La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad
La amistad es un elemento protector de nuestra salud psicológica y física. Está evidenciado que el aislamiento tiene una gran incidencia en la mortalidad; de hecho, hay estudios que afirman que la falta de apoyo psicológico puede equiparar sus efectos nocivos sobre nuestra salud al tabaco, la alta de tensión arterial, el nivel de colesterol alto, la obesidad o la falta de ejercicio físico.
En este sentido podemos afirmar que los estrechos lazos que creamos con los demás duplican nuestro bienestar y dividen la angustia por la mitad. Porque crear relaciones emocionales próximas nos fortalece, de eso no cabe duda.
Bien es cierto que no es fácil lograr una proximidad psicológica satisfactoria con la gente que nos rodea, pues muchas veces las decepciones nos hacen preferir la soledad. Sin embargo, mientras esta misma soledad no se convierta en aislamiento, nuestra salud no tiene por qué verse perjudicada.
La amistad, la formación de lazos afectivos
Estar rodeados de gente que nos quiere nos hace psicológicamente fuertes y previene dificultades emocionales derivadas de cuestiones diversas como un divorcio, un obstáculo económico o una enfermedad.
Es decir, tener amigos nos ayuda a dividir el estrés. Es maravilloso poder tener un confidente, una persona que pueda ofrecernos ayuda, consejo o un hombro en el que llorar. La sola presencia de gente querida en nuestra vida disminuye el impacto de los contratiempos vitales con los que nos toca lidiar.
Así que la calidad y la frecuencia de nuestras relaciones de amistad parecen ser clave a la hora de reducir el malestar y la angustia que a veces nos atenaza. Ilustradoras de esta cuestión resultan las palabras de Robin en “La intrépidas aventuras de Robin Hoad”:
«habla libremente y revélanos tus cuitas. El fluir de las palabras apacigua el corazón de quien sufre; es como abrir las compuertas cuando el embalse amenaza con desbordarse».
El psicólogo e investigador James Pennebaker ha evidenciado experimentalmente que hablar de los problemas que más nos preocupan tiene un efecto beneficioso para nosotros a nivel físico y psicológico. O sea que hablar con nuestros amigos hace de hierro a nuestra salud.
El fortalecimiento de nuestras habilidades emocionales
Cuando hablamos de habilidades emocionales nos referimos a nuestra capacidad de reconocimiento, canalización y dominación de los sentimientos propios, la empatía y los sentimientos que aparecen en las relaciones sociales.
Así que no es de extrañar que cuando tenemos buenos amigos alrededor logremos fortalecer nuestras habilidades emocionales. Esto, a su vez, nos permite tener una mejor disposición para que los demás se acerquen a nosotros (y viceversa), por lo que tendremos más opciones de crear relaciones significativas.
Esa sensación maravillosa de tener un cordón de seguridad emocional que nos protege no se puede comparar con nada. Sentir que nos quieren no solo es esperanzador, sino reforzante y revitalizante.
Ser conscientes de que quieren verte, hablar contigo e interesarse por cómo estás nos otorga un estatus emocional que nos rescata del abismo en infinidad de ocasiones. Por eso podemos estar seguros de que esas personas a las que tantos queremos constituyen una parte importantísima de nuestro flotador vital.
En este sentido viene bien plasmar aquí un pasaje de la novela “El palacio de la luna” de Paul Auster, la cual refleja magníficamente lo que venimos comentando aquí.
“En aquel momento yo lo ignoraba, claro está, pero sabiendo lo que sé ahora, me es imposible ignorar aquellos días sin sentir una oleada de nostalgia por mis amigos. En cierto sentido, eso altera la realidad de lo que experimenté.
Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me enteré de que había gente que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia todo.
No disminuye el terror de la caída, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor.
Es la única cosa que puede detener la caída de un hombre, la única cosa poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad.”
No lo olvides: una sonrisa, una conversación o una palabra de ánimo son verdaderos salvavidas que nos mantienen a salvo cuando caemos presas del miedo o del malestar.
Imágenes de Kristina Webb, Claudia Tremblay y otros autores desconocidos
Fuente de consulta de interés:
Goleman, D. (2001). Inteligencia emocional. Editorial Kairós. Barcelona.