Hazlo, y si van a criticarte de todos modos, actúa con más ímpetu
Hazlo, sea lo que sea que tengas en mente atrévete a llevarlo a cabo, porque si van a criticarte de todos modos no vale la pena esconderte en tus agujeros, amargarte en tus inseguridades. Vivir en plenitud es el arte de hacer oídos sordos a las palabras huecas y malintencionadas para huir de lo mediocre y bailar así en lo extraordinario.
Resulta curioso cómo a la hora de buscar bibliografía al respecto de las críticas, la mayoría de títulos que nos aparecen se enfocan siempre en la idea de que debemos aprender de ellas. Es como si gran parte de los reproches que recibimos en el día a día, tuvieran esa intencionalidad positiva y constructiva; críticas ante las cuales ser receptivos para entender el error, asumir la sugerencia y crecer.
“Nuestra crítica se basa siempre en reprochar a los demás el no tener cualidades que nosotros creemos tener”
-Jules Renard-
Ahora bien, en realidad, un porcentaje destacable de las críticas que recibimos a lo largo de nuestra vida no son útiles ni buscan traer luz. Al contrario, ponen zancadillas a nuestro autoconcepto y alambradas a nuestra autoestima. Hablamos sin duda de una dimensión altamente destructiva que tiene su fuerte impacto en la infancia y en las relaciones de pareja.
A menudo, suele decirse aquello de que las personas buscamos ante todo ser valoradas por nuestros semejantes, y que por ello nos cuesta tanto asumir los reproches. No es del todo cierto. El ser humano, más que ser valorado necesita ser respetado. Más que halagos priorizamos solo el “ser y dejar ser”. De ahí, que muchas de las críticas que recibimos en nuestra cotidianidad sean como esas sombras afiladas que buscan eclipsar nuestro quehacer, nuestro estilo vital, nuestra identidad.
Cuando criticarte solo sirve para hacerte daño
Tienes tu forma de hacer las cosas, con tus propias manías, tus detalles particulares y tu estilo inconfundible. Es posible que los demás no los entiendan, que se extrañen y que más de uno cometa la imprudencia de censurarte y criticarte solo por ser como eres. Por hacer las cosas como las haces. Por tanto, sus reproches tienen escasa utilidad, pero sí más de un efecto colateral.
Los mensajes punitivos que no aportan nada y que buscan solo humillar caracteres propios o identidades, hacen daño. Ese dolor, a su vez, se asocia al vínculo que mantengamos con dicha persona. A más cercanía mayores secuelas. Tanto es así, que para la famosa teoría de los 4 jinetes del apocalipsis enunciada por John Gottam sobre las causas que predicen la ruptura de una relación de pareja, la crítica es una de las principales.
Suele iniciarse de una forma sutil, apenas perceptible. Sin embargo, poco a poco, la crítica persistente se convierte en una espiral donde se añaden ingredientes como el resentimiento, el desprecio o el despecho.
Las críticas se alzarán siempre como detonadores de la infelicidad cuando se basan en los siguientes principios:
- Cuando sancionan la personalidad, no las conductas puntuales.
- Cuando no se centran en la mejora, sino en el propio ataque con el fin de menospreciar, de humillar o de proyectar la propia rabia de quien emite la ofensa.
- Asimismo, la crítica también deja secuelas cuando se nos deja claro que “solo hay un modo de hacer las cosas”, y ese modo, es el que impone nuestra pareja.
Los expertos en relaciones de pareja nos dicen que las personas que ejercen este tipo de conducta basada en la crítica continua, tienen muy claro en todo momento que este tipo de verbalizaciones no facilitan que las cosas mejoren. En realidad, critican y agreden a través de la palabra para proteger el ego. Es un laberinto de lenta destrucción del que hay que salir cuanto antes.
No somos perfectos, pero nuestra imperfección nos hace auténticos
Llegados a este punto conviene dejarlo claro algún aspecto. Si las personas significativas nos impiden ser nosotros mismos a través de la crítica continua y el menosprecio, ese vínculo no sirve, no es auténtico y es dañino. Hay perfiles que se validan a sí mismos a través de esa carcoma mental que les sirve de motivación para recordarnos una y otra vez, lo mal que hacemos las cosas, lo torpes que somos y la escasa iniciativa que nos caracteriza. De ese modo y con estas artimañas, ellos se sitúan en la tribuna del poder y la infalibilidad.
“Tiene derecho a criticar, quien está dispuesto a ayudar”
-Thomas Jefferson-
Pensémoslo durante un minuto. Nos ha costado mucho llegar hasta donde estamos. En nuestro día a día ya tenemos bastante con mantener a flote nuestra autoestima, con gestionar nuestra propia autocrítica, con ser capaces de discernir los reproches útiles de los inútiles. No carguemos pues sobre nuestras espaldas a esas personas que buscan solo validar sus vacíos con nuestras inseguridades.
- No eres perfecto/a, sin embargo, esos matices únicos e imperfectos no hacen daño a nadie, y a ti, te definen como persona. No dejes que osen criticarte por ser como eres, por pensar como lo haces, por actuar como tú quieres o por defender los valores que caracterizan tu corazón.
- Jamás pongas muros a tus deseos o proyectos solo porque a tu alrededor, se abre todo un océano de objeciones y advertencias. Atiéndelas, júzgalas de forma objetiva y, si descubres entonces que son críticas vacías y sin fundamento, déjalas ir por el desagüe de las palabras envenenadas, de los deseos interesados, de las advertencias satinadas de egoísmo.
Actúa siempre con asertividad y aplicando un filtro higiénico donde hacer caso de las objeciones que nos ayudan a crecer y haciendo oídos sordos a lo que, sencillamente, no es útil ni respetuoso.
Imágenes cortesía de George Emos