Herpes por estrés: emociones que se transforman en ampollas
El herpes por estrés es una condición que nos demuestra, una vez más, cómo nuestras emociones pueden alterar la salud de diversas maneras. Atravesamos un periodo de preocupación y ansiedad, notamos un ardor alrededor del labio y aparecen las ampollas. No entendemos bien por qué, pero allí están.
Esa es la descripción de un brote de herpes simple. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 67 % de la población mundial está infectada por el virus. La pregunta, entonces, es por qué no todos tienen síntomas.
De hecho, la mayoría vivirá toda su vida sin ver las ampollas aparecer. Pero un grupo las notará en épocas estresantes y otro grupo las padecerá a repetición. Te explicamos la razón.
¿A qué llamamos herpes por estrés?
El virus del herpes simple (VHS) existe en dos formas: el tipo 1 y el tipo 2. Es un agente infeccioso común entre la población infantil y adulta. Sobre todo, el tipo 1. Este último (VHS-1) origina una infección orolabial que cursa durante siete días y hasta un mes. Los síntomas principales son los dolores, ardores, sensaciones de quemazón y aparición de ampollas en la zona circundante a la boca.
Por su parte, el tipo 2 (VHS-2) se considera una enfermedad de transmisión sexual y manifiesta sus síntomas en el área genital. También hay dolor, ardor y ampollas. ¿Y el herpes por estrés? En realidad, no es una categoría médica oficial. Lo que sucede es que se utiliza esta expresión para describir la reactivación del virus del herpes simplex debido a situaciones tensionantes. Si bien aplica para ambos tipos, es más común en el VHS-1.
¿Qué sucede cuando el estrés reactiva al herpes?
Cuando nos contagiamos con el VHS-1 o el VHS-2, el agente viral se instala en el cuerpo. Puede generar síntomas de inmediato o quedar en un estado de latencia. Es decir, «escondido» en las neuronas, donde encuentra protección. Además podrá refugiarse toda la vida de la persona o «hacerse visible» con síntomas si se dan las condiciones adecuadas. Esos factores podrán provenir del estrés, de la angustia y de la ansiedad.
Atravesar periodos estresantes genera ciertas circunstancias que facilitan la reactivación del herpes. Entonces, se produce un brote. Estos son los síntomas clásicos:
- Los primeros días sentiremos picazón, ardor y hormigueo en un costado del labio o en la zona genital. Esta fase puede durar entre 1 a 2 días.
- En la segunda etapa aparece una inflamación y las primeras vesículas donde sentíamos ardor. Puede haber fiebre, un dolor más intenso y pulsátil, así como la rotura de las ampollas con salida de líquido. Ese líquido es muy contagioso, por lo que se recomienda extremar las medidas de cuidado y de contacto con otros.
- Entre el quinto y sexto día, el dolor se reducirá y pasaremos a la fase de cicatrización. La lesión ampollosa formará una costra.
- La última fase del herpes consiste en la progresiva curación de las úlceras que quedaron en el lugar de las ampollas y la desaparición de las costras. En general, este periodo puede extenderse a lo largo de dos a cuatro semanas.
Muchas personas reconocen, tras el brote típico, que los síntomas iniciaron cuando estaban muy estresados. Por ejemplo, porque tenían que dar un examen, por presiones en su trabajo o discusiones con familiares.
Conoce las Curiosidades sobre el estrés
¿Y el herpes zóster?
El herpes zóster es una enfermedad cutánea muy dolorosa que surge al reactivarse el virus latente de la varicela-zóster. Cursa con vesículas llenas de líquido, sobre todo en la espalda, y suele aparecer en personas adultas, en especial, a partir de los 50 años.
En la revista British Journal of Dermatology se destacó que el estrés podía actuar como factor de riesgo para la aparición del herpes zóster. Por su parte, en el American Journal of Epidemiology se publicó en 2017 una investigación al respecto, realizada en Kagawa, Japón. Los hombres participantes en el estudio, con altos niveles de estrés mental, tenían el doble de probabilidad de sufrir un brote de herpes zóster. Las mujeres, por su parte, tenían más riesgo de padecerlo si habían sufrido eventos negativos en su vida.
¿Por qué sucede el herpes por estrés?
Las emociones tienen un efecto notorio en nuestro sistema inmunitario. Ya lo sabemos desde hace tiempo, como lo ha certificado un trabajo publicado hace casi 20 años en Journal of Neuroimmune Dysregulation.
De acuerdo con sus autores, el mecanismo psicobiológico del estrés puede hacer que las heridas cicatricen más lento, que aparezcan algunas enfermedades agudas y crónicas y, cómo no, reactivar los herpesvirus latentes. Incluso, un trabajo del año 2009, publicado en Brain, Behavior and Immunity, reveló que sería posible predecir un brote de herpes con la valoración de las circunstancias de estrés psicosocial que esté atravesando una persona.
Ahora bien, ¿cuáles son los mecanismos que explican el vínculo entre el brote de la enfermedad y el estrés? Hay varias explicaciones.
El estrés desequilibra al sistema nervioso
En un estudio realizado en colaboración con varias universidades y publicado en la revista eLife explican lo siguiente:
- En periodos prolongados de estrés, el sistema inmunitario libera la citoquina, llamada interleucina 1 beta (IL-1β). Esta sustancia favorece la inflamación y regula algunas funciones de defensa del cuerpo.
- La misma sustancia aumenta su concentración cuando tenemos fiebre y cuando nos exponemos demasiado a los rayos ultravioleta.
- Tanto el estrés, como la fiebre y la exposición al sol, son desencadenantes de brotes de herpes simple.
- La IL-1β aumenta la excitación de las neuronas del sistema nervioso simpático. Cuando esto sucede en neuronas infectadas por el VHS, es más probable que haya una reactivación.
Otro estudio, con modelos animales, pudo vislumbrar que el virus aprovecha el estrés sufrido por las neuronas para replicarse. Como si las células del cuerpo estuviesen ocupadas en otros asuntos y dejaran de reprimir a las partículas virales.
El estrés aumenta el cortisol y la noradrenalina
El herpes por estrés no aparece por el simple hecho de pasar un mal día. La reactivación se desarrolla en condiciones de estrés crónico, cuando la preocupación, la angustia o la presión social se prolongan en el tiempo. Las demandas y las percepciones sobre ellas superan a nuestras capacidades de afrontamiento, por lo que perdemos la homeostasis.
El cortisol, también llamado «hormona del estrés», puede socavar funciones corporales de forma continuada. Por ejemplo, un reporte de un caso de reactivación de VHS-2 encontró que el paciente llevaba más de un mes bajo los efectos de la ansiedad. Además, la medición de los niveles de cortisol en la sangre era muy elevada.
En un trabajo publicado en Medical Hypotheses se destaca cómo los procesos de modulación del sistema inmunitario por las hormonas del estrés, favorecen la reactivación de los herpes latentes. En esas circunstancias, el cuerpo tiene una cantidad muy elevada de catecolaminas, citoquinas y glucocorticoides. Todas ellas son sustancias proinflamatorias que alteran el estado de latencia del virus.
Otros estudios, como uno divulgado en Journal of Virology, advierten que la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol (todas hormonas que aumentan en estrés) pueden modular las infecciones del VHS-1 y el VHS-2.
En periodos de estrés descuidamos otros aspectos de salud
Las épocas de estrés, a menudo se acompañan de cambios en el estilo de vida que pueden reducir la capacidad de respuesta del sistema inmunitario. Por ello, son hábitos que favorecen la reactivación del virus del herpes simplex, al disminuir los mecanismos de control de nuestras defensas.
Los ejemplos más notorios son los siguientes:
- Dieta deficiente: durante los períodos de estrés cambiamos los hábitos alimenticios, al descuidar la nutrición. Una dieta deficiente puede debilitar al sistema inmunitario.
- Falta de sueño: el insomnio o la falta de un sueño reparador incidirán en las defensas y en el funcionamiento de los glóbulos blancos, así como en el sistema nervioso.
- Menos ejercicio: el ejercicio moderado se asocia con beneficios para la inmunidad, pero en épocas de estrés reducimos la práctica deportiva y favorecemos el sedentarismo.
- Uso de sustancias tóxicas: algunas personas recurren al alcohol, el tabaco o drogas recreativas como su estrategia de afrontamiento del estrés. Todas ellas son capaces de afectar la respuesta inmunitaria.
¿Cómo se trata el herpes por estrés?
No hay un tratamiento específico para lo que llamamos herpes por estrés. Sin embargo, debes saber que el abordaje de un brote asociado a situaciones estresantes se maneja igual que cualquier reactivación del VHS.
Los tratamientos no son curativos, pero pretenden reducir los síntomas y mejorar las molestias:
- Antivirales orales: el aciclovir, el valaciclovir y el famciclovir pueden recetarse. Reducen la duración y la gravedad de los síntomas.
- Cremas: se pueden usar cremas con aciclovir, por ejemplo, para aplicar directamente sobre las lesiones cutáneas.
- Analgésicos y antiinflamatorios: los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son los de elección para aliviar el dolor y la inflamación.
Sería importante, también, abordar las causas subyacentes del estrés. Tanto con estrategias no tan convencionales, como la meditación, así como con terapias psicológicas. Del mismo modo, es necesario recibir información sobre el virus y el manejo inicial de los brotes, de cara a próximos episodios.
¿Se puede prevenir el herpes por estrés?
La reactivación del herpes simple asociada al estrés es un fenómeno complejo. Aunque no se puede prevenir por completo, hay medidas que puedes tomar para reducir la probabilidad de brotes y minimizar los efectos del estrés en tu cuerpo.
Adopta técnicas de gestión del estrés
La gestión del estrés puede ser clave para mejorar la calidad de vida y reducir la probabilidad de brotes asociados al herpes. Prueba con lo siguiente:
- Mindfulness: practica la atención plena, centrándote en el momento presente, sin juzgar.
- Meditación guiada: escucha grabaciones o usa aplicaciones que ofrezcan sesiones dirigidas.
- Respiración profunda: prueba la respiración profunda desde el diafragma en los contextos de estrés y ansiedad.
- Yoga: participa en clases de yoga o sigue rutinas en tu casa.
Realiza ejercicio regular
El ejercicio aeróbico, como correr, nadar o andar en bicicleta, libera endorfinas, conocidas como las «hormonas de la felicidad». Estas podrán contrarrestar a las hormonas del estrés. A su vez, el complemento con ejercicios de fuerza te dará la posibilidad de potenciar tu sistema inmunitario.
Mantén una dieta equilibrada para el sistema inmunitario
No hay una dieta específica que garantice la prevención completa del herpes por estrés. Sin embargo, mantener una alimentación equilibrada puede contribuir al fortalecimiento del sistema inmunitario. En este sentido, incluye frutas, verduras, proteínas magras, granos enteros y productos lácteos bajos en grasa. Incorpora frutas cítricas, fresas, kiwis, pimientos y brócoli, que son fuentes ricas de vitamina C.
Prioriza un buen descanso
Durante el sueño, el cuerpo realiza funciones de reparación y mantenimiento. Un sueño adecuado favorece el funcionamiento óptimo del sistema inmunitario. Además, el descanso plácido desempeña un papel importante en la gestión de las angustias y ansiedades. Cuando no se duerme lo suficiente, el cuerpo puede experimentar un aumento en los niveles de hormonas del estrés, como el cortisol.
Evita desencadenantes individuales
Observa y ten en cuenta cualquier factor específico que pueda desencadenar brotes en tu caso particular. Puede ser la exposición al sol, la falta de sueño, el consumo de alcohol o cualquier otro factor. Intenta minimizar dicha exposición.
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Consultar con un profesional
En caso de que vivamos una época de estrés persistente y malestar emocional, no dudemos en consultar con un psicólogo. El herpes por estrés puede ser la manifestación de un problema de base que deberíamos abordar. Contar con un adecuado diagnóstico es siempre un buen inicio. Después, enfoques como la terapia cognitivo-conductual pueden ser muy eficaces.
Por otro lado, respecto a las lesiones en sí del herpes, consultemos con un médico. Los tratamientos agudos facilitarán la curación de las ampollas, mientras intentamos resolver cuestiones emocionales más profundas.
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