La falta de oxígeno en el cerebro
Aunque supone un 2% de nuestro peso corporal, el cerebro consume aproximadamente el 20% de oxígeno que tomamos, variando los porcentajes según el área cerebral. Por ejemplo, las áreas sensitivas y motoras gastan más. Este consumo es continuado, ya que tiene muy poca capacidad para almacenar nutrientes. Por ello, la falta de oxígeno en el cerebro puede tener graves consecuencias.
El cerebro puede aguantar unos 4 o 5 minutos sin oxígeno. Ahora bien, una vez pasado ese tiempo se comienza a producir un daño celular que será mayor cuanto más tiempo pase. De hecho, si la falta de oxígeno se mantiene durante más de 15 minutos, al menos el 95% del tejido cerebral se dañará.
La falta de oxígeno en el cerebro constituye una encefalopatía que se denomina anoxia, si la privación es total, o hipoxia, si es parcial.
Causas
La falta de oxígeno en el cerebro puede deberse a varios motivos. Generalmente, se produce por una insuficiencia cardiocirculatoria o respiratoria. No obstante, existen otras razones que pueden provocar esta lesión y que constituyen la clasificación de la anoxia:
Anoxia anóxica
Esta anoxia se produce por respirar una cantidad de oxígeno insuficiente. Por ejemplo, cuando se acude a lugares de muy alta altitud y la concentración de oxígeno es menor. O bien por ahogamiento, asma severo, atragantamiento, etc.
Anoxia anémica
Tiene lugar por un descenso o alteración de la capacidad que tiene la hemoglobina de oxigenar la sangre.
Anoxia o hipoxia isquémica
En este caso, la reducción del flujo cerebral o presión arterial provoca un inadecuado aporte de oxígeno. Esto ocurre por ejemplo en un ictus, hemorragias cerebrales o paradas cardíacas. Estas últimas son la causa más frecuente de daño cerebral por falta de oxígeno.
- Falta de oxígeno en neonatos
Es bien sabido que la hipoxia perinatal puede tener consecuencias de leves a graves, siendo la causa principal de daño cerebral y secuelas neurológicas infantiles.
Aproximadamente el 5% ocurren en el tiempo antes del parto, el 85% durante el parto y el 10% en el período neonatal. Las causas del daño suelen ser por compresiones en el cordón umbilical, desprendimiento de la placenta o una mala conducción de la sangre de la madre al feto, entre otras.
Anoxia tóxica
La falta de oxígeno en el cerebro también puede producirse debido al consumo de sustancias que interfieren con el uso del oxígeno. Por ejemplo, debido a intoxicaciones por monóxido de carbono, alcohol, acetona e incluso por algunos anestésicos.
Consecuencias
En última instancia, la consecuencia de la falta de oxígeno es daño cerebral e incluso la muerte. De forma más concreta, la falta de oxígeno produce primero una pérdida de conciencia o estado de coma. Después de este período podría caerse en estado vegetativo.
Si la persona recupera la conciencia, entonces se presentan síntomas similares a los de un traumatismo craneoencefálico. Así, la gravedad del daño y los síntomas dependerán de las características de la anoxia y personales: duración, edad de la persona, si se padece otra enfermedad asociada, de la duración del coma y de la extensión, localización y difusión de la lesión.
Alteraciones cognitivas
En relación a las funciones cognitivas, el principal síntoma es la pérdida de memoria a corto plazo o capacidad de aprendizaje. Esto parece deberse a que el hipocampo, un área muy implicada en el aprendizaje de nueva información, es altamente sensible a la falta de oxígeno. Por otro lado, la anoxia puede afectar a las funciones ejecutivas, provocando que la persona sea más impulsiva, indecisa y tenga dificultades para razonar y procesar la información.
También pueden darse alteraciones visuales, incluso puede llegar a la ceguera cortical. Es decir, se recibe la imagen pero no se puede procesar a nivel consciente, por lo tanto la persona no puede ver. Sin embargo, quien la padece, actúa como si viera, pero siendo incapaz de identificar colores, formas u objetos.
Alteraciones físicas
Además, la falta de oxígeno puede provocar alteraciones físicas, como falta de coordinación (ataxia), que supone un obstáculo para caminar correctamente. O bien, apraxia, que es la incapacidad para realizar adecuadamente la secuencia de tareas cotidianas, como cepillarse los dientes. También se puede producir rigidez corporal, espasmos o movimientos involuntarios, así como debilidad en las extremidades.
Trastornos
Tras un episodio de anoxia o hipoxia, también puede desarrollarse epilepsia o un cuadro similar constituido por crisis epilépticas o sacudidas musculares.
También, especialmente si la anoxia es en un neonato, puede producirse parálisis cerebral. Por otro lado, es frecuente encontrar trastornos en el nivel de conciencia, donde se presentan estados prolongados de baja respuesta al entorno.
¿Se puede prevenir?
A pesar de que existe un margen donde las personas no podemos controlar que nos ocurra un accidente, sí se pueden tomar ciertas medidas que pueden ayudarnos a prevenir la anoxia o hipoxia, tanto a nosotros como a gente de nuestro alrededor.
En el caso de los niños, es importante vigilar que no estén expuestos a riesgos de asfixia, como masticar los alimentos con cuidado o el uso de juegos de piezas pequeñas. También es importante aprender a nadar y no dejar a niños solos en piscinas, bañeras o mar.
En relación a lo anterior, se pueden aprender técnicas de resucitación cardiopulmonar, así como la maniobra de Heimlich para evitar atragantamientos. Asimismo, pueden controlarse los niveles de monóxido de carbono en casa y evitar el consumo de drogas o medicamentos no recetados.