La memoria traumática: el cerebro cautivo del sufrimiento
La memoria traumática es una herida que todo lo altera. El cerebro, víctima también de esos recuerdos orquestados por el sufrimiento, influye a su vez en la manera en que pensamos, sentimos y nos relacionamos. Esas cárceles del pasado restan calidad de vida a nuestro presente hasta dar forma a estados debilitantes como es, por ejemplo, el trastorno de estrés postraumático.
Hablar de la memoria es referirnos a una entidad tan misteriosa como contradictoria. A veces, desearíamos recordar con mayor detalle determinados momentos de nuestra vida para disfrutarlos una vez más. En otras ocasiones, daríamos lo que fuera por olvidar ciertos hechos de nuestro pasado, ahí donde se anclan espacios oscuros y llenos de sufrimiento.
Hay situaciones en las que el propio cerebro llega a bloquear o distorsionar esos eventos dolorosos dejándonos suspendidos en un estado en el que es muy difícil gestionar o afrontar esos eventos dolorosos. La memoria traumática “trabaja” de otro modo a como lo puede hacer la memoria de trabajo, la explícita, implícita o procedimental.
En este caso, la memoria traumática tiene la capacidad de mediar en los procesos cerebrales e incluso de alterar diversos procesos orgánicos, originando así las conocidas enfermedades psicomáticas. Es sin duda un tema delicado, pero igualmente interesante.
“El hecho de superar el trauma y volverse bello, pese a todo, no tiene nada que ver con la invulnerabilidad ni con el éxito social”.
– Los patitos feos, Boris Cyrulnik-
La memoria traumática: ¿qué es?
Los recuerdos de eventos traumáticos tienen propiedades y características propias que los diferencian de los recuerdos comunes (Kihlstrom, 1996 ). Algo así significa que utiliza unos mecanismos propios mediante los cuales cronificar el dolor, incrementar la sensación de miedo y estrés y afectar, como ya hemos dicho, al funcionamiento normal del cerebro.
Peter Levine, médico y psicólogo experto en procesos traumáticos, nos señala algo interesante. En su libro Trauma and Memory, nos indica que los recuerdos emocionales traumáticos nos obligan a crear patrones psicológicos y conductuales repetitivos. El miedo, la necesidad de huir, las imágenes mentales que se repiten, la angustia… Todo ello son procesos que nos dejan atrapados en un círculo de sufrimiento permanente orquestado por la memoria traumática.
Veamos, no obstante, qué más características la definen.
¿Qué origina un recuerdo traumático?
Para comprender la memoria traumática debemos tomar conciencia de algo muy sencillo. No todas las personas procesamos de igual modo determinados eventos. Es decir, es posible que el hecho de vivir en piel propia un asalto, un robo o una agresión sea para nosotros algo difícil de afrontar. Algo que poco a poco nos inmoviliza hasta convertirse en un hecho traumático.
Otras personas, en cambio, lo superan y retoman su vida con normalidad. Es decir, el impacto de un evento no es igual en todas las personas ni todos somos igual de susceptibles a la hora de generar recuerdos traumáticos. Ahora bien, hay determinados factores donde sí converge por igual el riesgo de llegar a sufrir un trastorno de estrés postraumático.
- Haber sufrido abusos o maltrato en la infancia.
- Haber sufrido amenazas u agresiones en la adolescencia o madurez.
- Ser testigo de un hecho violento.
- Vivir en un contexto de guerra o conflicto armado.
- Ser testigo o vivir desastres naturales.
Neurobiología de la memoria traumática
Tal y como venimos señalando, la memoria traumática se relaciona de manera directa con múltiples procesos cerebrales. El modo en que afecta el recuerdo traumático al cerebro es inmenso.
- La amígdala, esa estructura implicada en el contenido emocional de nuestros recuerdos, presenta una hiperactivación. Es ella la que avisa de un peligro a nuestro cerebro. De ese modo, el hecho de haber vivido una situación traumática genera que procese casi cualquier evento como un riesgo. De ahí la sensación de miedo constante.
- Estudios como el llevado por el doctor Douglas Bremmer, de la Universidad de Emory (Atlanta), nos señalan que el recuerdo de un trauma altera el tamaño de diversas estructuras. Una de ellas es el hipocampo. Esta área relacionada con la memoria ve su tamaño reducido como consecuencia del estrés.
- Por otro lado, la memoria traumática impacta a su vez en otras áreas. Así, la dificultad para reflexionar, tomar decisiones o centrar la atención tiene que ver con una menor funcionalidad de la corteza prefrontal.
Distorsiones, fallos y alteraciones sensoriales
Expertos en la psicología del trauma como Van Der Kolk (1996) nos señalan que las personas que están pasando por un trauma sufren a menudo alteraciones sensoriales. Es decir, pueden escuchar sonidos, ser más sensibles a los estímulos visuales y experimentar sensaciones que los retrotraen de nuevo a ese recuerdo traumático.
Asimismo, es necesario entender otro aspecto sobre la memoria traumática. Una de sus características es su capacidad para distorsionar incluso los propios recuerdos. Hay dos caminos:
- En ocasiones, hay pacientes que llegan a integrar recuerdos que no son del todo ciertos pero que intensifican aún más el sufrimiento.
- Puede darse el caso contrario. Hay personas que “bloquean” ciertos hechos, ciertas imágenes y vivencias. La mente hace uso de este mecanismo de defensa para disminuir el sufrimiento (amnesia disociativa).
Para concluir, la psicología del trauma y su abordaje es un área que no deja de crecer y de mejorar cada día. El conocimiento sobre cómo trabaja nuestra memoria -y el propio cerebro- nos abre nuevos caminos para dar respuestas a un hecho que viven a diario miles de personas. Al fin y al cabo, un trauma nunca se olvida, pero podemos aprender a sobrellevarlo dándonos nuevas oportunidades para ser felices.
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- Van der Kolk, BA, y Fisler, R. (1995). La disociación y la naturaleza fragmentaria de los recuerdos traumáticos: panorama general y estudio exploratorio. Diario de estrés traumático , 8 (4), 505-525. https://doi.org/10.1007/BF02102887