Hacer el amor beneficia seriamente tu salud y la del entorno
El amor solo se puede hacer con amor. Bien sea amor por pasión y deseo que amor por entrega al sentimiento. Hacer el amor es sentir, es tocar, es escuchar y apoyarse, abrazarse con el cuerpo y entregarse a crear mil maravillas y cientos de sensaciones.
Hacer el amor es el mejor de los deportes, pues cada cuerpo en el terreno de juego es capaz de maravillar al “oponente” y a sí mismo, de enmascarar el malestar, de sostener la varita del placer, de escuchar a su piel y de esclarecer su mente. Y todo esto sin más publico que dos cuerpos fundiéndose en esencia.
Lo cierto es que los beneficios de una sexualidad saludable son inconmensurables. Para entender esto tenemos que darnos cuenta que el sexo y la mejor manera de vivir nuestro potencial sexual trasciende el terreno de lo genital y se muestra presente en cada comportamiento que nos constituye como mujeres y hombres.
Así que cuando aquí hablamos de hacer el amor no solo nos referimos al coito, sino a la exploración de nuestra sexualidad, de nuestros deseos y de nuestras voluntades. Esta es sin duda una parte esencial de nuestra identidad y, por lo tanto, debemos permitirnos disfrutarla y satisfacerla.
Hacer el amor contribuye a lograr un equilibrio mental y físico
Hacer el amor contribuye a fomentar el equilibrio psicológico, físico y emocional que tanto necesitamos para estar bien con nosotros mismos, impedir que las frustraciones de los demás nos afecten y garantizar un comportamiento saludable con nuestro entorno.
Para hacer el amor se requiere voluntad, la cual puede verse mermada por nuestras preocupaciones, por sentimientos negativos o por otro tipo de circunstancias.
Debemos tener en cuenta que los preliminares son todo aquello que nos sucede 24 e incluso 48 horas antes del contacto sexual, por lo que nuestra disposición al placer y al orgasmo dependerá mucho de cómo nos encontremos tanto física como anímicamente.
Solo en las circunstancias adecuadas podemos potenciar los beneficios de hacer el amor. Si lo hacemos sin ganas, por compromiso o con miedo, probablemente al terminar las sensaciones negativas venzan las positivas y, por lo tanto, la balanza se desequilibre aún más.
Hacer el amor con uno mismo, otra fantástica manera de amar(nos)
Explorar nuestra sexualidad de manera individual es esencial para disfrutar plenamente de nuestro cuerpo y de las sensaciones que nuestra maravillosa biología nos permite tener. De hecho, no deberíamos nunca dejar de hacerlo, ni siquiera aun teniendo una activa vida sexual compartida.
Adentrarnos en el terreno de nuestra intimidad nos permite conocer qué nos gusta y qué no, lo cual es esencial no solo porque promueve una autoestima saludable y un gran amor por uno mismo, sino porque esto nos ayudará a que las relaciones con los demás sean más placenteras.
Digamos que no podemos conducir a nuestra pareja sexual hacia aquello que nos gusta si ni siquiera nosotros sabemos conducir por esa carretera. Explorándonos logramos hacer de carreteras secundarias, amplias autopistas.
El deseo por nuestro cuerpo se presenta como una emergente petición de declaración de amor propio, de satisfacción personal y de comunicación íntima. Es natural hacer el amor con uno mismo, aunque también es normal que a veces nos cueste hacerlo.
No consiste en adentrarse en nuestro cuerpo y meternos dentro de nuestra burbuja, pues que dado que somos mente y cuerpo, quizás cuando nuestra necesidad física esté dispuesta, la emocional o la social no están por la labor. Todo esto debemos tenerlo en cuenta, pues no tener ganas no significa que hayamos perdido nuestra capacidad sexual.
En este sentido se requiere coordinación y comunicación para flexibilizar nuestras barreras personales y culturales, pudiendo solo así revalorar nuestra sexualidad.
Disfrutar y hacer el amor siempre nos ofrece beneficios
La total abstinencia sexual de palabra y acción puede resultar negativa a nivel físico y psicológico, pues al fin y al cabo nos estamos negando a convivir con una parte natural de nuestro ser. Por eso, no permitírnoslo conlleva cierta frustración.
Por otro lado, dado que nuestro cerebro libera endorfinas al llevar a cabo una práctica sexual deseada, a través del sexo podemos despedirnos del estrés a la vez que saludamos a un estado de ánimo más eufórico.
Indagar por nuestro cuerpo es dar pie a una autoestima y una identidad sexual, emocional y personal mucho más saludables. Asimismo, compartir el calor de nuestra piel significa apostar por el bienestar, por el equilibrio, por el adiós a la irritabilidad y al estrés.
Entre sus múltiples bondades también se encuentra el vivir más tiempo, mantener nuestra piel más saludable, agudizar nuestros sentidos, mejorar la calidad de nuestro sueño, quemar calorías, hacer desaparecer el dolor físico (y emocional), aumentar nuestro atractivo y agrandar la sonrisa de nuestros rostros.
Así que, pensándolo bien, hacer el amor es una de las mejores maneras de mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestro entorno. ¿Quién no quiere ser saludable así?