La imaginación emotiva, una técnica para reducir la ansiedad
La ansiedad es ese monstruo que nos persigue e impide disfrutar del aquí y el ahora. Tanto es así, que muchos días, antes de levantarnos de la cama ya estamos agobiados por todo lo que tenemos que hacer en las horas, semanas y meses sucesivos.
Tenemos tan interiorizadas estas preocupaciones… que acaban formando parte de nosotros y colándose entre nuestros pensamientos a capricho, cuando no notamos su presencia de manera constante, como si fueran un telón de fondo para todo lo que hacemos o una sombra amenazante que no se va ni cuando el sol se esconde.
Pero, ¿es posible vivir más allá de “debo hacer esto“, “tengo que terminar lo otro“, “mañana hay que...”, “seguro que mi jefe me manda más tareas cuando cruce la puerta“, etc.? ¡Continúa leyendo y descubre qué es la imaginación emotiva!
“Toda persona tiene capacidad para cambiarse a sí misma”.
-Albert Ellis-
¿Qué es la imaginación emotiva?
La imaginación emotiva es una técnica psicológica que se encuadra dentro de la Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis, uno de los psicoterapeutas más reconocidos de todos los tiempos-. Esta terapia se basa en el enfoque cognitivo-conductual, aquel que mayor apoyo empírico tiene entre todas la corrientes en psicología. Es decir, su uso está contrastado y validado por numerosos estudios.
¿No queremos todos eso cuando vamos al psicólogo? Por desgracia, siempre oímos a conocidos o tenemos la experiencia propia de haber ido a terapia y que no nos haya ayudado. Aunque no se puede generalizar ni es una garantía irrefutable, ir a un terapeuta cognitivo-conductual puede ser realmente efectivo y útil.
“Enseñamos a la gente a dañarse a sí misma. No podemos cambiar el pasado, así que cambiemos cómo las personas piensan, sienten y se comportan hoy”
-Albert Ellis-
¿Por qué usar la imaginación emotiva?
Ahora bien, para comprender por qué nos puede ser útil la imaginación emotiva, tenemos que comprender lo que se postula desde la corriente cognitivo-conductual sobre las emociones. Estas son respuestas de nuestro organismo a cambios en el ambiente externo o interno. Es decir, que las emociones pueden aparecer por cosas que pasen a nuestro alrededor, pero también por pensamientos que aparezcan en nuestra mente.
De hecho, estos pensamientos son una parte fundamental en la cuestión que nos concierne. La imaginación emotiva lo que va a tratar de hacer es darnos herramientas para poder modificar y manejar ese discurso interno negativo que muchas veces facilita que las emociones negativas se disparen.
Os pongo un ejemplo: vas conduciendo tranquilamente por la autopista y, cuando vas a adelantar a un coche por el carril izquierdo, aparece otro detrás de ti a toda velocidad y se te pega. Ante esta situación, hay gente que pensará “¿pero cómo puede conducir tan agresivamente? ¿No ve que como tenga que frenar vamos a tener un accidente? ¿Pero quién se piensa que es para ir así?”. ¿Cómo piensas que se sienten estas personas generando este tipo de pensamientos? ¿Cómo te sientes tú cuando piensas así?.
Seguramente aparecerán emociones como la ansiedad y la ira. Lógico, ¿verdad? Ahora bien, hay otras personas que pueden tener un discurso interno distinto: “bueno, se puede pegar todo lo que quiera… que yo voy a seguir a esta velocidad hasta que adelante al coche, es su problema si tiene prisa y no puede esperar”. En esta ocasión, aunque aparezca algo de ansiedad o ira, la intensidad de estas emociones será menor, ¿lo veis?
¿Cómo se usa la imaginación emotiva?
Para usar la imaginación emotiva, lo primero que tenemos que tener en cuenta es nuestra capacidad de imaginación. Si nos cuesta mucho, puede que primero necesitemos una serie de ejercicios de entrenamiento para aumentar nuestras habilidades al respecto.
En primer lugar, tenemos que pensar en una situación determinada que nos genere ansiedad. Una vez que la tengamos en nuestra cabeza, tenemos que pensar en todos los detalles de aquello que está “aconteciendo” y que nos genera tal grado de malestar.
A continuación, vamos a buscar sentir otras emociones negativas pero que no sean tan perturbadoras. Es decir, tenemos que hacer que aparezcan emociones negativas más apropiadas y moderadas. Eso sí, es importante tener en cuenta que no podemos modificar nada de la situación imaginada: el cambio de emoción debe darse por un ejercicio de la persona.
Una vez que lo hemos logrado, tenemos que verbalizar aquellos pensamientos que han aparecido y que nos han ayudado a conseguir que nuestras emociones negativas se volvieran más adaptativas. Siguiendo el ejemplo del coche que se pega a nosotros, tendríamos que tratar de buscar los pensamientos que dije en la segunda situación.
¿Qué beneficios aporta la imaginación emotiva?
La imaginación es una herramienta que, bien empleada y entrenada, nos puede facilitar en gran medida la regulación de nuestras emociones. Además, lo positivo de las técnicas cognitivo-conductuales es que son complementarias, de manera que se pueden usar distintas herramientas dependiendo de la situación.
En este sentido, la imaginación emotiva es un “extra” que nos ayuda en un aspecto central -el manejo de pensamientos disfuncionales y poco adaptativos- para reducir nuestro malestar. Como es fácil de imaginar, a pesar de que comprendamos la importancia de aprender a hacer esto, muchas veces nos es difícil conseguirlo en terapia.
“Los mejores años de tu vida son aquellos en los que decidas que tus problemas son sólo tuyos. No es culpa de tu madre, la ecología o el presidente. Uno se da cuenta así del control de su propio destino”
-Albert Ellis-
Aquí, la imaginación emotiva nos puede ayudar a pensar de forma más cuidadosa y crítica sobre aquellas preocupaciones y temores que tenemos. Además, nos ayuda a corregir errores pasados y nos entrena en habilidades racionales para evitar que estos se repitan en el futuro. Pero no solo eso, nos ayuda a mejorar nuestra autoestima y nuestra confianza, al ver que somos más capaces de afrontar las situaciones que nos generan malestar.
En definitiva, nos ayuda a reeducarnos emocionalmente. Aun así, no hay que olvidar que, si uno siente un gran malestar, el primer paso para recuperar las riendas de nuestra vida pasa por ir a un psicólogo adecuado. Este profesional va a ser quien nos va a ayudar a adquirir las estrategias adecuadas de forma que retomemos el control… ¡Trabajemos por regular mejor nuestra ansiedad!
Imágenes cortesía de Tanja Heffner, Davide Ragusa e Ian Espinosa.