Funciones ejecutivas: habilidades mentales del cerebro humano
Las funciones ejecutivas son procesos cognitivos complejos. Son esas actividades mentales que llevamos a cabo para relacionarnos con nuestro entorno, para trabajar, crear, priorizar unas actividades sobre otras, controlar el tiempo o incluso para automotivarnos. Es como una secuencia automática de procesos que ejecutamos a diario sin apenas darnos cuenta.
Puede que a simple vista todo ello nos parezca algo difícil de entender. A menudo, oímos eso de que el cerebro trabaja como un ordenador y que utiliza casi los mismos mecanismos. Bien, cabe decir que es muchísimo mejor. Las funciones ejecutivas son esas habilidades increíblemente sofisticadas mediante las cuales regulamos nuestra conducta y alcanzamos nuestros propósitos. Algo que supera notablemente a cualquier tipo de tecnología.
“Es en el cerebro donde todo tiene lugar”.
-Oscar Wilde-
Pongamos un ejemplo. Nos vamos a la cama con un libro. Mientras buscamos el capítulo en que nos quedamos la noche anterior, pensamos en lo que vamos a hacer mañana. Nos ponemos un propósito, decidimos qué es mejor aplazar y qué priorizar. Nos ilusionamos con los objetivos propuestos para el día siguiente. Después, nos centramos en la lectura pensando que dentro de una hora apagaremos la luz para ir a dormir.
En esta simple escena demuestra cómo nuestro cerebro lleva a cabo infinidad de procesos en una escasa fracción de tiempo. Unos segundos apenas. Atendemos, priorizamos, planeamos, supervisamos y nos centramos hacia unos objetivos determinados.
Las funciones ejecutivas y el lóbulo frontal
El ser humano no llega a este mundo con todas las funciones ejecutivas listas para ser usadas. Resulta curioso saber, por ejemplo, que muchos de estos procesos adquieren su plena funcionalidad en torno a los 25 años. ¿La razón? Estas capacidades cognitivas se localizan en su mayoría de las estructuras prefrontales y son, a su vez, las últimas en desarrollarse.
El primer neurólogo que habló de estas funciones así como del sistema ejecutivo fue Alexander Luria. Cabe decir además que estos procesos constituyen uno hecho muy reciente desde un punto de vista filogenético. Dentro de nuestra evolución como especie, suponen lo más novedoso, eso que se asocia a su vez con dos hitos muy concretos: la adquisición del lenguaje y el aumento de los lóbulos frontales. Estos hechos se alzaron en su momento toda una revolución.
Nuestros grupos sociales se sofisticaron, apareció la cultura, el control del entorno y toda una sucesión de avances que vienen a constituir lo que somos ahora. Sin embargo, cabe señalar un aspecto esencial. Aunque está en nuestro código genético el que estos procesos se vayan afinando a medida que maduramos (suelen aparecer entre los 8 y los 12 meses junto con el desarrollo del lenguaje en el bebé) la plena adquisición de las funciones ejecutivas depende de varios aspectos.
A partir de los 2 años es clave el tipo de interacción que recibamos, así como su calidad. Las experiencias estresantes o un apego inseguro dificultan su correcto desarrollo.
- Uno de los mayores entendidos del cerebro ejecutivo es, sin duda, Elkhonon Goldberg. Tal y como nos explica en su libro “Como invertir en su cerebro”, las funciones ejecutivas residen en el lóbulo frontal. Esta es, por así decirlo, el área de nuestra cultura y de nuestras interacciones sociales.
- Así, si un niño no disfruta de un vínculo significativo con sus progenitores o de la experiencia de la educación, difícilmente desarrollará o usará con eficacia estos afinados procesos cognitivos.
- Por otro lado, es importante señalar que las funciones ejecutivas pueden verse en ocasiones mermadas por trastornos como la dislexia, el trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad, la discalculia, la esquizofrenia o cualquier daño cerebral.
Ahora bien, la buena noticia es que estas funciones cognitivas pueden entrenarse. Mientras no existan problemas neurológicos graves, todos nosotros podemos afinar mucho más el engranaje las funciones ejecutivas.
¿Qué tipo de funciones ejecutivas tenemos?
Los animales tienen también sus funciones ejecutivas. Ahora bien, estas son algo más rudimentarias y elementales. Ellos, presentan sus necesidades, un sistema perceptivo que les guía en su comportamiento y un sistema físico y motor orientado a satisfacer esas necesidades, esos instintos.
El córtex prefrontal es de los más recientes filogenéticamente y el último en madurar en la ontogénesis. Es ahí donde residen nuestras funciones más afinadas, esas que todos deberíamos entrenar a diario.
-K. Goldberg-
En el ser humano la cosa es un poco más sofisticada. Nosotros no nos movemos solo para satisfacer necesidades. Más allá de los instintos, lo que nos caracteriza son las metas, las obligaciones, los lazos sociales y nuestro escenario cultural y social. Nuestro entorno es tan complejo que necesitamos de un cerebro capaz de adaptarse a ese caleidoscopio de estímulos internos y externos. Es ahí donde entran en acción las funciones ejecutivas.
Son las siguientes:
- Planificación: generar una secuencia de ideas para conseguir un objetivo.
- Razonamiento: el ser humano compara información, descarta, elige, analiza, genera heurísticos…
- Controlar y gestionar los tiempos. Sabe monitorizar el tiempo que debe dedicar a cada tarea, sabe cuando se extiende en exceso o cuando deberíamos invertir más horas en algo.
- Organizar, estructurar la información de forma que tenga sentido y finalidad.
- La inhibición. Es la capacidad para reprimir y controlar nuestros instintos o pulsiones para que nuestra conducta sea la idónea.
- Focalización y mantenimiento de la atención.
- Supervisión y monitorización de nuestras tareas, objetivos o deseos.
- Memoria de trabajo. Almacenar la información para luego acceder a ella en un momento dado es una de las funciones ejecutivas más importantes.
- Flexibilidad. Capacidad para cambiar nuestro enfoque, estar abiertos a otras ideas y aprender de ellas.
Para concluir, el cerebro ejecutivo es sin duda el mayor regalo que nos ha ofrecido nuestra evolución como especie. Sin embargo, hay un matiz que no podemos dejar de lado: las funciones ejecutivas pierden funcionalidad a medida que envejecemos. Así, nunca está de más señalar lo que tantas veces comentamos en nuestro espacio…
No dejemos pasar un día sin aprender algo nuevo. No dejemos pasar un momento sin cultivar la curiosidad, el sentido crítico o la interacción de calidad con nuestros amigos o familiares. Todo ello son nutrientes para nuestro cerebro, energía para que esos procesos cognitivos resistan al paso del tiempo.