La alimentación y su relación con los síntomas depresivos
Se ha comprobado mediante estudios de revisión la relación entre la alimentación y los trastornos del estado de ánimo. Concretamente, los síntomas depresivos han sido un elemento clave en la conclusión de los resultados a favor de una dieta rica en nutrientes.
Así, aminoácidos, como el hierro, antioxidantes y vitaminas como la B12 influyen en factores cognitivos y conductuales. Es más, la influencia de estos nutrientes no solo se basa en la mejora de los síntomas depresivos, sino que también disminuyen la prevalencia o gravedad de otros trastornos.
La alimentación a lo largo de la historia
Con la emergencia del Homo erectus hace más de 1.8 millones de años, la variedad y riqueza de los alimentos aumentó; apareció la necesidad de alimentar a un cerebro mucho más desarrollado que consume 16 veces más calorías por gramo. De esta manera, el ser humano implementa otras formas de cocinar los alimentos, además de incluir frutas y vegetales a través de la agricultura.
Hoy en día, la diferencia entre la disponibilidad de alimentos en comparación con los que contaban los primeros seres humanos en la historia es considerable. No obstante, esto no quiere decir que la disponibilidad actual sea mejor que la de otros tiempos.
Diferencias en el nivel socioeconómico
Los datos de investigación corroboran una fuerte asociación entre la calidad de los alimentos y los trastornos del estado de ánimo, concretamente los síntomas depresivos. En general, los alimentos que guardan mayor relación con los síntomas depresivos se caracterizan por ser altos en azúcares refinados y grasas saturadas (lo que es característico de la alimentación ultraprocesada).
Así, es probable que las personas con menores ingresos económicos tengan unas circunstancias que les predispongan más a su consumo. Los componentes de los alimentos ultraprocesados suelen ser baratos, por lo que el precio final de estos productos, en comparación con alimentos ricos en nutrientes o alimentos naturales, es mucho más bajo. De esta forma, las personas con menores recursos económicos se verían obligadas, de alguna manera, a tener que consumirlos.
Las consecuencias pueden ser graves en términos de salud mental y los síntomas depresivos, pero también en la salud física, dando lugar a problemas de obesidad, diabetes, etc. Además, la mujer juega con algo de desventaja, ya que la alimentación carente en nutrientes como hierro, folato y calcio puede producir mayores daños en edad fértil.
Salud mental y alimentación
Los estudios que enlazan los problemas que pueden surgir en la salud mental con respecto a la nutrición se ha hecho con población que ha presentado graves deficiencias, por lo que estos estudios no pueden extrapolarse de manera individual. En estos casos, en población psiquiátrica, se ha visto como la suplementación vitamínica mejoraba su condición, además de otras personas con problemas de absorción de nutrientes.
También se ha estudiado que, si bien el déficit en ácido fólico puede ser causa para la depresión, las personas con depresión pueden necesitar más cantidades de ácido fólico que las personas que no padecen depresión. Además, la medicación parece ser más efectiva en un cerebro con una alimentación óptima.
Los nutrientes que están ligados a desórdenes afectivos, como puede ser la depresión, son los siguientes:
Omega 3
El omega 3 constituye uno de los ácidos grasos esenciales. Por ello, la deficiencia de alimentación en Omega 3 puede dar lugar a trastornos del estado del ánimo. Por otra parte, se ha constatado su efectividad para la mejora de la depresión unipolar y bipolar. Este ácido graso se puede encontrar en el pescado y mariscos, nueces y semillas, aceite de linaja, de soja, etc.
Folato y vitamina B12
El folato y la vitamina B12 se enmarcan dentro de las vitaminas de grupo B y se encuentran presentes en una gran cantidad de alimentos. Bajas cantidades de folato se asocian con mayores síntomas depresivos, lo que indica que el folato puede ser útil como tratamiento adyuvante para la depresión.
Con respecto a la B12 o el ácido fólico se ha comprobado la eficacia de la medicación antidepresiva en relación con el nivel de estas vitaminas. A menores niveles, menor respuesta al tratamiento farmacológico. El folato y la vitamina B12 se pueden encontrar en alimentos como la levadura nutricional, productos lácteos, etc.
Magnesio y Zinc
Se ha comprobado como una alimentación deficiente en magnesio en animales aumenta comportamientos relacionados con la depresión y la ansiedad. El tratamiento con magnesio puede mejorar dichos comportamientos. Los alimentos ricos en magnesio se pueden encontrar en la quinoa, las espinacas, el aguacate, tofu, etc.
Con respecto al zinc, se ha observado deficiencias en este oligoelemento en personas con depresión mayor. El uso de suplementos ricos en zinc ha mostrado ser eficaz como terapia antidepresiva, existiendo en modelos animales investigaciones en las que se ha utilizado zinc como tratamiento antidepresivo.
En definitiva, la alimentación tiene una papel importante en la vida de las personas. En función de la calidad de esta, además del ritmo de vida asociado, los beneficios pueden ser considerables, como es el ejemplo de una salud mental y física óptima.
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