El intelectualismo moral: la virtud se encuentra en el saber

Según Sócrates, las personas no realizan acciones moralmente incorrectas por voluntad; sino porque desconocen qué es lo bueno y lo justo.
El intelectualismo moral: la virtud se encuentra en el saber
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Support MContigo

Última actualización: 07 julio, 2022

El intelectualismo moral es una postura ética y filosófica que defiende que no existen personas malas, sino ignorantes. Es decir, quien actúa moralmente incorrecto, lo hace porque desconoce qué es el bien. Por su parte, aquel que sí lo conoce, lo practicará siempre; pues se da cuenta de que es el verdadero camino a la felicidad.

Esta postura fue propuesta por el filósofo griego Sócrates, cuyas ideas tuvieron una gran influencia en las ideas de su discípulo Platón.

A continuación, detallaremos en qué consiste el intelectualismo moral y presentaremos las críticas que se han hecho en torno al mismo.

¿Qué es el intelectualismo moral?

El intelectualismo moral defiende que el conocimiento de lo que es justo y correcto, desde el punto de vista ético, es suficiente para que el ser humano no cometa ningún acto malvado. En otras palabras, solo basta conocer qué es la justicia para poder ser justo, y saber lo que es bueno para poder obrar de acuerdo con el bien.

La primera formulación del intelectualismo moral la hizo Sócrates, quien propuso la autognosis (definida por el filósofo griego como conocer lo que es justo) como condición imprescindible, y a la vez suficiente, para que el hombre actúe de manera correcta.

De esta forma, Sócrates asume que apenas la persona adquiere conocimiento del bien, actuará conforme al mismo. Además, defiende que lo contrario también sucede. Es decir, si alguien desconoce lo que está bien moralmente, va a actuar de manera errónea y malvada.

Dicho esto, si un individuo llegase a realizar una acción éticamente incorrecta, no sería su culpa, sino del hecho de que no ha accedido a ese conocimiento. Pues, para Sócrates, no existía la posibilidad de que alguien, por su simple voluntad, pudiera actuar de erróneamente. Esto deja entrever una especie de determinismo, pues deja de lado el libre albedrío.

Mujer pensando sentada en la ventana
Según la teoría del intelectualismo moral, si una persona actúa de forma incorrecto es porque no conoce lo justo y lo correcto.

Origen y desarrollo

El intelectualismo moral se fundamenta en el dualismo antropológico, el cual postula que el ser humano está conformado por dos sustancias: la física, que es el cuerpo; y la inmaterial, que corresponde al alma. Entendiendo a esta última fuera de cualquier concepción religiosa.

Ahora bien, para Sócrates, el alma es la parte más importante del ser humano; pues es allí donde reside el bienestar de los seres. Este bienestar será únicamente alcanzable a través de la virtud (hacer lo correcto); la cual, a su vez, se alcanza mediante el conocimiento (de la verdad, no del erudito).

Es decir, ser virtuoso conducirá a una conducta justa, la cual llevará a la felicidad y la satisfacción.

Convencido de esto y como ciudadano preocupado por sus compatriotas, Sócrates comienza a desarrollar este tema en lo que puede ser considerado como uno de los primeros trabajos sobre la moral y la ética.

El intelectualismo moral en la política

En este punto, es pertinente destacar que Sócrates no dejó ninguno de sus pensamientos por escrito. Todos ellos trascendieron gracias a las obras de su discípulo Platón.

Esto es importante porque, según algunos autores, ciertas implicaciones de la teoría del intelectualismo moral, en el campo de la política, obedecen más a las creencias del alumno que a las del maestro.

No obstante, se puede afirmar que Sócrates fue el primero en introducir el intelectualismo moral en la política. Pues, este filósofo defendía una forma de gobierno en la que reinaran los conocedores de lo justo y de lo correcto, pues solo ellos eran capaces de procurar el bien para la ciudad.

Dicho esto, el intelectualismo moral en la política se hace evidente con la siguiente reflexión de Sócrates:

“Cuando uno de nosotros está enfermo, no propone una votación entre los miembros de la familia para establecer qué remedio es adecuado para curar la enfermedad. En su lugar, se llama al médico y se somete a su experticia. Cuando queremos levantar un edificio tampoco hacemos una votación para decidir cómo construirlo, sino que dejamos que sea el arquitecto quien imponga su criterio”.

A lo que se pregunta Sócrates: “¿por qué cuando se trata de lo más importante de todo, que es el bien común y el establecimiento adecuado de leyes, dejamos que todo el mundo opine, nos sometemos a la mayoría y no llamamos a aquel que sabe?”. Así, para el intelectualismo moral, los asuntos políticos también tienen que quedar en manos de expertos.

Posteriormente, en la obra de Platón, estos pensamientos se ven sistemáticamente desarrollados; pues, este autor defendía firmemente un gobierno a cargo de los más capaces. Al ser sabio y, por tanto, bueno y justo, se supone que procuraría el bienestar y la felicidad de cada ciudadano.

Político hablando
Para Sócrates, es fundamental que el gobierno esté formado por personas que conozcan lo justo y lo correcto.

Críticas al intelectualismo moral

Una de las principales críticas sobre el intelectualismo moral gira en torno de la noción de conocimiento que plateaba Sócrates. Es bien sabido que no se refería a adquirir más información o a ser un gran matemático, pero nunca aclaró cuál era su naturaleza.

Por otro lado, aunque su pensamiento fue muy aceptado en su época, las ideas aristotélicas sobre la ética, posteriormente desarrolladas, hicieron que el intelectualismo moral quedara opacado.

Frente al planteamiento socrático, Aristóteles hizo especial énfasis en la voluntad de obrar bien, considerando que el simple conocimiento no bastaba para asegurar que el hombre se comportara moralmente de manera correcta.


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