingimiento cuya razón es no perder el empleo. No obstante, en el caso de la fuga disociativa, además de ser de inicio abrupto, es no simulada y muy difícil de aparentar.
Estado de fuga
Quizá una de sus características más peculiares, a la par que peligrosas, es la de literalmente “darse a la fuga”. La persona que se ve afectada por ella realiza viajes o escapadas inesperadas, lejos de los sitios que suele frecuentar. Pero no por ocio o diversión, sino porque no recuerda su procedencia y nada le resulta familiar.
Lo más curioso es que esos éxodos los realiza bajo una sensación de total normalidad, debido a que no presenta alteraciones cognitivas ni síntomas de trastorno mental alguno. Así, en el transcurso del episodio de fuga, el afectado no suele llamar la atención, porque tiene una apariencia normal y su comportamiento no se sale de lo habitual.
La única manera en la que manifiestan esa pérdida de información pasada es que suelen estar ligeramente confundidos. Por eso, a veces adoptan una identidad nueva, para no sentirse tan desamparados.
Duración de la fuga asociativa
Normalmente, este tipo de amnesia disociativa es temporal y suele oscilar entre horas y meses. No obstante, puede perdurar más tiempo; agravando las consecuencias personales de la amnesia. Si ese espacio de tiempo es breve, el episodio suele afectar al sujeto de forma parcial. Tendrá que justificar su ausencia laboral o dar una explicación de su repentina desaparición. Pero, por lo general, solo quedaría en un susto.
Si, por el contrario, dura una semana o más tiempo, el desplazamiento que puede llegar a hacer la persona es de miles de kilómetros. Incluso puede llegar a comenzar una nueva vida, sin él ser consciente y encontrar otro trabajo. En este caso, la angustia que sienta cuando despierte de ese estado de alteración mental será mucho mayor. Al igual que la desesperación de sus familiares, amigos y de todo su entorno, debido a su desaparición repentina.
¿Cómo darle la vuelta a la situación?
En la mayoría de las ocasiones, el paciente acaba recuperando por completo la memoria, así como su identidad. No obstante, para otras personas, la vuelta a la normalidad es más lenta, porque los recuerdos van apareciendo de manera más gradual. Incluso hay casos en los que los afectados no llegan a recuperar información pasada.
Además, con posterioridad a la recuperación, hay veces en las que se presenta una leve pérdida de memoria únicamente en lo acontecido durante el período de fuga disociativa. Se produce, un “borrón” de los recuerdos, pero solo durante ese transcurso de tiempo que impide al afectado saber qué ha hecho y qué no.
Como se puede deducir, la persona, al ser consciente de su condición, presenta una sensación de confusión, angustia, culpabilidad y rabia. Tal es la gravedad, que incluso, de manifestarse depresión prolongada, puede terminar en un intento de suicidio.
Por tanto, la duración de la fuga disociativa determina, en parte, su gravedad. Ya que puede oscilar entre una simple pérdida de memoria hasta un irrecuperable olvido del pasado de manera crónica. Actualmente, esta alteración mental no está considerada como un trastorno por sí mismo, sino como un subtipo de amnesia psicógena.