Las consecuencias psicológicas de una violación
Cuando sufres una violación toda tu vida cambia y la de los que están a tu alrededor también. Pero lo peor de todo es no saber afrontarla, llegando, en ocasiones, a culpabilizar a la víctima aunque sea de manera no consciente. Una de las razones por la que se pone esta distancia con la víctima, es para que la posibilidad de que a ti o a los que quieres les ocurra lo mismo sea lejana o casi imposible.
Si pensamos que fue porque iba con un escote demasiado abierto, razonaremos que si nosotras no vamos con este escote nunca nos pasará. Nuestra mente es lista y es muy buena haciendo este tipo de asociaciones de manera que la posible incertidumbre o nuestra percepción de seguridad no queden comprometidas.
Esta culpabilización, sumada a las secuelas físicas y psicológicas propias de la violación, hace que la víctima pueda sufrir por partida doble. Ya que no solo la sociedad señala a su escote sino que también lo hace ella misma, intentando encontrar una circunstancia que pueda controlar, para que mitificándola no vuelva a suceder.
Por ello, un tratamiento psicológico adecuado es una variable muy importante en la recuperación y que este pueda incluir a la pareja, e incluso a la familia de la víctima, ayudaría en el proceso.
En este artículo vamos a reflejar las consecuencias psicológicas, tanto personales como sociales, que sufren las víctimas de violaciones, ya sean estas adolescentes o adultas, siendo el agresor desconocido para la víctima. Cuando las víctimas son niñas y/o el agresor es un amigo o familiar, las consecuencias psicológicas pueden ser mucho más profundas.
“En los asesinatos, la víctima ha desaparecido y no tiene que enfrentarse a lo sucedido. Los parientes deben hacerlo, pero no la víctima. Pero la violación es mucho peor. La víctima dispone de toda una vida para digerirla, intentar comprenderla, formularse preguntas y, lo peor del caso, saber que el violador sigue vivo y que algún día puede fugarse o ser puesto en libertad. Todas las horas de todos los días la víctima piensa en la violación y se formula un sinfín de preguntas. La revive paso a paso, minuto a minuto, y duele siempre como la primera vez”.
-John Grisham-
Consecuencias personales de una violación
Cuando sufres una violación todo cambia, porque te han robado tu parte más privada, tu sexualidad, esa parte de tu ser que compartes con quien quieres. Puede ser una agresión con mayor o menor grado de violencia, con penetración realizada por un objeto extraño o por el propio violador, todo esto te afecta de muy distintas maneras.
Al principio hay una fase de shock, tan grande que puede llegar a la propia despersonalización de la víctima, porque la realidad duele tanto que para protegerse la propia mente crea un alter ego, una tercera persona que sufre el delito, llegando a hablar la víctima de su propio cuerpo en tercera persona. También puede que no recuerde nada de lo ocurrido nada más producirse la agresión, que esté desorientada y muy asustada.
A continuación, cuando los recuerdos van volviendo y las pruebas médicas sucediéndose, se empieza a tomar conciencia de lo sucedido, a sentir el dolor físico y a pensar en el propio bienestar. Se piensa en las posibles enfermedades de transmisión sexual, en daños permanentes en sus órganos reproductores y en la posibilidad de embarazo, aunque sea atendida con un anticonceptivo de emergencia, ya que estos no son 100% efectivos.
Después, con las preguntas de la policía y equipo médico, que intentan realizar su trabajo de la mejor manera posible, comienza la “revictimización”, agudizada por los largos procesos judiciales a los que se enfrentan las víctimas de violación. Esta revictimización consiste en revivir todo lo ocurrido, si puede ser al máximo detalle, para que las autoridades den con el agresor, pero que implica que la víctima vuelva a vivir ese horror sin que esté preparada psicológicamente para ello.
Por último, estas víctimas se enfrentan a lo que se conoce como trastorno de estrés post-traumático, que en este tipo de delitos tiene sus propias características:
- Las víctimas reviven intensamente la agresión sufrida mediante imágenes o recuerdos involuntarios, llamados técnicamente flashbacks, y puede que de pesadillas, aunque son menos comunes que en las víctimas de guerras que sufren este trastorno.
- Hay un gran aumento de la activación, un estado de alerta o ansiedad continuo como respuesta adaptativa a la violación ocurrida en un lugar considerado seguro para la víctima, como su propia casa, transporte público, etc.
- Tienden a evitar las situaciones o lugares asociadas a la violación, rechazando incluso hablar voluntariamente del delito.
- Aparecen alteraciones como irritabilidad, falta de concentración, problemas para dormir e incluso la conocida como “anestesia psíquica” o incapacidad para captar y expresar sentimientos de intimidad y ternura.
Todo esto, hace que la ayuda profesional para superar una violación sea fundamental ya que, si el estrés post-traumático no es tratado correctamente desde un principio, se convierte en un problema cónico que se agudiza y que tiene graves consecuencias para la víctima que van desde el aislamiento al suicidio.
“Tal vez el peor de todos los crímenes sea la monstruosa violación de una menor. Cuando le ocurre a una mujer adulta, tiene una buena idea del porqué de lo sucedido. Un animal lleno de odio, ira y violencia. ¿Pero una niña? ¿Una niña de diez años? Pónganse en el lugar de los padres. Intenten explicarle a su hija por qué la han violado. Intenten explicarle por qué no podrá tener hijos”.
– John Grisham-
Consecuencias familiares y sociales
La violación de una menor afecta a todo el núcleo familiar llegando a la descomposición de la familia por completo al no saber tratar este tema. Por ello, el acudir todos a una terapia familiar suele ser la mejor opción. En ella se tratan abiertamente todas las inquietudes, desde la culpabidad que tienen los padres por no haber podido proteger a su hija de un crimen tan atroz a la de la víctima por haber sufrido un delito sin poder evitarlo.
Si la víctima es la pareja, afecta a toda la relación, no solo a la parte sexual, sino también a la afectiva. Es muy difícil explicar a tu pareja todo lo que hizo el agresor contigo porque ves que va a sufrir más de lo que sufre ahora, pero en este caso la comunicación es fundamental para el entendimiento y superación del trauma.
No en vano, uno de los factores de peor pronóstico para la recuperación de una víctima de una violación es estar casada, por las dificultades que esto conlleva a la pareja.
Y, por último, la etiqueta de persona violada que te pone la sociedad hace que la recuperación sea más difícil. La gente puede que te mire raro por la calle, que se aleje y que no lo entienda. Lo peor es que justifican tu agresión por cómo ibas vestida o porque habías bebido, para no tener que pensar que cualquiera de nosotras podemos ser víctimas, para no tener miedo.
Factores que facilitan la violación
Se suele decir que las mujeres vamos provocando con nuestra forma de vestir o con nuestra forma de bailar. Que nos convertimos en víctimas por beber o volver solas a casa, pero lo cierto es que el único factor que hace que seas víctima de violación es que seas una mujer.
Y eso es algo que no podemos cambiar, es nuestro género el que nos convierte en víctimas y no nada de lo que hagamos, porque nada puede cambiarlo. En lugar de culpabilizar a las víctimas por cómo van vestidas o por qué iban solas por la calle, lo que debemos de hacer es educar a nuestros hijos en que haga lo que haga una mujer no es propiedad los caprichos de un hombre.
Haga lo que haga una mujer, haya bebido o no, no la convierte en objeto y sobre todo no cambia el significado de las palabras, porque un NO SIEMPRE SIGNIFICARÁ NO. Y haga lo que haga un hombre, el beber no será la excusa para cometer el delito, porque la bebida, al igual que no cambia el significado de las palabras, no cambia a la persona, que sigue siendo responsable de sus actos.