La necesidad de gustar nos aleja de nuestra esencia
La sociedad competitiva en la que vivimos provoca una necesidad por tener que gustar a las demás personas que nos rodean, por supervivencia y adaptación, por obtener lo que deseamos y conseguir no salirnos de la “normalidad”.
Esta necesidad por gustar se puede dar en cualquier situación y cualquier medio, es muy común en nuestros tiempos exhibirse en las redes sociales con la intención de gustar.
El ejemplo más claro lo tenemos en la red social de Facebook en la que se intenta conseguir el mayor número de “Me gusta” posibles, y muchas personas dedican gran tiempo de su vida a realizar verdaderas peripecias, mostrando toda su vida íntima para llegar a conseguirlo.
La seducción para conseguir gustar
Aunque la seducción se suele emplear como un término sexual para atraer a quien nos gusta. Nos valemos de la seducción como recurso para gustar a los demás en general en cualquier ámbito de nuestras vidas.
La seducción es algo que todas las personas vamos desarrollando a lo largo de nuestras vidas. Desde que somos bebés intentamos seducir para conseguir lo que deseamos.
La seducción es una capacidad innata que nos sirve para sobrevivir, el bebé con su sonrisa y su ternura está preparado para seducir, para gustar a sus cuidadores, para que por mucho esfuerzo que tengan que invertir; con un leve gesto, el bebé pueda llamar la atención y obtener lo que necesita.
En situaciones cotidianas como: una entrevista de trabajo, la relación con los padres, la familia, los amigos/as, la pareja, etc. Aparece nuestro repertorio de seducción, utilizando comportamientos precisos; como utilizar las palabras que quieren oír los demás, sonreír y mostrar en ese momento lo mejor de nosotros mismos.
Todo enfocado a querer gustar y a conseguir lo que nos hayamos propuesto, de esto no tenemos que ser tan siquiera conscientes, sale de forma automática ante la oportunidad de una interacción en la que se puede obtener un beneficio personal.
“La seducción se podría considerar como: el conjunto de expresiones y manifestaciones de una persona, sus aspectos físicos, comportamentales, particulares, de su forma de ser, todo ello producto de su historia y trayectoria vital y que producen en su conjunto o en algunos aspectos, la atracción de algunas personas”.
(Fina Sanz)
Ante la necesidad de gustar para sentirnos bien
Cuando el hecho de querer gustar se convierte en una necesidad, de tal modo que hacemos lo posible por gustar a todas las personas, nos estamos perdiendo a nosotros mismos, dejamos atrás nuestra esencia y honestidad.
Nos olvidamos así por completo de lo que realmente queremos, ya que por querer gustar nos adaptamos a todo tipo de circunstancias relacionadas con las otras personas. Además descubriremos que es algo imposible gustar a todo el mundo, por lo que la frustración será una constante en nuestras vidas.
Intentar gustar a todo el mundo es dejar de ser uno mismo para adquirir la forma adecuada que se acomode a la otra persona, por lo que no estamos mostrando lo que somos y estamos perdiendo así toda nuestra esencia y encanto particular.
Ese encanto, que será el que guste a las personas que nos acepten tal y como somos, sin que estemos creando unas falsas expectativas que serán las que finalmente nos desenmascaren y acaben por romper nuestras relaciones basadas en la mentira.
“No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo”.
(Woody Allen)
Nuestro encanto particular, encontrando nuestra verdadera esencia; es lo que nos enriquece y nos acerca a las personas desde la honestidad y la confianza, para que podamos establecer vínculos realmente estables y satisfactorios, sin barreras que nos impidan mostrarnos tal y como somos
Encontrar nuestra esencia pasa por la aceptación de nuestros errores y nuestros defectos, también por reconocer y valorar nuestras virtudes y potencialidades.
Precisamente gustamos más, seducimos más, cuando nos permitimos ser nosotros mismos, cuando valoramos las personas que somos, y vamos con la seguridad de no necesitar gustar para sentirnos bien. Ya que lo esencial, ante todo, es llegar a gustarse y quererse uno mismo…
“El hombre en su esencia no debe ser esclavo, ni de sí mismo, ni de los otros, sino un amante. Su único fin está en el amor”.
(Rabindranath Tagore)