Las 4 virtudes cardinales, según Lao-Tsé
Lao-Tsé fue el autor del famoso Tao Te Ching, obra cumbre del taoísmo; de hecho se le considera el fundador de esa corriente de pensamiento oriental. Este gran filósofo quiso sintetizar buena parte de su enseñanza en lo que él llamo las 4 virtudes cardinales. Las mismas corresponden a los ejes de lo que a su juicio era una vida armoniosa y plena de sentido.
Lao-Tsé, cuyo nombre significa ‘anciano maestro’, propagó una doctrina en la que el máximo objetivo es conseguir la armonía, tanto dentro de uno mismo, como en relación a todo lo que existe en el universo. Las cuatro virtudes cardinales son el camino para conseguir ese estado de paz y para alcanzar los “tres tesoros” del taoísmo: compasión, humildad y frugalidad.
“El sabio no enseña con palabras, sino con actos”.
-Lao-Tsé-
Para Lao-Tsé y sus seguidores, las cuatro virtudes cardinales no son un dogma, sino una vía. Es decir que no es un “deber” alcanzar esas virtudes, sino que estas son la premisa para poder vivir en paz. Esto quiere decir que no son una meta a lograr, sino una vía para ser. Así pues, las grandes virtudes para esta filosofía son las siguientes.
1. Reverencia por toda forma de vida
La primera de las virtudes cardinales, según Lao-Tsé, es la reverencia por toda forma de vida. Nótese que no habla de respeto por la vida, sino de reverencia.
Esta reverencia, además del respeto , incluye la consideración y la admiración. En este caso, no se trata simplemente de no acabar con ninguna forma de vida, sino también de valorarla en sus múltiples dimensiones.
Uno de los aspectos interesantes es que Lao-Tsé señala que la primera forma de vida a la que se le debe reverenciar es la propia. Ese sentimiento de respeto y admiración nace del amor. Así que no basta simplemente con no interferir con las diferentes formas de vida, sino que debe existir un sentimiento esencial de afecto por las mismas.
2. Sinceridad natural
Lao-Tsé llama sinceridad natural a la capacidad de ser honestos y auténticos, sobre todo, con nosotros mismos. La tarea está en conocer y comprender quiénes somos realmente, ya que esa es una condición absolutamente necesaria para poder ser sinceros con los demás. La franqueza se construye primero dentro de nosotros y luego esta se expresará de manera natural con los otros.
Cuando encontramos nuestra propia verdad, lo que sigue es permanecer siendo fieles a lo que somos y a aquello en lo que creemos. De eso trata la autenticidad: de ser, en lugar de parecer. Cuando nos aceptamos, la autenticidad también surge de manera espontánea. Por eso Lao-Tsé habla de “sinceridad natural” y no simplemente de sinceridad a secas.
3. Mansedumbre, una de las 4 virtudes cardinales
A veces, se confunde la mansedumbre con la debilidad o con el servilismo. En realidad, no tiene nada que ver con esto e incluso puede ser su opuesto.
La mansedumbre es una consecuencia de la armonía y de la paz interior. Se expresa como amabilidad y consideración en el trato con otros y nace de la bondad, la cual, a su vez, solo nace cuando alguien está lleno de amor.
La mansedumbre supone la renuncia al deseo de controlar, manipular o imponerse sobre los demás. Esos deseos son los que llevan a desarrollar una actitud beligerante frente a otros.
Quien no tiene la necesidad de convertir a los demás en objeto de su ira o medio para lograr sus propósitos, también logra ser dócil y bondadoso.
4. Actitud de ayuda
Para Lao-Tsé, la actitud de ayuda es la más elevada de las cuatro virtudes cardinales. Solo se llega a esa virtud cuando hay respeto, sinceridad y bondad. Significa básicamente ser solidarios con otras personas, sin pretender beneficiarnos de ello de alguna manera y sin esperar que a cambio de esa ayuda nos otorguen una similar. Lo esencial de esta actitud es el desinterés.
Quien tiene una actitud de ayuda sincera, vive en paz consigo mismo y tiene una existencia más feliz. Esta es la virtud que nos lleva a sentirnos plenos y que le otorga un significado de trascendencia a nuestra vida. Representa el máximo nivel de evolución humana en una persona.
Lao-Tsé pensaba que las cuatro virtudes cardinales son la forma natural de ser de todas las personas. En su pensamiento, cuando nos acercamos a esas virtudes nos sentimos más cerca de nuestra verdadera naturaleza.
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- Wolpin, S. (2003). Lao Tsé y su" Tratado sobre la Virtud del Tao". Tao Te Ching. Editorial Kier.