5 hábitos que convierten a la ansiedad en peligrosa
La ansiedad es una emoción o reacción psicológica que se da cuando se percibe una situación como amenazante o sobrecogedora. Aun siendo una respuesta natural, si se experimenta de forma crónica, puede desarrollarse un trastorno de ansiedad. Por ello, con el fin de evitar un malestar mayor, es importante conocer los hábitos o comportamientos empeoran la ansiedad.
Generalmente, la ansiedad está relacionada con sucesos y preocupaciones cotidianas. Por ejemplo, estrés en el trabajo, tener a un familiar enfermo o enfrentarse a cambios importantes. Por tanto, conviene cuidar los niveles de ansiedad día a día, fijándonos en pequeños detalles.
Factores de riesgo de la ansiedad
Como decíamos anteriormente, la ansiedad suele ir asociada a eventos o aspectos del día a día que nos provocan miedo e inquietud. Sin embargo, que llegue a convertirse en un trastorno depende de una serie de factores. Estos factores de riesgo, en su mayoría, están relacionados con el entorno y los hábitos de la persona, y nos dan pistas sobre qué hay que prevenir si no queremos empeorar nuestra ansiedad.
Algunas personas desarrollan un trastorno de ansiedad por tener una mayor predisposición biológica, por la presencia de otros trastornos o por haber atravesado un evento traumático. En otras personas, el riesgo se relaciona con factores como:
- Acumulación de estrés por un tiempo prolongado.
- Consumo de sustancias.
- Miedo a padecer, o padecer una enfermedad.
- Eventos vitales estresantes como un duelo o proceso migratorio.
- Aprendizaje a través de distintos estilos de crianza.
¿Qué hábitos empeoran la ansiedad?
Existen muchos factores cotidianos que afectan, a veces casi sin darnos cuenta, a nuestras emociones. La ansiedad no se libra de esta influencia y puede empeorar si no se cuida el entorno.
La buena noticia es que son elementos que se pueden controlar. Así que, si necesitas reducir la ansiedad o prevenir que vaya a más, presta atención a lo siguiente.
1. La falta de sueño
El sueño, como la parte de nuestro descanso más importante, juega un papel muy importante en la gestión del estrés. La falta de sueño incluso puede hacer que busquemos esta tensión extra para mantenernos despiertos. Es decir, que el cuerpo responda como si estuviera en una situación de peligro, liberando más cortisol, aumentando la tasa cardíaca y generando un estado de alerta.
Este estado de alerta aumenta la preocupación, el miedo y, seguramente, la inquietud. En definitiva, provoca que la ansiedad empeore, especialmente si la falta de un sueño adecuado se extiende en el tiempo.
2. Mala alimentación
La alimentación también nos afecta en muchos sentidos. En cuanto a la ansiedad, hay evidencias científicas que respaldan la hipótesis de que una alimentación desequilibrada o incompleta puede aumentar el riesgo de sufrir ansiedad. Una de las razones consiste en que la falta de alimentos adecuados lleva a una bajada de azúcar que provoca la aparición de los síntomas.
Además, hay nutrientes específicos relacionados con la ansiedad, por lo que un déficit puede empeorarla. Por ejemplo, el calcio, el omega-3, el magnesio y la vitamina B son nutrientes que ayudan al organismo a combatir la ansiedad.
3. Pasar mucho tiempo en casa
La relación entre no salir de casa y la ansiedad ha sido evidenciada por el confinamiento que se vivió a causa del COVID-19. Y es que cuando estamos en casa durante un tiempo prolongado y sin mantenernos especialmente ocupados, los miedos y preocupaciones crecen.
Este efecto, además, es más perjudicial cuando se está solo y cuando no se realiza actividad física. Es más, solo 10 minutos de ejercicio diario pueden reducir hasta en un 25 % la posibilidad de desarrollar ansiedad.
Por ello, es importante mantener el contacto con personas, salir a relacionarse, movernos por ecosistemas naturales y mantener la mente estimulada y el cuerpo activo.
4. Desorganización
Aunque pueda parecer un detalle sin importancia, la falta de organización o de rutina intensifican la ansiedad. No tener unos hábitos diarios puede afectar a los elementos que hemos mencionado anteriormente. Por ejemplo, a los hábitos de sueño o de alimentación.
Además, no organizar nuestro tiempo, e incluso nuestras ideas, puede afectar a las relaciones personales, haciendo que olvidemos detalles importantes o citas. La falta de organización también perjudica si nuestra lista de tareas u objetivos personales es caótica. De esta manera, se da lugar a la procrastinación, el abandono o a la acumulación de actividades por hacer.
5. Demasiada cafeína o alcohol
En relación con la alimentación, consumir mucha cafeína, teína o bebidas energéticas es uno de los hábitos que más empeoran tu ansiedad. Estas sustancias estimulantes funcionan elevando nuestro nivel de alerta y aumentando la tasa cardíaca. Es más, en personas que ya han desarrollado un trastorno de ansiedad, tomar mucha cafeína puede aumentar el riesgo de padecer un ataque de pánico.
El caso del alcohol es algo diferente, ya que su consumo provoca que aumente el nivel de serotonina y de GABA, un neurotransmisor con efecto relajante. Con ellos, el cerebro se siente relajado y digamos que “feliz”. Entonces, cuando su efecto se disipa, nuestro cuerpo activa el modo de lucha o huida, porque siente la falta de ese estado agradable, especialmente si el consumo es continuado.
Entonces, ¿cómo mejorar?
Teniendo en cuenta lo anterior, si quieres mantenerte en equilibrio y evitar que la ansiedad empeore, trata de llevar una vida saludable, con calidad del sueño y una rutina clara. Haz actividades, estimula tu cuerpo y mente (¡pero sin café y alcohol!). Piensa en una lista de actividades que hacer cada día y ordena según prioridad las tareas. Reúnete con amigos, ve a un bosque, o a la playa.
Y, sobre todo, si sientes que no puedes controlar tu ansiedad, busca la ayuda de un profesional para que te apoye en este proceso. Sin duda, te sentirás mejor.
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- Murphy, M., & Mercer, J. G. (2013). Diet-regulated anxiety. International journal of endocrinology, 2013, 701967. https://doi.org/10.1155/2013/701967