Las adicciones conductuales más frecuentes
En nuestra sociedad, la palabra adicción se suele asociar al abuso a una sustancia. Sin embargo, existen las adicciones conductuales que se caracterizan por hacer algo de forma adictiva. En ellas, las personas emplean el mismo patrón de actuación que aparece en la adicción de una sustancia.
La conducta adicta es siempre una forma de escapar a la realidad y a veces el uso de una sustancia en concreto no es la única vía para conseguirlo. Por ejemplo, alguien que utiliza internet de forma compulsiva muchas horas al día y evita hacer cualquier otra actividad puede estar presentando una adicción.
Los psicólogos deben establecer los criterios para saber si se trata de una adicción o no. Para ello, se registra cuánto tiempo del día a día es empleado para realizar esa actividad, si interfiere con la vida diaria de la persona y si hay un malestar o sufrimiento significativo.
Adicciones conductuales: no hay sustancia, pero estamos “enganchados” a hacer algo
Si a cualquier persona le decimos que correr es un problema, nos contestará sorprendidos y muy posiblemente cuestionará nuestro planteamiento. Evidentemente, tendremos que ser hábiles en describir la conducta de correr como una adicción de forma rápida y convincente.
Un psicólogo puede saber, tras una buena evaluación, si estamos ante una adicción o no y en qué punto nos encontramos. En cambio, para la sociedad, si ya es problemático detectar la adicción a una conducta tóxica, lo es más saber si estamos ante la adicción a una actividad.
Veamos cuáles son las principales características que definen las adicciones conductuales:
- Las adicciones conductuales son conductas repetitivas que, al menos en las primeras fases, resultan placenteras y que generan dependencia psicológica y pérdida de control.
- Lo característico del proceso de dependencia NO es la conducta en sí (por ejemplo, trabajar), sino la forma en que la persona se relaciona con la conducta.
- Existe la necesidad imperiosa de realizar la conducta, a pesar de las interferencias que ocasiona (perder familia, salud, etc.).
- No están recogidas como trastornos mentales ni en DSM ni en CIE, a excepción del juego patológico.
Por tanto, con esta definición el término de adicción se amplía y se adapta a las nuevas realidades. La aparición de nuevas tecnologías y el sedentarismo están provocando que, por ejemplo, la adicción a las nuevas tecnologías sea igual de problemático que la adicción a sustancias.
Las adicciones conductuales: la adicción a internet
Si hay algo que caracteriza a la sociedad actual es el uso masivo de internet. Necesitamos internet para hacer transferencias bancarias, escribir correos electrónicos, realizar trámites burocráticos o teletrabajar de forma cada vez más generalizada.
Aunque estos usos serían la forma de justificar el uso de internet diario de una forma óptima y necesaria, todos sabemos que el uso de internet va mucho más allá. El principal, con fines que podríamos denominar “lúdicos”, se encuentra en el uso de las redes sociales, los videojuegos en línea o el posteo en diversos foros o chats en línea.
Pero, ¿cuándo este uso pasa a ser una adicción? ¿Qué características presenta la adicción a internet?:
- Empleo de tiempo excesivo: 40-80 horas a la semana con sesiones de hasta 20 horas ininterrumpidas.
- Ocultación de la conducta adictiva.
- Uso de estimulantes.
- Alteración de los patrones del sueño.
- Fatiga excesiva.
- Deterioro académico o laboral.
- Problemas de salud (ej. síndrome del túnel carpiano).
- La adicción suele ser a una aplicación en particular que actúa como desencadenante del uso excesivo de Internet.
Como vemos en esta serie de características, la adicción a internet tiene patrones de uso abusivos y síntomas claros. A veces, nosotros mismos no sabemos lo que es un uso de internet por obligación laboral o un uso por conducta adictiva. Estas características son una ayuda clara para orientarnos.
Las adicciones conductuales: la adicción a comer o acciones hiperfágicas
Los problemas relacionados con la alimentación se estudian normalmente en relación con la bulimia y la anorexia. Sin embargo, en la adicción por el acto de comer no existe preocupación por la figura o el peso y tiene, además, todos los componentes para que se considere una adicción propiamente.
Algunas de las principales características son las siguientes:
- Ingesta voraz.
- Comer grandes cantidades de alimento sin sentir hambre física.
- Continuar comiendo hasta sentir una sensación de plenitud desagradable.
- Sentimientos de culpa y desolación tras la sobreingesta.
- Importancia de los aspectos emocionales. La hiperfagia suele ser consecuencia de estados ansiosos sostenidos en el tiempo y estados depresivos.
Así, la adicción a la comida tiene unas particularidades que la alejan de los trastornos alimentarios. Uno de los mayores retos es saber diagnosticarla bien.
La adicción al ejercicio físico
Como comentábamos al principio del artículo, conductas como correr o hacer ejercicio distan mucho de conceptualizarse como negativas. Sin embargo, existe la adicción al ejercicio físico como una evitación de otras actividades y la búsqueda en la compulsión del acto físico de un placer descompensado respecto el resto de áreas vitales.
Veamos las principales características de la adicción al ejercicio físico:
- Preocupación excesiva y pensamientos obsesivos con realizar ejercicio físico.
- Mantener el ejercicio más de 1 vez al día a pesar de lesiones o enfermedades.
- Presencia de síntomas de abstinencia cuando no se realiza ejercicio.
La adicción a las compras, al trabajo y al sexo
Hay otras adicciones conductuales muy frecuentes que, pese no estar recogidas en manuales diagnósticos, son igual de problemáticas que cualquier adicción a sustancias y causan la misma interferencia en la vida de una persona.
Adicción a las compras
Por lo general, la adicción a las compras suele darse en una mujer de 30 a 40 años. El inicio se da entre los 18 y 20 años y su curso es continuo. Existe alta comorbilidad con ansiedad, depresión, dependencia de sustancias y trastornos de la conducta alimentaria.
Antes de comprar, la persona suele tener un estado de ánimo disfórico al que le sigue la excitación ante la expectativa de comprar. Se adquieren de forma placentera diversos artículos superfluos para dar paso a un arrepentimiento por el dinero gastado y la pérdida de control. Este ciclo se repite una y otra vez para evitar el creciente malestar.
Adicción al trabajo
En esta adicción, la persona tiene pensamientos recurrentes sobre la necesidad de producir, además de distorsiones cognitivas respecto a las demandas laborales.
Se da irritabilidad, ansiedad y estado de ánimo lábil cuando la realización del trabajo se ve obstaculizada, por ejemplo, por períodos vacacionales.
Adicción al sexo
La persona que la padece tiene conductas sexuales impulsivas con incapacidad de controlarlas, a pesar de no desear realizarlas. Es un comportamiento irrefrenable no deseado.
Existe una gratificación personal y emocional exclusivamente a través del sexo consentido con adultos como de conductas parafílicas.
La conducta como fuente de gratificación
En todas estas adicciones conductuales, el inicio del problema tiene que ver con que la conducta aparece como fuente principal y exclusiva de gratificación. Muchas de las conductas no son patológicas en sí e incluso, en muchos casos, son socialmente aceptadas y valoradas.
Por tanto, es conveniente recordar que para que se considere un comportamiento adicto se deben dar las siguientes características clínicas: una pérdida de control sobre la conducta, dependencia psicológica o craving, tolerancia, abstinencia y efectos perjudiciales graves.
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- CEDE (2012): Psicología clínica. CEDE. Madrid.
- Graña, J.L. (1994). Conductas adictivas. Teoría, evaluación y tratamiento. Debate. Madrid.