La ira en las depresiones no resueltas: la proyección negativa
Las depresiones no resueltas, las que no se afrontaron en su día o las que vuelven a aparecer, se manifiestan muchas veces a través de la ira. Esta emoción suele cursar con elevada frecuencia en los trastornos del estado de ánimo. Aparece como ese enfado persistente, ese mal humor que se proyecta sobre los demás creando tensiones, malentendidos y problemas.
Estas son situaciones delicadas tanto para la propia persona como para su entorno cercano. Ahora bien, algo que debemos tener claro es que todas las depresiones tienen tratamiento y pueden resolverse. No podemos verlas como “enfermedades”; no son condiciones que puedan diagnosticarse gracias a una radiografía o un análisis de sangre.
Son trastornos psicológicos y de ahí su complejidad y el hecho de que ninguna depresión sea igual a otra. A menudo, aparecen junto a otros problemas y es por ello que se necesita tiempo, compromisos por parte del paciente y una adecuada terapia psicológica. Asimismo, hay otro hecho que debemos tener presente: el tratamiento para una depresión no termina cuando uno recibe el alta.
Debe continuarse para prevenir recaídas y remisiones. Es necesario que la persona se habilite para ser capaz de seguir manejando sus pensamientos, sus problemas cotidianos con el fin de evitar esos retrocesos tan comunes. A menudo, la aparición de la ira y el mal humor suele ser esa pista casi innegable de que la sombra de la depresión ha vuelto o de que nunca se fue por completo. Analicemos este tema.
Las depresiones no resueltas y las remisiones pueden manifestarse a través de la ira
Las depresiones no resueltas tienen la forma de emociones enquistadas, de procesos no afrontados que van haciendo costra en nuestra arquitectura psicológica. También las remisiones se manifiestan de ese modo; de pronto, la persona siente una vez más el peso insoportable de esas sensaciones incómodas, de los sentimientos que enlentecen el cuerpo y los pensamientos.
Gestionar el dolor no es sencillo. Uno lo va desplazando como puede porque hay muchas obligaciones externas, la vida avanza y uno debe seguir siendo funcional, pudiendo con todo y llegando a todo objetivo. Sin embargo, la mente no acompaña y el sufrimiento empaña cada acto y cada circunstancia.
De hecho, algo que se advierte a los pacientes que han pasado por terapia es que deben prestar atención a lo que denominamos como “síntomas residuales”. Estos suelen ser, por ejemplo, los problemas de memoria y de concentración, el insomnio, la sensación de desánimo y la apatía sumada al mal humor constante.
La idea errónea de que toda persona con depresión está “encapsulada” por la tristeza
Las depresiones no resueltas o no tratadas son fenómenos muy comunes. Son muchas las personas que hacen vida a duras penas sin haber recibido nunca un diagnóstico. Y si esto es así se debe a varios factores.
El primero, es el desconocimiento que seguimos teniendo a día de hoy sobre lo que es la salud mental y una depresión. Asociamos este trastorno con la tristeza, con una persona que permanece inmóvil en su habitación con las persianas bajadas, llorando.
El segundo factor es la reticencia a la hora de solicitar ayuda experta. También sobre lo que es acudir al psicólogo. Muchos pacientes obvian el hecho de que el proceso terapéutico debe ser activo y comprometido. Amén de que los resultados rara vez son rápidos. Todo ello configura situaciones en las que algunas personas o bien no solicitan ayuda o la abandonan al poco de empezar.
La ira es un elemento común en las depresiones y aparece en forma de frustración constante, discusiones con la pareja, escasa paciencia para atender a los hijos, problemas en el trabajo… Algo así genera un círculo vicioso: me encuentro mal y proyecto mi negatividad en los demás, estos reaccionan mal sin comprenderme y se refuerza aún más mi indefensión.
¿Cómo se trata la ira en la depresión?
La ira es el resultado de un estado anímico descontrolado y muy complejo. Las depresiones no resueltas, no tratadas o en recaída pueden llegar a situaciones más extremas, como puede ser derivar en una depresión mayor.
No se trata, por tanto, de centrar el enfoque terapéutico solo en la ira, esta emoción es, al fin y al cabo, la manifestación de un problema subyacente. Hay que ofrecer una ayuda integral al paciente.
Se ha visto, por ejemplo, que la terapia cognitiva-conductual que aplica también técnicas de la atención plena o mindfulness es muy efectiva tanto para tratar estos estados como para prevenir recaídas. Estudios como los llevados a cabo en la Universidad de California por parte de la doctora Helen Saver nos demuestran esta interesante relación.
Por otro lado, hay algo que es importante considerar. Muchos de nosotros podemos tener en nuestro entorno más cercano a personas que acostumbran a reaccionar con cierta agresividad. Elementos como los enfados frecuentes, la frustración, la falta de paciencia, discusiones o incluso pasar días son dirigirnos la palabra podrían ser pistas de una depresión subyacente.
No los dejemos a un lado. Esforcémonos por comprender qué puede haber detrás de esos comportamientos. A veces, la depresión no se manifiesta con lágrimas, a veces hace uso de los gritos.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Ma, S. H., & Teasdale, J. D. (2004). Mindfulness-Based Cognitive Therapy for Depression: Replication and Exploration of Differential Relapse Prevention Effects. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 72(1), 31–40. https://doi.org/10.1037/0022-006X.72.1.31