Inteligencia y sabiduría: 8 diferencias que te gustará conocer

Inteligencia y sabiduría son en ocasiones conceptos distintos. La sabiduría, por ejemplo, hace uso de la bondad, algo que no siempre sucede en la persona altamente inteligente.
Inteligencia y sabiduría: 8 diferencias que te gustará conocer
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Inteligencia y sabiduría no son lo mismo, aunque en el lenguaje cotidiano utilicemos los dos términos de manera indistinta. Vivimos en una sociedad donde se valora la eficiencia y los resultados, ahí donde, en apariencia, solo los más inteligentes parecen estar destinados a triunfar.

Sin embargo, a menudo olvidamos una dimensión excepcional: la sabiduría. Al fin y al cabo, solo logran una felicidad auténtica aquellos que hacen uso de esta dimensión al guiarse por sus valores. Al preocuparse por hacer uso de la bondad aplicando una visión más optimista a la vida.

Si buscamos ahora en el diccionario el término sabiduría nos encontraremos una definición sencilla: facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto. Ahora bien, la primera pregunta que se nos viene a la cabeza es ¿entonces la inteligencia no nos dota de esa capacidad para movernos en nuestro día a día del mismo modo? ¿Es que un cociente intelectual medio u alto no nos garantiza el poder tomar decisiones acertadas?

Desde luego. No obstante, cabe señalar que la inteligencia tiene matices. Así, el estilo de personalidad y la madurez emocional son condicionantes que influyen sin duda el buen hacer de la persona brillante, y su potencial más o menos hábil para invertir en su propio bienestar y en el de los demás.

Es más, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Nanjing, China, por ejemplo nos señalan algo interesante. El ser humano debería aspirar a una nueva forma de inteligencia: esa donde se integra la sabiduría y la integridad moral.

Veamos más datos a continuación.

“La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”.

-Sócrates-

niña bajo árbol en forma de cerebro simbolizando la inteligencia y sabiduría

Diferencias entre inteligencia y sabiduría

Por curioso que nos resulte, las diferencias entre inteligencia y sabiduría no han sido estudiadas hasta hace poco. El concepto de sabiduría se ha asociado siempre a disciplinas filosóficas o incluso espirituales. Ahí donde los grandes maestros griegos o figuras del budismo nos han iluminado con sus ideas, reflexiones y trascendentales consejos.

En las últimas décadas, la psicología ha empezado a profundizar en el tema. Estos trabajos, como el liderado por dos profesores del departamento de psiquiatría de la Universidad de California en San Diego -el doctor Dilip V. Jeste y el doctor Thomas W. Meeks-, nos han esclarecido diversas ideas muy interesantes.

Así, las diferencias entre inteligencia y sabiduría son las siguientes.

1. La experiencia no nos convierte a todos en sabios

Esta idea es importante y derriba un mito clásico. A menudo, se dice aquello de que la experiencia que nos da la vida nos brinda también sabiduría. Sin embargo, no hay una asociación directa entre haber vivido mucho o poco y el acto de volvernos sabios. Esta virtud no llega de manera natural con la edad.

Es más, en la actualidad varios investigadores del campo de la psicología y la sociología intentan comprender un poco mejor esos procesos sociales, emocionales y cognitivos que transforman la experiencia en sabiduría. El caso es que existen otras variables mediadoras entre las dos, como la capacidad de reflexión que condicionan la asociación que se contempla en el mito (experiencia/sabiduría).

anciana envuelta en colores simbolizando la inteligencia y sabiduría

2. La inteligencia nos hace eficientes y éticamente más competentes

Las personas inteligentes tienen un alto sentido de la eficiencia y de lo que ellos consideran que “está bien”. De este modo, cuando algo no se ajusta a sus expectativas acontece la frustración. Suelen estar muy orientadas hacia las metas, hacia los resultados concretos y ante todo esperables.

  • Esa visión a menudo les hace caer en estados muy desgastantes, puesto que -por término medio- las personas con un elevado CI no toleran demasiado la incertidumbre y este factor, es precisamente lo que les diferencia de las personas sabias.
  • Estas últimas, por su parte, son capaces de aceptar lo imprevisto, lo que no se ajusta, lo que no sucede según lo previsto. Saben relativizar y poner una mirada más paciente, relajada y comprensiva hacia la realidad.

3. Las personas sabias toman mejores decisiones

Queremos matizar una vez más que hay muchas diferencias individuales entre las personas con un alto CI. Las habrá que tomen decisiones con acierto y responsabilidad y otras que, sencillamente, se dejen llevar por lo práctico o por lo objetivo, sin valorar otros matices.

Ahora bien, si hay una diferencia bastante clara entre inteligencia y sabiduría, es que esta última dimensión se caracteriza por estar asociada a mentes más abiertas, por integrar algo que va mucho más allá del simple conocimiento práctico.

Disponen de una experiencia meditada, de un sentido profundo de la vida por el que han llegado a aceptar las incertidumbres y los altibajos. Asimismo, hay una conciencia más precisa sobre cómo se desarrollan los acontecimientos con el tiempo, y así, todo ello les confiere un mayor y definido sentido del equilibrio.

Perfiles de hombres con la mente transparente

4. La inteligencia se puede usar para la bondad o la maldad

La alta inteligencia puede ser aplicada para fines nobles o, por el contrario, para manipular, conspirar, traicionar o gestar la acción más sofisticada con un fin perverso. Asimismo, también puede orientarse hacia los fines más nobles y elevados.

La sabiduría, por su parte, se vincula con el sentido más auténtico de la bondad; siempre ha tenido esa connotación cargada de buen hacer, de humanidad y de un sentido de espiritualidad donde inspirar a otros a cultivar buenas acciones.

5. El sabio es optimista

Otra diferencia interesante entre inteligencia y sabiduría es que esta última virtud comparte casi siempre, una visión muy positiva de la vida, de las personas y de la realidad. Esa actitud casi siempre esperanzadora, resuelta y fresca se relaciona mucho con lo antes descrito, con su sentido de bondad.

Para concluir, es muy posible que llegados a este punto nos preguntemos qué es mejor, si ser sabio o ser muy inteligente. Bien, cabe decir que ninguna dimensión es mejor que otra, porque hay sabios que ni son brillantes ni inteligentes, pero que en su día a día son altamente eficaces y, por su puesto, felices.

6. Diferencias en la resolución de conflictos

Las personas inteligentes, ante un conflicto, se valen de sus conocimientos para resolverlo de la manera más eficaz y eficiente posible. Suelen actuar en solitario, obviando a veces la opinión de los demás.

Los sabios, por el contrario, confían más en su instinto y se apoyan en los demás, ya que sabe que puede sumar sus recursos mentales a los de las personas de su entorno. De esta manera, favorecen la participación y reduce el esfuerzo de cada una de las partes.

7. Diferencias en la motivación

Los inteligentes suelen estar más seguros de sus propias habilidades. Confían en ellas para alcanzar sus metas y recorren el camino sintiendo que lo hacen en solitario, aunque por el camino trabajen con más personas.

Los sabios son más conscientes de sus debilidades y las interiorizan, de manera que eligen avanzar a su ritmo y aceptar las metas que consigan. Se mantienen humildes y abiertos a la experiencia.

8. Diferencias en las relaciones interpersonales

Las personas que se consideran inteligentes suelen tener conversaciones activas. Por lo general, buscan recibir feedback de sus propias ideas y decisiones o simplemente reafirmarse en ellas a través de los demás.

Los sabios interpretan un papel más pasivo en las relaciones. Suelen escuchar más que hablar e intervenir para matizar ideas del otro, más que para contraponer las suyas propias.

Por tanto, podemos aspirar (en la medida de nuestras posibilidades) a ambas dimensiones. Podemos entrenar nuestros procesos cognitivos, mejorar en inteligencia emocional e ir integrando cada experiencia desde una óptica más sensata, relajada optimista.

Al fin y a cabo la sabiduría es el arte de saber qué es lo que que más importa en cada momento y en aplicar adecuadas respuestas y estrategias para bridnarnos bienestar a nosotros mismos y sobre todo, a los demás. Ahí estaría por tanto la auténtica clave.


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