La fascinante historia del Kingsley Hall, el templo de la antipsiquiatría
Kingsley Hall es el nombre de un edificio en el que se llevó a cabo uno de los experimentos más impresionantes de psiquiatría, durante el siglo XX. En principio era un centro comunitario dedicado a diversas actividades educativas y sociales. Incluso Gandhi se alojó allí, así como varios de los “manifestantes del hambre” en 1935.
Ronald Laing era médico y fue residente en varias unidades psiquiátricas durante algunos años. Fue uno de los pioneros del movimiento llamado antipsiquiatría. Él mismo pidió permiso en 1965 para que le permitieran usar el Kingsley Hall como sede para ofrecer un tratamiento alternativo a los llamados “enfermos mentales”. En particular, a aquellos que habían sido diagnosticados como esquizofrénicos.
“Los miembros fundadores de Kingsey Hall esperaban realizar en la “comunidad” su idea original de que las almas perdidas podían curarse volviéndose locas entre personas que ven la locura como una oportunidad de morir y renacer”.
-R. D. Laing-
La fascinante historia del Kingsley Hall, el templo de la antipsiquiatría
A partir de los años 50 la psiquiatría comenzó a cobrar gran notoriedad. Eran también los tiempos de las terapias convulsivas, el electroshock y las primeras medicinas químicas contra “la locura”. Laing se mostró muy crítico frente a esos métodos.
Laing tenía una visión sobre la locura que entraba en contradicción con la perspectiva de la psiquiatría biológica clásica. Por eso quería poner a prueba una nueva forma de abordar y tratar a las personas con esquizofrenia. Y eso fue lo que hizo en Kingsley Hall durante cinco años. Al final, las conclusiones del experimento se vieron afectadas por algunos excesos y ligerezas.
Laing describió una contradicción fundamental en la psiquiatría. Señaló que el diagnóstico se basaba en la observación de la conducta de una persona. Sin embargo, no había (ni hay) una sola prueba clínica de que sea una enfermedad del cerebro . Aún así, el tratamiento que se le daba era biológico. Por lo tanto, señaló que la esquizofrenia no era un hecho, sino una teoría.
Postuló también que la locura era una especie de trance por el cual pasaban algunas personas. Una suerte de viaje a regiones oscuras de sí mismo. Sin embargo, de ese viaje es posible retornar, muchas veces con mayor sabiduría que antes. Lo que debía hacer el médico era permitir y acompañar desde fuera ese proceso, en lugar de reprimirlo.
La experiencia del Kingsley Hall
En el Kingsley Hall los pacientes vivieron con los psiquiatras. Las normas eran acordadas por los habitantes del edificio, pero a ninguno de ellos se le exigía un cumplimiento riguroso de las mismas. Más bien se le alentaba a cada quien a vivir su locura como lo sintiera y como le naciera hacerlo. Quienes estaban mejor ayudaban a los que estaban mal. Era una comunidad solidaria.
Durante los casi cinco años que duró el experimento hubo logros notables. En particular, se volvió famoso el caso de Mary Barnes, una mujer diagnosticada de esquizofrenia que había estado internada en varios hospitales mentales, sin lograr ninguna mejoría. En Kingsley Hall se le alentó para que pintara las paredes con sus propias heces, algo que ella deseaba. Con el tiempo se convirtió en una famosa pintora. También escritora. Fue la autora de un famoso libro llamado Viaje a través de la locura.
Por Kingsley Hall pasaron más de cien pacientes. Uno de los aspectos polémicos del experimento es que se empleó LSD, una droga psicodélica, para, aparentemente, facilitar ciertas experiencias mentales. Lo cierto es que todo esto terminó atrayendo a personas con problemas de adicción y vagabundos. Los vecinos de Kingsley Hall comenzaron a manifestar un rotundo rechazo por todo lo que sucedía allí.
Unas conclusiones que no llegaron
En Kingsley Hall se alentaba a los pacientes a que enloquecieran tanto como les fuera posible, es decir, a que llevaran a cabo su “viaje” sin ninguna restricción. Las personas eran libres de salir y entrar como lo quisieran. Esto, por supuesto, era algo muy “loco”. La palabra “orden” era contraria a una comunidad así, a una experiencia de este tipo. Esto, quizás, llevó a cruzar barreras que terminaron atentando contra ellos mismos.
Sea como fuere, en Kingsley Hall se curaron varios pacientes. No hubo un registro metódico como tal, pero son varios los pacientes que estuvieron allí y que hoy en día dan su testimonio de cordura. También hubo un par que saltaron desde el techo del edificio. Y otros más de los que nunca se volvió a saber una vez terminaron su estancia.
En 1969 Kingsley Hall se declaró como un lugar inhabitable. Hasta ahí llegó el interesante experimento que molestó a muchos vecinos y profesionales de la psiquiatría. Es comprensible. Los espacios fétidos, con pacientes que aullaban toda la noche, o que chillaban pidiendo biberón, no son fáciles de asimilar. Es una lástima que las conclusiones frente a esa experiencia no se hayan formalizado nunca.
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- Laing, Ronald. “Metanoia: algunas experiencias en el Kingsley Hall de Londres.” Revista Argentina de Psicología.
- Laing, D., J. Kornfield, and R. Assagioli. “El poder curativo de la crisis.” España: Kairós (2001).
- Soto, Carlos Pérez. Una nueva antipsiquiatría: crítica y conocimiento de las técnicas de control psiquiátrico. Lom Ediciones, 2012.