La ansiedad de evaluación: cuando el miedo a que valoren nuestras cualidades nos bloquea
Todos hemos pasado por situaciones en las que se ha sometido a juicio nuestras capacidades. Puede haber sido en una entrevista de trabajo o en un examen. Pero no hablamos solo de momentos en los que debíamos mostrar nuestros conocimientos en relación a una materia concreta.
También nos sentimos evaluados en otros contextos, como el interpersonal. Cuando tenemos que hablar en público o nos presentan a un grupo de personas hay veces que nos sentimos bloqueados. Por ya no hablar de esos momentos previos a que nos presenten a nuestros futuros suegros, ¿verdad? Oh, oh, ¡pánico!
“Lo que no se evalúa se devalúa, pero lo que se evalúa mal se deteriora”
-Ángel Gabilondo-
¿Qué es la ansiedad de evaluación?
La ansiedad de evaluación surge cuando percibimos de forma amenazante la posibilidad de que valoren nuestras capacidades en un determinado ámbito. Sobre todo aparece si la persona anticipa las consecuencias negativas que puede acarrear que tenga un mal desempeño en la situación en concreto.
Esto quiere decir que creemos que en ese momento vamos a hacer mal las cosas y que va a traer consecuencias negativas para nosotros. Un ejemplo de esto sería la persona que, ante el hecho de tener que hablar en público piensa que se le van a notar los nervios y su audiencia va a pensar que no sabe de lo que habla o que no se ha preparado bien el tema. En definitiva, va a pensar que acabará haciendo el ridículo, ¿quién quiere eso?
Todos nos hemos puesto nerviosos ante el hecho de que puedan evaluar nuestras cualidades personales, más aún si de la valoración dependía parte de nuestro futuro, ¿no? Esto es así porque la ansiedad, cunado se presenta con una intensidad asumible, va a cumplir una función. Va a hacer que nos preparemos mejor esa exposición y que el resultado sea mejor.
El problema viene cuando esa ansiedad se vuelve excesiva y nos bloquea. No podemos llevar a cabo la tarea o incluso intentamos no tener que hacerlo. Así, quizás una vez que hemos conseguido librarnos de esa situación todo el malestar se vaya, pero no podemos vivir evitando las situaciones que nos generen malestar; además de porque esa no es la solución, porque vivimos en una sociedad en la que se nos evalúa constantemente.
¿Qué características de la situación influyen en la ansiedad de evaluación?
La ansiedad de evaluación va a aparecer, en definitiva, según la valoración que haga la persona de las capacidades que tiene para hacer frente a la “desafío” y las posibilidades de salir exitoso de esa valoración. En ello también influyen algunas características de la situación en la que se vean evaluados.
En primer lugar, el tipo de instrucciones va a ser un factor a tener en cuenta. Para la gente con altos niveles de ansiedad, es mejor que las instrucciones no hablen de consecuencias negativas o positivas y que se centren en la tarea. Por otro lado, si hay público presente, estas personas van a tener más dificultades.
Por otro lado, los sujetos con alta ansiedad de evaluación tienden a interpretar su ejecución como peor de lo que ha sido y son especialmente sensibles a los resultados negativos. Su desempeño va a mejorar además si la tarea no les lleva al límite. El rendimiento se va a aumentar también si no existe presión para hacer la tarea en un determinado tiempo.
En definitiva, determinadas características de la situación de evaluación van a ayudar a los sujetos con alta ansiedad de evaluación, haciendo que sus niveles de activación sean menores y no interfieran en su rendimiento. Por lo tanto, este va a mejorar notablemente.
“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”
-Alvin Toffler-
¿Qué podemos hacer ante la ansiedad de evaluación?
Es importante, en base a lo que hemos hablado, tratar de modificar la forma en la que valoramos las situaciones de evaluación, dejando de percibirlas como amenazantes. También toma relevancia ver los recursos de los que disponemos para hacerle frente como buenos.
Así mismo, es conveniente ejercitarnos en técnicas de relajación, que nos van a dar más control sobre la situación. Esto nos va a ser especialmente útil cuando notemos que alguna parte de nuestro cuerpo entra en tensión. O cuando nuestra respiración comienza a agitarse y el corazón se acelera.
Por otro lado, es muy importante no evitar las situaciones que nos generan ansiedad de evaluación, sino hacerles frente. Una vez que comprobemos que somos capaces de hacerle frente sin “morir” en el intento, nos vamos a sentir mejor con nosotros mismos y bajará el nivel de ansiedad en la siguiente situación similar que afrontemos. Pero, ¿cómo podemos salir airosos de estos momentos? Preparándonoslos y ensayándolos previamente.
“La planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes”
-Peter Drucker-
Para terminar, es relevante que mejoremos nuestra forma de comunicarnos. Esto lo podemos conseguir entrenando nuestras habilidades sociales y fomentando nuestra asertividad, que es la capacidad de expresar nuestra opinión respetando a los demás y aunque esta vaya en contra de lo que espera el contexto.
Dado que la ansiedad de evaluación se suele generalizar a otros aspectos de la vida de quien la padece y no sólo aparece ante los examenes o al hablar en público, es importante trabajar con ella. De esta forma, podremos evitar que aparezcan más emociones negativas. Además, conseguiremos un mayor desarrollo, tanto a nivel personal como profesional. ¡A por ello!
Imágenes cortesía de Ryan McGuire.