Las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades
Todas las personas tenemos necesidades de diferentes tipos, como bien explicó Maslow con su pirámide. Algunas son necesidades básicas, como la alimentación y la protección; otras son de relación, como el afecto y el reconocimiento. Las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades, ya que nos ayudan a sobrevivir, a distinguir entre una situación peligrosa o una que nos produce bienestar. Además, incentivan o motivan que nos relacionemos y nos comuniquemos con los demás.
De esta manera, las emociones son nuestras compañeras de viaje inseparables. La cuestión es que, a veces, nos cansamos de que estén con nosotros día y noche. Por eso, tenemos que aprender a gestionarlas, para obtener una mejor convivencia interior.
Las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades para sobrevivir e incentivan que nos relacionemos con los demás.
Existimos y nos comunicamos gracias a las emociones
Las emociones son necesarias para la supervivencia; una de sus funciones principales es prepararnos fisiológicamente para la acción. Muchos animales presentan conductas emocionales que se caracterizan por ser muy efectivas, es decir, existen determinadas emociones que nos permiten emprender acciones inmediatas. Este es quizás el primer sentido en el que las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades.
Por ejemplo, cuando sentimos miedo porque vemos una serpiente, antes de poder pensar si es venenosa o no, nuestro cuerpo ya reacciona. En este caso, aumenta nuestro ritmo cardíaco para que llegue más sangre a los músculos y podamos moverlos para escapar físicamente del posible peligro. De esta manera, si necesitamos apartarnos rápidamente de una situación, no perdemos tiempo pensando y aumentaremos nuestras probabilidades de superviviencia.
Las emociones comunican información a los demás sobre cómo percibimos e interpretamos los estímulos, tanto internos como externos. Generalmente una buena parte de esta comunicación la hacemos mediante la comunicación no verbal. Este tipo de comunicación es más rápida, natural e intuitiva que el lenguaje verbal. De esta manera, aunque no sea nuestra intención, la comunicación de las emociones ejerce una influencia en los otros.
Las emociones nos sirven de guía, ya que nos dan información valiosa sobre cada situación. Nos ayudan a precisar si la experiencia nos conviene o no en función de si la sentimos de manera agradable o desagradable. De esta manera, dependiendo de nuestra sensación, querremos repetir una experiencia o evitarla. Por lo tanto, las emociones son como una brújula interna que nos ayuda a orientarnos y poner luz en aquello que es importante por lo tanto las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades.
Las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades
Las emociones no son ni positivas ni negativas, simplemente algunas nos resultan agradables como la alegría y otras desagradables como la rabia y la impotencia. Todas las emociones tienen un propósito, son válidas y necesarias. Podríamos entenderlas como nuestras compañeras de viaje, como amigas que nos quieren ayudar y nos indican cuáles son nuestras necesidades. Por ejemplo:
- Rabia: sentimos rabia delante de un situación injusta o en la que percibimos que nuestros derechos han sido violados. Necesitamos poner límites y protegernos.
- Tristeza: sentimos tristeza cuando experimentamos la pérdida de una persona, objeto, trabajo, etc. En muchos casos, antes o después necesitamos el contacto de otra persona para obtener consuelo.
- Miedo: sentimos miedo cuando nos enfrentamos con una situación peligrosa. Necesitamos sentirnos protegidos y seguros.
- Alegría: sentimos alegría cuando hemos ganado algo, ya sea una experiencia agradable, un objetivo personal, un éxito laboral, bienes materiales, etc. Normalmente necesitamos compartirlo con otras personas.
Si no sintiéramos rabia, ¿nos protegeríamos? Si no sintiéramos tristeza, ¿podríamos asimilar las pérdidas? Si no sintiéramos miedo, ¿cómo nos daríamos cuenta de que estamos delante de un peligro? Si no sintiéramos alegría, ¿cómo sabríamos lo que nos produce bienestar y así poder repetirlo? Dejemos que las emociones cumplan su función y nos guíen!
4 estrategias para regular las emociones
Está bien que las emociones nos guíen, pero tenemos que encontrar la manera adecuada. No podemos dejarnos llevar sólo por impulsos, sin hacer caso a nuestros pensamientos. Sentir cualquier emoción es beneficioso, pero hasta cierto punto. No podemos dejar que la emoción nos inunde y no nos permita salir de ella. Por eso, necesitamos conocer cómo gestionarlas. Las siguientes estrategias nos ayudan a regularlas:
“Las emociones exponen los problemas para que la razón los resuelva”.
-Greenberg, L. S.-
Identificar
Ser consciente de la emoción que estamos sintiendo nos ayuda a gestionarla. Saber diferenciar, por ejemplo, si estamos tristes o enfadados y poder distinguir cuál ha sido la situación concreta o el pensamiento que ha hecho que surgiera esta emoción, nos da más información para actuar en consecuencia. Además, ser conscientes de las propias emociones nos ayuda a reconocerlas en los otros y, por lo tanto, a tener más empatía.
Tolerar
Como hemos dicho, existen emociones que consideramos desagradables, como la tristeza, a las que normalmente intentamos apartar de nuestro repertorio emocional. Sin embargo, tenemos que aprender a tolerar la emoción. Las emociones vienen y van… como las olas del mar. Todo tiene su proceso. Si estamos tristes ahora, no quiere decir que lo vayamos a estar siempre, ni que nosotros mismos seamos personas tristes. Por lo tanto, no tenemos que esforzarnos para intentar suprimir una emoción. Tenemos que tolerar la emoción, es decir, sentirla, escucharla, sin bloquearla ni aumentarla.
Autorregular
Todos somos capaces de autoregularnos. Como explica Greenberg (2000), el conocimiento de las emociones ofrece claridad personal y control. Si entendemos que una batalla directa contra nuestras emociones es inútil , podremos tener más control sobre ellas. Esto significa no solo dejar que la sensación desaparezca con el tiempo, sino intentar apartar los pensamientos negativos que hacen que la emoción se vuelva más intensa, distraernos para que disminuya su intensidad, controlar la impulsividad, demorar gratificaciones, etc. De esta manera, nos estaremos cuidando y estaremos facilitando que nuestro bienestar aumente.
Expresar y comunicar
A parte de disponer de nuestros propios recursos, también podemos, es más, debemos expresar la emoción y comunicarla a las personas que nos rodean. Las emociones necesitan ser compartidas. Debemos confiar en los otros y buscar el cuidado de los que podrían aliviarnos, comunicar nuestros sentimientos y necesidades.
“Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla”.
-Facundo Cabral-
En definitiva, las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades y nos guían para saber cómo deberíamos actuar. Son muy valiosas porque gracias a ellas podemos sobrevivir y comunicarnos. Primero sentimos las emociones y después decidimos qué hacemos con ellas, siendo así responsables de nuestros actos. Así, seamos coherentes con nuestras sensaciones y pensamientos. Además, hagámoslo de manera asertiva, es decir, respetando nuestras necesidades y las de los demás.
“No puedes evitar las olas, pero sí puedes aprender a surfearlas”.
-Jon Kabat Zinn-
Referencias bibliográficas
Greenberg, L. S. (2000). Emociones: una guía interna. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Greenberg, L. S. & Paivio, S. C. (2000). Trabajar con las emociones en psicoterapia. Madrid: Paidós.